El retorno de lo blasfemo// La ilusión lírica Por Jacques Alain-Miller

El retorno de lo blasfemo

 

Decimos: "Son bárbaros". Sin duda. Sin embargo, este terrorismo no es en absoluto ciego, tiene los ojos abiertos, tiene un objetivo, no es en absoluto mudo. Grita: "Se ha vengado al profeta Mahoma".

Al final del siglo pasado se pensaba que nociones como lo blasfemo, lo sacrílego, la profanación no eran más que vestigios del tiempo pasado. No es nada de eso. Debemos constatar que la edad de la ciencia no hace desvanecer el sentido de lo sagrado; que lo sagrado no es un arcaísmo. Sin duda, no es nada real. Es un hecho de discurso, una ficción, pero que mantiene juntos los signos de una comunidad, la clave de arco de su orden simbólico. Lo sagrado exige reverencia y respeto. A falta de ello, viene el caos. Entonces Sócrates es invitado a beber la cicuta. En ninguna parte, nunca, desde que hay hombres y hablan, ha sido lícito decirlo todo.

Salvo en psicoanálisis, experiencia muy especial y asombrosa, que  ello forma parte de sus principios. Salvo en  Estados Unidos, pero la libertad de palabra garantizada por la Constitución se encuentra limitada allí por un sentimiento muy particular de la decencia. Así es como la mayoría de la prensa se abstuvo de reproducir las caricaturas de Mahoma, en consideración al "gran sufrimiento" de los musulmanes. Mismo principio para lo "políticamente correcto". El afecto doloroso señala que la libido está ahí en juego. Si bien lo sagrado no es real, el goce que se condensa allí lo es. Lo sagrado moviliza éxtasis y furores. Matamos y morimos por ello. Un psicoanalista sabe cuál es el riesgo cuando se cosquillea en otro "lo imposible de soportar" (Lacan). Es por eso que Baudelaire cita a Bossuet, "El sabio solo ríe temblando", y asigna  a lo cómico un origen diabólico. ¿Cuál fue el principal operador de Las Luces sino la risa? Maistre habla de la mueca de Voltaire, Musset de su horrorosa sonrisa. Las doctrinas de la tradición no fueron refutadas sino echadas por la risa.

Charlie Hebdo estaba entre nosotros como el testimonio de esta irrisión fundadora. Cabu, Charb, Tignoux, Wolinski, no estaban prometidos a ser vecinos del Caballero de la Barre.* Desde 1825 nadie intentó en nuestra casa restaurar una ley sobre la blasfemia. ¿Cómo vinieron a perecer como mártires de la libertad de prensa? El caso es que universos de discurso antaño separados y estancos, en lo sucesivo comunican. Están incluso imbricados, mientras que lo "sagrado" de uno y lo "nada sagrado" de otro están en las antípodas. Excepto rebobinar el filme de los tiempos modernos deportando los halógenos, la cuestión -cuestión de vida o de muerte- será saber si el gusto por la risa, el derecho a ridiculizar, la falta de respeto iconoclasta, son tan esenciales a nuestro modo de gozar como lo es la sumisión al Uno en la tradición islámica.

En cuanto al debate jurídico, es complejo, y trabaja ahora el conjunto de las democracias occidentales (ver a este respecto la suma publicada hace tres meses por la Universidad de California. Profano: expresión sacrílega en un mundo multicultural). Todos los años, desde 1999, se negocia en la ONU sobre el tema, a iniciativa de la Organización Islámica. En Alemania, en Austria, en Irlanda hay leyes que proscriben las ofensas  a lo sagrado. El Reino Unido esperó hasta 2008 para cesar de proteger a la iglesia anglicana de la blasfemia. Francia se distingue por el rigor de su doctrina laica. ¿Durante cuánto tiempo todavía? Eso no está escrito. "¡Eh, Francia, vigila, tu café se larga** ¿Qué es lo que más quieres? ¿Conflicto o compromiso?

Notas de la traducción:

*François-Jean Lefebvre, conocido como caballero de La Barre (12 de septiembre de 1745 – 1 de julio de 1766), fue un noble francés conocido por haber sido torturado, decapitado y quemado en la hoguera por no haberse quitado el sombrero al paso de una procesión y por haber dicho entre amigos frases consideradas blasfemas. En Francia se le considera símbolo de la intolerancia religiosa.

** "La France, ton café fout le camp !" es una expresión cuyo origen supuestamente se debe a Mme. du Barry quien la utilizó al ver verterse el café que Louis XV, gran aficionado a él, había dejado al fuego. Era una grosería hablarle así al rey y más después de la pérdida de las colonias en 1763.

Fuente: Le point, 10.1.2015, magazine del sábado. Artículo difundido en francés por Fb por  Josefina Ayerza.

Traducción de Margarita Álvarez.


Dibujo de Luis Muñoz

 

La ilusión lírica
Por Jacques Alain-Miller

 

(De próxima publicación en lepoint.fr

 

Desde París, el 11 de enero de 2015, por la mañana

¿Quién lo hubiera creído? ¿Quién lo hubiera dicho? Francia en pie como un solo hombre, o como una sola mujer. Francia convertida o reconvertida en una. La República, valiente, intrépida, ha escogido la resistencia. ¡Se acabaron los autoreproches! De repente los franceses salen de su depresión, de sus divisiones y, si debemos creer a un académico, convertidos incluso en “los soldados del Año II”. Los franceses produciendo de nuevo la admiración del mundo. Y, dando cabezadas, el presidente Hollande acoge con su aspecto de primera comunión al puñado de hombres que tienen en sus manos el destino del planeta. ¿Por qué precipitarse de este modo hacia París? Podría creerse que vienen a recargarse, a reavivar su poder, a legitimarlo, a darle lustre. Todo un planeta casi unido, unánime, recorrido por un mismo estremecimiento, como si formara una sola muchedumbre, presa de una pandemia emocional sin precedentes, a no ser tal vez el Día de la Victoria que puso fin a la Primera Guerra Mundial, la Liberación de París, el 8 de mayo de 1945.

Francia, la humanidad, parece que no sean ya abstracciones, parecen tomar cuerpo, encarnarse bajo nuestra mirada, en nuestros corazones, en nuestros cuerpos. Habremos entonces conocido eso, “la ilusión lírica”. Imposible salir airoso sin Freud y su Massenpsychologie, o incluso sin su doctrina de la cura. El acontecimiento marca un corte, reconfigura al sujeto, o más bien lo hace emerger con una forma inédita. Sin embargo, las Bolsas, hasta el momento, no se han movido, a diferencia del 11 de septiembre. Ahora bien, es esto lo que hoy que hace las veces de prueba de lo real. Mientras no hayan registrado la sacudida, nos quedamos en lo imaginario.

Todo se ha puesto en movimiento por tres hombres, ni uno más, que han dado su vida en nombre del Profeta. De todos modos, para coronar este entusiasmo universal, no es su nombre sino el de Charlie el que sale en lugar suyo. ¡Charlie! Un semanario que, desde antes de que su redacción fuera exterminada, estaba ya, por falta de lectores, agonizando. El residuo, el desecho, de una época de un espíritu superado desde hacía tiempo. Es aquí donde se verifica lo que enseña el psicoanálisis sobre la potencia que encierra la función del resto. Charlie muere asesinado el miércoles, el domingo es el día de su resurrección. Su transformación, su sublimación, su Aufhebung, como símbolo universal. El nuevo Jesucristo. O, para no pasarse de la raya, el Here Comes Everybody de James Joyce.

Debemos este efecto a nuestros tres yihadistas, esos caballeros de la Apocalipsis, esos soldados de lo Absoluto. Lo habrán conseguido : asustar, aterrorizar, a una buena parte del planeta. Tal como lo escribía ayer en un tweet aquel viejo canalla de Murdoch, “Big jihadist danger looming everywhere from Philippines to Africa to Europe to US.” Es en el número donde cada uno alojará su miedo y lo sublimará en ardor. El número es la respuesta democrática a lo Absoluto. ¿Da la talla?

Ninguna religión ha magnificado la trascendencia de lo Uno, su separación, como lo ha hecho el discurso de Mahoma. Ante lo Absoluto, ni el judaísmo, ni el cristianismo, dejan sola a la debilidad humana. Ofrecen al creyente la mediación, el socorro, de un pueblo, de una Iglesia, mientras que lo Absoluto islámico no está mitigado, queda desenfrenado. Es el principio de su esplendor. La certeza está de su lado, mientras se sigue disputando sobre la definición de lo Judío, las Iglesias protestantes riñen entre ellas, y el propio Vaticano sufre, al decir del papa, de un “Alzheimer espiritual”. Otro académico prescribe al Islam que se someta a “la prueba de la crítica” para ganarse una verdadera grandeza. En efecto, esa es la cuestión. Cuando las ranas críen pelo…

Cuando uno se manifiesta, como vamos a hacer dentro de algunas horas, se dirige a una potencia que se trata de doblegar. Los cortejos que, ahora mismo, van a converger en la Place de la Nation, no lo saben pero se preparan para celebrar el amo de mañana. ¿Cuál es? “Pero a ver, me dirán, venimos  a elogiar a la República, a las Luces, a los Derechos del Hombre, a la libertad de expresión”, etc., etc. ¿Creen realmente, responderé, que son solidarios con estos “valores” el Sr. Poutine, M. Viktor Orban, los Grandes de este mundo? Es mucho más simple. Valores sólo tienen uno: el orden público, el mantenimiento del orden. Y sobre esto los pueblos se ponen de acuerdo entre ellos. El vínculo social, ese es el Bien Soberano. No hay ningún otro. Se honra a las víctimas, sin duda. Pero en primer lugar, y en todas partes, se cuenta con la policía.

¡Pobre Snowden! Sí, queremos ser vigilados, escuchados, espiados, si la vida es a este precio. Gran estampida hacia la servidumbre voluntaria. ¡Qué digo! ¿Voluntaria? Deseada, reivindicada, exigida. En el horizonte, el Leviatán, “Pax et Princeps.” En Roma llegó un momento, observaba antaño Ronald Syme, en que hasta los Republicanos consideraron como un mal menor “submission to absolute rule”. Houllebecq no se equivoca en este punto: la tendencia hoy, contrariamente a las apariencias, no es a la resistencia sino a la sumisión.

 

(De próxima publicación en lepoint.fr

Traducción: Miquel Bassols)