EL LEGADO FREUDIANO. Por Estanislao Mena (Jerez de la Frontera)


(REDACCIÓN: Texto del artículo de Estanislao Mena, publicado en DIARIO DE JEREZ, el 19-06-06)

Hemos asistido a lo largo de este año, especialmente en el mes de Mayo, a las celebraciones, artículos, homenajes, etc. en honor de Sigmund Freud, con motivo de los 150 años de su nacimiento.
¿El mundo sería el mismo si Freud no hubiera descubierto el inconsciente? Probablemente no, su descubrimiento ha cambiado la cara de Occidente. El legado de Freud ha sido precisamente el del descubrimiento del inconsciente y las consecuencias que esto ha tenido en la sociedad y en la cultura occidental. Decir descubrimiento es decirlo en el mismo sentido que le damos cuando afirmamos que Cristóbal Colón descubrió América, existía, como la electricidad, o la gravedad, había indicios de su existencia, pero nadie lo había nombrado, señalado, conceptualizado.
Desde la aparición de la “Interpretación de los sueños”, publicado en 1.899, aunque fechado en 1.900, y que cayó en el vacío, hasta la fecha, la influencia que el psicoanálisis ha tenido en la cultura occidental ha sido muy importante, habiendo supuesto una revolución en el mundo de la psicología, de la psiquiatría, incluso de la filosofía, si bien, no siempre se ha reconocido. El psicoanálisis nunca ha dejado indiferente, ha tenido defensores y detractores.
Es curioso que la edición de seiscientos ejemplares de esta primera gran obra, tardara diez años en agotarse, recibiendo críticas desfavorables, mas bien fue tomado como algo místico, no comprendido, y no provocó ningún escándalo, como ocurrió con las publicaciones de 1905, en especial su referencia a la sexualidad infantil.
Podríamos pensar que a pesar del paso de los años, y de la trascendencia de este descubrimiento, el psicoanálisis sigue siendo el gran desconocido, es tan frecuente escuchar: “yo no sé nada de eso pero creo que… “, habitualmente la conclusión es infundada, y mal documentada.
El psicoanálisis nace gracias al encuentro de Freud con las mujeres, aquellas que comenzó a tratar, a finales de siglo XIX, y en las que encontró, como en los dichos de estas, en sus palabras, un enigma a resolver. Una de aquellas primeras pacientes le pudo decir a Freud, “déjeme hablar, no me interrumpa”, y su disposición a la escucha, permitió el nacimiento e la asociación libre y la cura por la palabra.
El psicoanálisis hace hablar al paciente, por decirlo así, lo pone a trabajar, lo saca del lugar de sufriente al que se le ofrece un remedio, un fármaco, un consejo, para darle el lugar del que habla, y a través de su palabra, podrá encontrar el remedio al malestar que lo aqueja. No por la sugestión, ni por el convencimiento, sino por la práctica del habla.
Es muy sorprendente ver como en la época de la biotecnología, de la medicina sofisticada, de pruebas muy específicas, se haya llegado al descubrimiento de que el uso de la palabra produce en el cerebro de pacientes depresivos los mismos cambios que producen los
psicofármacos.
Esto no quiere decir que los analistas no utilicemos fármacos, hay casos en los que se hacen necesarios, pero el lugar que el sujeto ocupa gracias al uso de la palabra, es el que le niega la una sustancia química. Las neurociencias, tendrán necesidad de los conceptos del psicoanálisis para explicar algunos de sus resultados.
Hemos leído en diferentes artículos lo realizado por algunos alumnos con la obra y enseñanza de Freud, con desigual éxito. Así mismo se habla de los postfreudianos y las escuelas que fundaron, llamándome la atención que el más polémico y prolífico de los continuadores de su obra, Jacques Lacan, aparezca sin escuela ni alumnos.
Nada mas lejos de la realidad, quizás la Escuela Lacaniana, es la más activa de todas las Asociaciones de Psicoanálisis que hay en el mundo. Escuela que ha presentado en los últimos años un crecimiento espectacular, y que en la actualidad ha comenzado a implantar los llamados Centros de Psicoanálisis de Consulta y Tratamiento, los CPCT.
Centros particulares que tienen como objetivo culminar un viejo sueño de Freud, que dos meses antes del final de la primera guerra mundial decidió la creación de una clínica de acceso gratuito para tratamiento temporal. Lacan retomó esta idea tras la segunda guerra y su Escuela, gracias al empuje de Jacques Alain Millar, albacea y continuador de la enseñanza de Lacan, así como fundador de la Asociación Mundial de Psicoanálisis, Asociación que engloba las Escuelas creadas por todo el mundo, ha puesto en marcha estos Centros, el primero en París, después Barcelona, el pasado mes de Mayo, Madrid, y en breve Bilbao y Málaga, para tratamientos de cuatro meses gratuitos, renovables una sóla vez, y que cuenta con el apoyo de la Secretaría de Estado de “Servicios Sociales, Familias y Discapacidades”.
Hoy, 150 años después de su nacimiento, el legado de Freud, vive, y podríamos decir que con mas fuerza que nunca, el psicoanálisis que nació gracias a la existencia de la moral represiva victoriana, vive un momento nuevo, al que hay que estar muy atentos porque reintroduce al sujeto que había sido desalojado por los abusos del modelo sostenido por la farmacología, las neurociencias y desde ciertos ámbitos de la política sanitaria, basadas en la presunta eficacia y rapidez.
Tomo prestadas las palabras de Eugenio Trías, publicadas en su artículo titulado “150 años de un clásico controvertido”, que apareció en El Cultural de El Mundo este mes de Mayo pasado: “Freud es mucho mas que un clásico de mármol que deja al mundo un corpus literario. Es un clásico vivo que conmociona hoy como ayer, conciencias y voluntades”.

Estanislao Mena Bellón (Jerez de la Frontera)