En los confines del seminario."Sobre el hombre de los lobos", J. Lacan

Voy a comentar el apartado Sobre el hombre de los lobos. Es la transcripción de cuatro clases que Lacan impartió en el año 1952-53 sobre el texto de Freud “Historia de una neurosis infantil”1y del artículo de la analista a quien Freud deriva el caso, Ruth Mack Brunswich “Suplemento a la historia de una neurosis infantil”2.

Se trata de notas que tomaron algunos de los oyentes durante las clases, ya que el Seminario que impartía Lacan no se empezó a mecanografiar hasta 1954, tal y como leemos en la introducción de este libro.

Se trata de un texto denso; me ha apoyado también en el Seminario de Miller titulado “El hombre de los lobos3, dictado entre 1987-88, sobre estas cuatro clases de Lacan y que consta de 13 clases.

El caso que conocemos como el Hombre de los Lobos fue la última presentación clínica exhaustiva que encontramos en la obra de Freud. Lo tituló De la historia de una neurosis infantil para subrayar que el tema fundamental es la descripción minuciosa de los contenidos de esa neurosis infantil, en términos de sexualidad. Para Freud, nos dice Miller, era fundamental la existencia de una sexualidad infantil; sin ella no se podría establecer conexión alguna entre ese núcleo de neurosis infantil y la neurosis en la edad adulta.

La posibilidad del tratamiento psicoanalítico se disolvería sin esa conexión, bien establecida por los mecanismos del inconsciente y la repetición. Que Jung y Adler no aceptaran esta exigencia clínica fue un elemento crucial en la ruptura con Freud.

Recordemos un poco el caso: Sergei Pankejeff, un joven ruso adinerado, acude a ver a Freud en febrero de 1910, con 23 años de edad. A los 18 años sufre una gonorrea, que vive como un trauma incurable y se hunde; poco tiempo después su hermana y después su padre se suicidan. Sin embargo, Serguei solo se queja de las discusiones de dinero a propósito de la herencia.

El encuentro con las mujeres marca un antes y un después en su vida, sufre de inhibición, tristeza…que lo vuelven irreconocible. Cuando Freud lo recibe era una persona por completo dependiente, que tiene que ser asistido en todos los actos de la vida cotidiana. Intensos ataques de hipocondría afectan a una serie de órganos, especialmente a la piel y al intestino.

El tratamiento finaliza en julio de 1914. Freud empezó a escribir el caso en octubre de ese año, poco después de la ruptura con Jung y Adler, postergando su publicación hasta 1918. Pankejeff realizó un segundo tratamiento con Freud entre noviembre de 1919 y febrero de 1920; después Freud lo deriva a Ruth Mack Brunswick, que lo trata de octubre de 1926 a febrero de 1927.

Se trata de un caso que ha producido mucha controversia y sobre el que se ha escrito mucho. En estas clases de Lacan4vamos a encontrar la relectura que este hace sobre este caso y sobre las dificultades de Freud con el caso.

Freud atribuye al Hombre de los Lobos ciertos rasgos distintivos; la cura analítica, nos dice, puso de relieve la tenacidad de la fijación su extraordinaria propensión a la ambivalencia y a la vacilación y también la facultad de mantener las investiduras libidinales más diversas y contradictorias.

Con este caso Freud se encontró con diversos problemas y paradojas.

El tratamiento, para Freud, fue muy largo. Durante mucho tiempo, este hombre habló sin aportar nada de valor. Se contempla en el espejo, dice Lacan; el espejo es el oyente, en este caso Freud.

Como el análisis no arranca Freud hace intervenir un elemento de presión temporal y entonces el trabajo se pone en marcha “El paciente permaneció durante mucho tiempo atrincherado en una actitud de indiferente docilidad. Escuchaba y comprendía, pero no se interesaba por nada….su temor a una existencia independiente y responsable era tan grande, que compensaba todas las molestias de su enfermedad….tuve que esperar a que la ligazón a mi persona fuera lo bastante intensa para poner en juego otro factor. Decidí, no sin calcular antes la oportunidad, que el tratamiento había de terminar dentro de un plazo determinado, cualquiera que fuese la fase a la que hubiera llegado…bajo la presión de esto cedieron su resistencia y su fijación a la enfermedad y el análisis proporcionó entonces, en un plazo desproporcionadamente breve, todo el material que permitió la solución a sus inhibiciones y la supresión de los síntomas5.

Ya no es el yo quien habla, sino que habla el je, el sujeto, nos dirá Lacan.

Y Freud puede ir situando algunas cuestiones, que Lacan en estas clases va a ir ordenando. Conocemos el famoso sueño, la alucinación del dedo cortado, el miedo a la mariposa amarilla…. que Freud interpreta en el sentido de la castración, reconstruyendo a partir de ellos la historia de la neurosis infantil.

Lacan señala que hay que tener en cuenta que el hombre de los lobos es un personaje cuyo drama se debe en parte a su inserción en la sociedad. Él tiene la particularidad de estar desinsertado. De manera precoz fue separado de todo lo que podía constituir para él un modelo en el plano social y toda la continuación de su historia ha de situarse dentro de este contexto.

Uno de los principales problemas que se le plantean a Freud con este caso es el de la castración.

El problema de la castración no está muy claro en Freud y Lacan lo trata de resolver. Cito a Freud: “nos ha devenido notoria la inicial toma de posición de nuestro paciente frente al problema de la castración. La desestimó…el significado más inmediato de esta expresión es que no quiso saber nada de ella, siguiendo el sentido de la represión6.

Con ello, continúa Freud, “no se había pronunciado ningún juicio sobre su existencia, era como si ella no existiera. Ahora bien, esta actitud no puede ser la definitiva, ni siquiera podía seguir siéndolo en los años de su neurosis infantil. Existen buenas pruebas de que él había reconocido la castración como un hecho7.

Y precisa, “Al final subsistieron en él, lado a lado, dos corrientes opuestas, una de la cuales abominaba de la castración, mientras que la otra estaba pronta a aceptarla y a consolarse con la feminidad como sustituto. La tercera corriente, más antigua y profunda, que simplemente había desestimado la castración, con lo cual no estaba todavía en cuestión el juicio de su realidad objetiva, seguía siendo sin duda activable8.

Freud se encuentra aquí con un problema teórico, la analidad se encuentra en dos lugares: en la teoría anal del coito (donde no está en juego la castración femenina) y en la adopción de la posición femenina (los enemas que se hacía administrar).

El Edipo, nos dice Lacan en estas clases, quedó inacabado en este caso; permaneció en una relación dual y no llegó a la relación triangular. El enfermo queda con solamente fragmentos del Edipo.

El acento está en la dimensión agresiva de la relación narcisística y su vida instintiva se ve reducida a las explosiones compulsivas que provocan en él el encuentro con cierta imagen: la sirvienta agachada a cuatro patas. Siendo la misma condición de goce la que marca todas sus elecciones amorosas.

Lacan intenta ordenar, repartir y en ocasiones jerarquizar los diversos vínculos libidinales existentes; esta va a ser una cuestión fundamental. El conflicto está en el registro de las aspiraciones sexuales masculina y femeninas.

Lacan reparte los vínculos libidinales entre simbólico e imaginario. El trabajo de Lacan sobre este caso es fundamental en la distinción lacaniana de lo real, lo simbólico y lo imaginario.

Desde el punto de vista imaginario, nos dice, hay una captura homosexualizante, feminizante. Sitúa la identificación con la madre en el registro imaginario y coloca en el registro simbólico todo lo que se reafirma como identificación con el padre.

Tenemos entonces, el yo no estoy castrado, en el nivel simbólico y la posición femenina en el nivel imaginario.

Por un lado, tenemos esa posición subjetiva simbólica del yo no estoy castrado y la constancia de una elección de objeto heterosexual compulsiva: las sirvientas a cuatro patas. Hay un cisma, nos dice Lacan, entre la vida intelectual y la vida pulsional del sujeto; hay relaciones heterosexuales que él vive de una manera compulsiva, irruptiva y que está ligada a una estereotipia (la imagen de la sirvienta) desprovista de los sentimientos que comporta normalmente esta situación sexual: Es un proceso de “a dos” de amo y esclavo.

En la “Respuesta al comentario de Jean Hippolite sobre la Verneinung de Freud” texto de 1954, Lacan dice, refiriéndose al Hombre de los lobos: “Freud, en su inflexible inflexión de la experiencia, comprueba que, aunque el sujeto haya manifestado en su comportamiento un acceso y no sin audacia, a la realidad genital, esta ha quedado como letra muerta para su inconsciente, donde sigue reinando la “teoría sexual” de la fase anal….No quería saber nada en el sentido de la represión erwerfung, para el que proponemos el término cercenamiento. Su efecto es una abolición simbólica9.

Entonces, Freud señala que en el paciente coexistían dos corrientes en relación a la castración: por un lado, abominaba de ella y por otro lado la aceptaba. Y una tercera corriente, más antigua, que desestimaba la castración y que estaba siempre presta a emerger y a destruir los diques construidos por el análisis.

Lacan habla de un Edipo inacabado porque el padre es carente, permaneciendo en una relación dual; un poco después, en el texto habla de que en la represión Freud distingue, en el interior del sujeto, la bisexualidad como una lucha narcisística para mantener su virilidad y suprimir la tendencia homosexual. Y dice que en el hombre de los lobos el complejo de Edipo está invertido y esto a pesar de la minusvalía de la imagen paterna.

Miller, en su Seminario10, hace una propuesta que creo permite avanzar sobre este caso.

Primero, señala que en la cuestión preliminar Lacan distingue entre la forclusión del N.P. y la elisión del falo, preguntándose si Φ0 es una consecuencia de la forclusión del N.P. o si es un mecanismo independiente.

El hombre de los lobos, nos dice Miller, es una clínica en la que no se plantea la forclusión del N.P. todo el problema se centra en la castración.

Y aquí Miller aborda el caso con el esquema P0- Φ0. Y dirá que, el hombre de los lobos describe una relación al padre y a una serie indefinida de sustitutos, pero que ese exceso nos interroga sobre la posible ausencia en cuanto a su significante; los numerosos personajes paternos no aseguran la presencia del significante del N.P., al contrario, la problematizan.

Y Miller nos lleva a la idea de que hubo forclusión en este paciente, pero se trata de saber de qué forclusión se trata.

Tenemos el caso estándar de la metáfora paterna: P- Φ. Hay inscripción de la M.P. y hay significante fálico. El padre como significantes es causa y el falo como significado es efecto. Uno es simbólico y el otro es imaginario.

Tenemos el caso que ilustra Schreber: P0- Φ0. Hay forclusión de la M.P. y elisión del significante fálico. Pero en el hombre de los lobos lo forcluido es la castración y no el significante del N.P.

La pregunta es si podemos escribir P- Φ0

La duda diagnóstica está entonces en si hay o no significación fálica.

Se plantea aquí el problema de si solo podemos hablar de psicosis cuando se den P0 y Φ0 o bien cuando solamente se dé Φ0, pero no P0. Es un problema clínico, que implicaría que problematizáramos nuestro concepto de psicosis.

El texto de Miller es de 1987-88.

En 1996 el conciliábulo de Angers y la Conversación de Arcachon en 1997, recogidas en “Los inclasificables de la teoría analítica”11 van dado forma al concepto de psicosis ordinaria.

En 2008 en la conferencia “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”12 Miller incluye al hombre de los lobos dentro de la psicosis ordinaria.

Pero hubo un caso de psicosis ordinaria, el Hombre de los lobos. Era psicótico y era una psicosis ordinaria porque estaba lleno de rasgos de la neurosis. El Hombre de los lobos ayudó a Freud a esclarecer la neurosis. Cuando leen a Freud, pueden dudar de su psicosis, pero cuando lo siguen en Ruth Mack Brunswick, es difícil dudar. Hace mucho tiempo comenté con mis colegas el caso del Hombre de los lobos durante un año. Algunos decían que era un neurótico, otros decían que era psicótico, y mi placer consistía en dejar eso en suspenso porque estimulaba así un gran interés en muchos comentarios interesantes de mis colegas. Pero, de todos modos, el punto de capitón de esta cuestión no está en el libro de Freud, sino en el libro de Ruth Mack Brunswick”.

 

Notas:

  1. Freud, S. “Historia de una neurosis infantil”, Obras completas, Vol. XVII, Amorrortu, Buenos Aires, 1997.
  2. Brunswich, Ruth Mack. “Suplemento a la historia de una neurosis infantil”, The International Journal of Psyco - Analysis, 1928.
  3. Miller, J.-A. “El hombre de los lobos”, Gredos, España, 2010.
  4. Lacan, J. “Sobre el hombre de los lobos”, En los confines del Seminario, Paidós, Buenos Aires, 2022. Traducción de Gerardo Arenas.
  5. Freud, S. “Historia de una neurosis infantil”, Obras completas, op. cit., p. 12.
  6. Ibid., p. 78
  7. Ibid., p. 78
  8. Ibid., p. 78
  9. Lacan, J. “Respuesta al Comentario de Jean Hippolite sobre la Verneinung de Freud”, Escritos I, Siglo XXI, Buenos Aires, 2010, p.370.
  10. Miller, J.-A. “El hombre de los lobos”, op. cit. 
  11. Miller, J.-A. “Los inclasificables de la clínica psicoanalítica”, Paidós, Buenos Aires, 2013.
  12. Miller, J.-A. “Efecto retorno sobre la psicosis ordinaria”, Revista Consecuencias, Edición nº 15, 2015.