Esos verdaderos niños. Por Mario Izcovich (Barcelona).

"Ración de totalitarismo en mi sala"
Daniel R. Caruncho:
(Extraído del diario gratuito ADN, viernes, 9 de Febrero de 2007)
No comas eso. No hables tan fuerte. Haz ejercicio. Acábate la verdura. Y métete la camisa por dentro del pantalón.
Bla-bla-bla.
Mi tele está ploma, se ha convertido en una repelente tutora. "A ver esas manos. Uh. Al lavabo a lavártelas". Al menos, esto pasa cuando sintonizo Cuatro. Primero fue Supernanny. Después, Soy lo que como. Y este viernes se estrena S.O.S. Adolescentes, un docureality que quiere ayudar a los padres desbordados por las hormonas inquietas. El programa contará un una psicóloga cargada de consejos y tal. La tipa incluso se quedará unos días con los chavales. A ver qué tal. El caso es que el verdadero Gran Hermano no se encuentra en Guadalix de la Sierra. Ahora lo tienes en el salón. La caja tonta, ahora se pasa de listilla, y, vía gota malaya, nos va imponiendo una guía de Conviértase en el ciudadano perfecto. Tele de autoayuda con un lado oscuro. Hitler y Stalin se frotarían las manos con esta parrilla. drodriguez@diarioadn.com

"Esos verdaderos niños"

He tomado el título de este comentario de una expresión utilizada por Jaques Lacan en 1957 para referirse a los padres (1).
Me sirve para comentar un nuevo programa que puso en el aire la cadena Cuatro llamado SOS Adolescentes. Se trata de una nueva variación de los tan de moda Reality shows. Otro capítulo más de este nuevo Panóptico en que se ha convertido la TV. Es decir, mirar para ser mirados. Sin saber quién mira a quién, ni de que realidad se habla cuando se dice "Reality".
Pensamos que lo preocupante no es sólo el programa en sí mismo sino el éxito que tiene este tipo de propuesta, la cantidad de seguidores que se pegan al televisor para encontrar supuestas respuestas a sus incertidumbres.¿Qué es lo que atrae a tanta gente?
Ya en su momento George Orwell nos dio ciertas pistas de lo que podía ocurrir en nuestra sociedad. Lo vimos no hace tanto también en la película el Show de Truman.
La imagen redoblada de dos padres mirándose frente a una pantalla y siendo mirados por todo el resto de la sociedad es notable. Dan su consentimiento a convertirse en cobayas de laboratorio. Nos recuerdan a los perros de Pavlov.
Se pone a cielo abierto lo más íntimo de una familia, de los actos de los padres. De esta forma, se convierte a lo íntimo en exterior, en algo ajeno. Del mismo modo, y de forma especular, lo íntimo del otro se convierte en lo familiar de cada "mirón", por un extraño fenómeno de identificación. El truco hace que, en vez de ver el todo, cada cual se quede con una parte y así le resulte mas soportable el engaño.
Estos padres siendo “educados” para “educar” a sus hijos adolescentes transmiten una imagen patética por el goce que esto encarna y que produce otra inversión, es decir, padres que se convierten en hijos de su hijos.
Una madre me dice: "Es que los padres estamos perdidos"... Podemos pensar esto como un problema de falta de orientación, es decir, que cada cual deberá encontrar su particular GPS, pero también debemos pensarlo como pérdida. Es decir, se trata de un menos del lado de la promoción de la Ley, función que Lacan adjudicó al significante del Nombre-del-Padre. Los padres se convierten, pues, en los verdaderos niños que buscan certidumbres por doquier en el regazo del Otro.
Así, pues, el acto de ser padre se convierte en un “saber hacer”, en una disciplina o técnica que con el esfuerzo propio y el apoyo de un “psicólogo” se puede aprender. Lo que se promueve en definitiva es, padres en serie, obviamente, bajo el ideal de la ausencia de conflictos, tal como Pink Floyd denunciaba en el film The Wall cuando mostraba a la escuela como productora de niños en serie. Padres que renuncien a su propia particularidad, sintiéndose culpables por algún nuevo déficit o síndrome por aparecer.

Mario Izcovich (Barcelona).

NOTAS
(1). LACAN, J., "De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis", Escritos 2, Mexico: Siglo XXI.

Foto de Miguel Martí