¿Hay que estar un poco loco para enseñar psicoanálisis?*

Un primer marco introductorio

Siguiendo al primer Lacan, G. Caroz indica que, “lo que hace de aquél que habla un loco, se debe precisamente a que, al hablar y volver así la cosa inexistente, le procura un ser”. Eso es el poder del lenguaje, pues el Otro se inscribe a nivel del ser, por ej. ser profesor. El ser es siempre equívoco. Esa equivocidad es el semblante. Ser y lenguaje van juntos. “Mi enseñanza es simplemente el lenguaje” decía el primer Lacan1. Más tarde planteará que el Otro no existe. Pero si bien no existe, el Uno sí.

Lo que tenemos son solamente significantes que remiten a otros significantes haciendo que solo demos vueltas alrededor de una ausencia, la ausencia de relación sexual. Y este hablar de lo que no existe es una defensa, pero también es la locura singular que cada ser hablante se ha inventado para soportar lo real. Cada uno con su chifladura sinthomatica para suplir la no relación sexual.

El psicoanálisis lacaniano en la universidad

En 1971, Lacan indica que el discurso psicoanalítico no tiene nada de universal y que justamente por ello, no es materia de enseñanza2. En su primer seminario Lacan sitúa que el analista no guía al sujeto hacia un saber sino hacia las vías de acceso a ese saber, mientras el sujeto por su parte se compromete en la asociación libre. Ubica que la posición que conviene al analista será la de una ignorantia docta, que no quiere decir ‘sabia’. Es una posición que será formadora para el sujeto. Luego nos advierte sobre la tentación de querer transformar la ignorantia docta en ignorantia docens (del latín dóceo: enseñar o instruir) y añade: “Apenas cree el psicoanalista saber algo, de psicología por ejemplo, comienza ya su perdición (…)” 3.

Sigmund Freud, tiene un breve texto del año 1918, titulado “Sobre la enseñanza del psicoanálisis en la universidad”. Si bien sabemos que era un Freud que perseguía colocar al psicoanálisis como una ciencia de su tiempo, el texto sorprende por la vigencia de las cuestiones que plantea más de cien años después. Comienza preguntándose si conviene o no enseñar psicoanálisis en la universidad. Más allá del empuje que tiene todo el artículo - el de señalar la importancia de enseñar psicoanálisis a través de cursos introductorios a los médicos y psiquiatras, aclarando que eso no los habilitaba para su práctica pero que ampliaría su formación y práctica médica – Freud dice algo muy lacaniano: “Dichas asociaciones {psicoanalíticas} deben su existencia precisamente a la exclusión de que el psicoanálisis ha sido objeto por la Universidad. Es evidente, pues, que seguirán cumpliendo una función útil mientras se mantenga dicha exclusión4. Es decir que a pesar de escribir sobre los beneficios que la propia universidad y la formación médica obtendrían de un curso de introducción al psicoanálisis, Freud toma de forma interesante el beneficio de la exclusión universitaria sobre el psicoanálisis. Tratemos de pensar esto con la herramienta de los discursos de Lacan.

Sostener el discurso analítico en el enclave universitario no creo que sea ni sencillo ni fácil pues se estará indefectiblemente entre dos discursos: el universitario y el psicoanalítico. ¿Qué cede el discurso analítico para no ceder el importante lugar obtenido en la universidad?

Inteligencia de negocios en comercio internacional. Soporte para elaboración de artículos empíricos

En la universidad se enseña al grupo. Partiendo de un saber cerrado en el lugar del agente, por ej. el de los ´especialistas´, ella enseña lo universal, la solución al problema, dejando al estudiante gozando, o como nos muestra Lacan, revuelto como en el 68’. A ese estudiante Lacan lo llama con el neologismo: astudado (astudé en francés). Él está como objeto en calidad de resto, ¿a-sustado? (effrayé en francés), cual trabajador explotado puesto a escribir tesis. En el mejor de los casos, cuando el discurso analítico está presente en la universidad, podrá dividir al astudado para que con su plus de goce pida un análisis o se acerque a una Escuela de psicoanálisis.

El discurso psicoanalítico parte del objeto a. Allí podemos colocar al analista con su acto como aquel agente que se dirige hacia el sujeto dividido, colocado por encima de la barra.

Lo que en el discurso analítico produce no es la división, sino justamente el S1 del ser hablante. En este punto dejaré otra pregunta planteada: ¿es el Uno, “ese significante en tanto que real5lo que produce un efecto de enseñanza?

Sobre la enseñanza en la Escuela y en el Instituto

Siguiendo a J-A. Miller, el testimonio del analista que hizo el pase y fue nominado AE “es el núcleo de la enseñanza del psicoanálisis6. Sabemos que no solo el AE puede producir el efecto de una enseñanza, pero es él quien responde -nos dice Miller- a la pregunta de saber qué es lo que puede transmitirse al público de una experiencia esencialmente privada como es la experiencia psicoanalítica. Miller nos habla de la gradación que hay entre un testimonio de pase “todavía sobrecargado con la particularidad del sujeto”, confinado a un círculo restringido e interno al grupo analítico, y la enseñanza del matema que debe ser demostrativa. “Ahí es donde el psicoanálisis se encuentra con la Universidad7. ¿Cómo entender este encuentro?,¿por qué enseñar a otros lo que el análisis me ha enseñado?

Por último, Miller señala que esa enseñanza del matema (palabra que refiere a: lo que se enseña) es un ideal de enseñanza, es decir, que en tanto ideal nunca se alcanza, pero es necesario que exista.

Recordaré rápidamente que para la Escuela de psicoanálisis de Lacan no existe la figura del psicoanalista enseñante que sí existe en la IPA. ¡Allí hay AE! Pero la sigla corresponde al analista enseñante. Son los enseñantes que luego pasarán a formar parte de la lista de didactas, mientras que en la Escuela de Lacan tenemos otra lista, la de los Analistas de la Escuela que han dado prueba suficiente de haber concluido su análisis y de los que se espera una enseñanza. Del mismo modo se espera una enseñanza de los Informes de los carteles del pase y del cartel saliente, mientras que el cartel en vigencia- conviene que permanezca en silencio y que la Escuela le permita trabajar en discreción y tranquilidad, como escuché decir a nuestra colega Hebe Tizio. Esta cuestión está reflejada en el nuevo reglamento del pase de la ELP aprobado recientemente8.

Para los psicoanalistas lacanianos, solo existe un título de docente otorgado por el Instituto del Campo Freudiano, el cual requiere ciertos cumplimientos. La enseñanza dentro del instituto es: universitaria, sistemática y gradual y quienes acuden allí, no son considerados estudiantes sino participantes.

Un año después de escribir el “Prólogo en Guitrancourt”, Jacques-Alain Miller inicia su noveno curso anual de la orientación lacaniana, bajo el título El banquete de los analistas9. En el capítulo: “La enseñanza del psicoanálisis”, se pregunta si puede existir un profesor de psicoanálisis. Responde que en Francia hay un Departamento de Psicoanálisis en la Universidad, pero no hay profesores ni tampoco exámenes.

Si no hay profesores de psicoanálisis, ni título de psicoanalista, ni estudiantes, si no se trata de un saber a dominar, ni de estrategias para todos, ni es un aprendizaje o una pedagogía, ¿cómo es que se produce la enseñanza en psicoanálisis?

Enseñanza y transferencia

No hay efecto de enseñanza sin transferencia. Cuando Lacan fundó su escuela, evocó esta conocida frase: “La enseñanza del psicoanálisis no puede transmitirse de un sujeto a otro sujeto sino por los caminos de una transferencia de trabajo”.

Allí Lacan no habla de la enseñanza del psicoanálisis, sino que plantea lo que el psicoanálisis enseña, es decir lo que él enseña en tanto atravesamiento de una experiencia en el uno por uno y en el 73’ en su texto Televisión, da un paso más. Sin anular lo anterior, habla de la enseñanza del matema, preguntándose si es enseñable a todo el mundo10.

Entonces, ¿qué se enseña?, un estilo11. No se trata de imitación, sino de la relación que cada sujeto tenga al saber, al no saber y al propio cuerpo. Estilo que no es sin resto. Es indudable que hay estilos que nos llegan más que otros. ¿Acaso el bien-decir no pasa por el trabajo analítico de la relación al no saber?

El efecto de enseñanza

Una enseñanza, no es garantía de una transmisión, “Que algo sea para ustedes, porque así se lo expresa: una enseñanza no significa que ella les haya enseñado nada, que de ella resulte un saber12. Y un poco más adelante dirá que donde está el Sujeto barrado es donde se puede encontrar al enseñante, “lo que no implica que lo haya siempre en el sujeto barrado13. Sin duda él trabaja, pero la enseñanza no está asegurada de antemano.

La enseñanza es siempre un efecto cuando logra producirse, pues a partir de la transmisión que se recibe y su eco en el cuerpo, se instituirá por un instante -que podrá dejar marca toda la vida - a aquél que nos habla en la Escuela como un enseñante, y no al revés.

Locura y enseñanza

Lacan nos dejó una enseñanza que coloca la singularidad de cada uno en primer plano, la locura de cada uno hecha de un sentido siempre delirante.

Una cosa es segura, y es que como decía Lacan, hay que estar loco para pretender enseñar el psicoanálisis al modo universitario como un saber universal que se cree dominar14.Un testimonio de AE nos muestra cómo ese paralêtre ha podido acercarse a su trozo de real. Enseña cómo una práctica, no queda aplastada por el sentido. ¿Acaso no es esa la grandeza del psicoanálisis, la de asilar sesión a sesión la locura singular, lo que nos orienta en la clínica y en la transmisión del psicoanálisis? No hay una enseñanza del psicoanálisis que sea ‘sensata’. Tampoco es pretender saber lo que se dice (lo que sería el discurso universitario), se trata más bien de un “Desearía poder verificar si sé lo que digo15. Para esa verificación siempre se necesitan los otros.

Lo que el psicoanálisis enseña es lo que el propio análisis ha enseñado al analizante. Y solo así podrá transmitirse a otro y a otro y a otro. Eso no lo enseña ningún profesor ni curso de psicoanálisis. Es una enseñanza en el límite del propio saber. Enseña lo que se nos escapa del saber. Ése es el buen marco. Lacan enseñó, enseñó a leer a Freud y enseñó porque siempre fue invitado a enseñar, porque se lo demandaron, es decir, “porque inspiró el deseo de que se lo demanden16. Supo sostener un discurso que hizo deseable el psicoanálisis para muchos hasta el día de hoy.

Bienvenida la locura de cada uno puesta al trabajo analítico, esa que hemos construido para tapar la ausencia de relación, pues solo a partir de lo que allí decante en un análisis, podrá surgir el deseo de enseñar a otros lo que el psicoanálisis me ha enseñado como también dejarnos enseñar por él cada vez.

(*) Conferencia presentada en el Espacio Central de la sede de la Comunidad Valenciana de la ELP el 10 de enero de 2024.

 

Notas:

  1. Lacan, Jacques. Mi enseñanza, Paidós, Buenos Aires, 2007, p. 40.
  2. Lacan, J. “Acerca de la causalidad psíquica”, Escritos 1, Editorial siglo XXI, Madrid, 1971, p. 169.
  3. Lacan, J. Seminario Libro 1, Los escritos técnicos de Freud, editorial Paidós, Bs. As. 2001, pp. 404-405.
  4. Freud, Sigmund. “Sobre la enseñanza del psicoanálisis en la universidad” (1918) Obras Completas. Tomo III, Biblioteca Nueva, Madrid, 1981, p. 2.454.
  5. Miller, Jacques-Alain. Clase del 16 de mayo de 2011, Curso “El ser y el Uno”. Freudiana, nº 76, 2016.
  6. Miller, Jacques-Alain, “Prólogo de Guitrancourt”, 1988.
  7. Ibid.
  8. Reglamento del Pase de la ELP Artículo 7 - Las enseñanzas del pase: a) Tras su primer testimonio, cada AE realiza una enseñanza acerca de los puntos cruciales del psicoanálisis y de la experiencia de Escuela. A partir de sus propuestas, el Consejo, en acuerdo con el Secretario del pase, establece las condiciones para su realización. b) El Cártel del pase realiza una enseñanza para el conjunto de la Escuela tras su permutación
  9. Miller, Jacques-Alain, El banquete de los analistas, Paidós, Buenos Aires, 2000.
  10. Lacan, Jacques. Televisión. Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 563.
  11. Miller, Jacques-Alain, El banquete de los analistas, op. cit., p. 173.
  12. Lacan, Jacques. Alocución sobre la enseñanza. Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 317.
  13. Ibíd., p. 320.
  14. Caroz, Gil. “El grado cero de la locura, Congreso AMP 2024.
  15. Lacan, Jacques. El Seminario, libro 23, El sinthome. Paidós, Buenos Aires, 2007, p. 127.
  16. Brodsky, Graciela. Los psicoanalistas y el deseo de enseñar, Grama, Buenos Aires, 2023, p. 11.