A través del agujero del soplador

Fue en la universidad de Yale en noviembre de 1975, en el intervalo entre la primera y segunda clase del seminario XXIII1, cuando en las charlas con los estudiantes Lacan pronuncia el término “agujero del soplador”. Dice así: “En el análisis, no hay escena más que cuando hay pasaje al acto. No hay pasaje al acto más que como un salto en el agujero del soplador, siendo el soplador, por supuesto, el inconsciente del sujeto2.

Eric Laurent nos lo explica en el capítulo dedicado al “Pase y sus restos” en el libro La Práctica del pase en las Escuelas del Campo freudiano3. “Trou du Souffleur” sería la expresión que designa en el teatro al lugar llamado “tornavoz”, o cajón del apuntador, desde el cual el apuntador sopla soufflé, al actor entre líneas. Laurent nos advierte de que la operación lógica de la cura no puede reducirse a la escritura de funciones de goce como una especie de escritura de conceptos psicoanalíticos, “Begriffsschrift”. Aunque la escritura hiciera aparecer el agujero, el sujeto podría quedarse en el borde. En este caso, se trataría de los restos de identificación que mostrarían a escala, el no atravesamiento completo del fantasma.

Eric también nos recuerda cuales serían los restos narcisistas que se condensan en el escabel. Cómo la pasión por la imagen de uno vela el agujero que es el propio cuerpo. Entonces el escabel, constituido por los restos narcisistas podrían también dificultar el atravesamiento real por el agujero del soplador.

Agujero del inconsciente – Agujero del cuerpo

Me gustaría apuntar a esta relación entre un agujero y otro. Ambos velados. Relacionados de alguna manera. Lacan lo dice así en el seminario XI, “la pulsión desempeña su papel en el funcionamiento del inconsciente debido a que algo en el aparejo del cuerpo está estructurado de la misma manera, debido a la unidad topológica de las hiancias en cuestión4.

La relación entre ambos, la encontramos en el piso superior del grafo del deseo con los siguientes matemas: S(A) S <>D. Entonces como Laurent nos recomienda, es necesario pasar por eso que es agujero en el cuerpo, para poder atravesar el otro, el del inconsciente. Es decir, hace falta desbridar lo pulsional hasta su hueso, desmenuzarlo bien de todo narcisismo, para que el propio resto, no sea una sobrecarga a modo de escabel.

¿Y qué sería atravesar el agujero del soplador?

Sería zambullirse en el unnerkant, en el agujero de lo desconocido, agujero del propio inconsciente. De allí de donde viene la voz del soplador. Atravesar a la otra escena en la que uno es hablado. Lo que vela la pantalla del fantasma, es que en realidad somos seres más hablados que hablantes. Lilia Mahjoub lo recoge de la proposición: “Así, de aquel que recibió la clave del mundo en la hendidura del impúber, el psicoanalista ya no debe esperar una mirada, pero se ve devenir una voz5. Lilia Mahjoub lo lee de esta manera: “en particular con relación al fin del análisis, en la caída de la mirada luego del atravesamiento del fantasma, momento en el que el analista se vuelve una voz6.

Entonces, vaciado de narcisismo y más allá de la pantalla del fantasma, el analista atraviesa el agujero del soplador, se vuelve voz. Puede vociferar. ¿Pero para qué sería interesante vociferar? Podríamos pensar que para producir olas. Que esa zambullida en el agujero del soplador produzca olas. Olas de renovación. Olas que pudieran analizar o conmover la vida de la Escuela, la experiencia de la Escuela.

 

Dibujo del corte transversal del proscenio de un teatro a la italiana, con detalles de la concha (cajón o tornavoz) del apuntador y maquinaria de la tramoya bajo el escenario.

Problemas cruciales

En la proposición de 1967 dice así: “El AE, o analista de la Escuela, al cual se imputa estar entre quie­nes pueden testimoniar sobre los problemas cruciales en los puntos vivos en que se encuentran para el análisis, especialmente en tanto ellos mismos están en la tarea, o al menos en la brecha, de resolverlos7.

En la reseña del seminario XII, Lacan señala como problema crucial el ser del analista. “La dificultad de ser del psicoanalista se debe a lo que encuentra como ser del sujeto: a saber, el síntoma8. De esta manera nos redirige de la ontología a la existencia. De la falta en ser, porque no hay ningún ser del analista, a lo que existe en el analista como síntoma. O como podríamos decir, una vez denudado el síntoma, su sinthome. Aquello de lo pulsional que ha sido destilado en su análisis. Su Uno, que empuja en el acto analítico.

Así el Analista de la Escuela, no es tanto analista de su propio caso, sino que sería invitado a serlo, de la Experiencia de la Escuela. De los impasses de la Escuela, de sus síntomas. Si fuera posible.

 

Notas:

  1. Lacan, J. El seminario, libro 23, El sinthome, Paidós, Buenos Aires, 2008.
  2. Lacan, J. “Conférences et entretiens dans des universités nord-américaines”, Scilicet, 6/7, 1976, p. 35.“Dans l’analyse, il n’y a scène que lorsqu’il y a passage à l’acte. Il n’y a passage à l’acte que comme un plongeon dans le trou du souffleur, le souffleur étant bien sûr l’inconscient du sujet.”
  3. Miller, J.-A. y Glaze, A. “El pase y sus restos”, La práctica del pase en las Escuelas del Campo Freudiano, grama, Argentina, 2022, pp. 201-214.
  4. Lacan, J. El seminario, libro 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 188.
  5. Lacan, J. “Proposición del 9 de octubre de 1967”, Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2016, p. 273.
  6. Miller, J.-A. y Glaze, A. “Fracaso (échec) y éxito del pase: una paradoja para el psicoanálisis”, La práctica del Pase en las Escuelas del Campo Freudiano, grama, Argentina, 2022, p. 222.
  7. Lacan, J. “Proposición del 9 de octubre de 1967”, Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2016, p. 262.
  8. Lacan, J. “Problemas cruciales para el psicoanálisis”, Otros Escritos, Paidós, Buenos Aires, 2016, p.219.