El deseo Trans, de Vilma Coccoz

El deseo Trans es un libro de necesaria lectura y relectura, un libro plural; lo componen veinte trabajos, variados, con diferentes caminos y aspectos en lo que toca a la política, la episteme y la clínica de la llamada cuestión trans. Los textos van dando luces, señalando sombras y también suscitando preguntas a través de ese espeso bosque que hay tras el significante trans.

TRANS

El significante trans se ha hecho prevalente en los últimos años y circula en lo social, tanto que ha promovido que se legisle sobre ello. Es un nombre del malestar propio al momento de la cultura actual. Félix Rueda1 señala en el texto que presenta en El deseo trans, que no es el malestar sino la época del impasse sin significante amo, fluida, época del rechazo de la castración.

La decadencia de lo simbólico por un lado y la pregnancia potente del ideal de autonomía del yo, un yo que se autoayuda, se autonomina con un nombre elegido, se autoinscribe como masculino o femenino o bajo otro significante, no permiten en muchos casos, armar una brújula que guíe el goce y este se desarrumba un poco; en otros casos no es que pierda el rumbo, es que el hablante no ha consentido a la marca de la lengua en el cuerpo, a la pérdida que eso supone y la fijación de un resto, y el goce está disperso y en ambos, tanto si está sin rumbo como si está disperso, buscará una manera de localizarlo en identificaciones variadas, simbólicas, imaginarias con las que limitar ese goce extraño que invade el cuerpo y serán más o menos estables como forma de "identidad", si dicen algo de la subjetividad del sujeto y de la diferencia que establece la sexualidad, la alteridad.

La sustitución del significante sexo por género comenzó sobre todo con Stoller2 y Money3 que lo definieron como una construcción social que se separa de lo biológico y sitúa la diferencia en la educación y la política, construcción que sostiene ideales y produce roles y subjetividades. Pero la teoría de género nace en la academia norteamericana; en los años 90 las teorías de Judith Butler4 y los estudios queer se extienden en lo político y en lo social con gran éxito en toda la cultura occidental. Estas surgen en un momento en que las reivindicaciones identitarias en USA ya habían hecho acto de presencia y siguen proliferando desde los años 60 en los medios socioculturales y políticos. En los últimos años con los estudios de género, lo queer, los feminismos, xenofeminismos y los múltiples grupos identificatorios, el término género se ha impuesto y el sexo se ha descolgado de trans, y transgénero ha englobado transexual, aunque no es lo mismo. También género está cayendo y el significante trans se está imponiendo en el discurso. El disconformismo entre el sexo atribuido a un sujeto y el sentimiento respecto al mismo está ya registrado desde la antigüedad; los frigios de Anatolia castraban a los hombres que se sentían femeninos y se les autorizaba a vivir a partir de ese instante como mujeres. Hipócrates había informado de la existencia entre los escitas de hombres que se vestían y comportaban como mujeres y existía la creencia que fueron feminizados por intervención divina. Hay algún estudio antropológico sobre grupos humanos que mantenían como ritual que un hombre elegido se transformara en mujer y viviera como tal. Hay descripciones de pacientes en el siglo XVIII en manicomios que relataban ser o sentirse del otro sexo y actuaban y se vestían como tales. En el siglo XIX Esquirol y Seuret registran testimonios de pacientes que se vestían y comportaban como pacientes del otro sexo y Kraff-Ebing a principios del siglo XX había descrito un caso en su "Psicopathia sexuallis"5. En 1930 se publicó el caso de Einar Wegener, pintor danés, (este caso se hizo famoso por la película sobre su vida) que se sometió a una intervención múltiple en Dresde, dirigida por el cirujano Hirsfeld6, para transformar su cuerpo en femenino; murió al año siguiente y no había vuelto a pintar. Hirsfeld trató a varios pacientes transexuales en Berlín; el endocrinólogo Harry Benjamin7 trabajó con él y se trasladó a Nueva York donde desarrolló el tratamiento en los años 50 y estableció el transexualismo como entidad propia, pero señaló que el término había sido acuñado por D. O. Cauldwell en 1949 en un artículo en que describió el caso de una mujer que quería cambiar de sexo.

Hoy transexual se engloba en trans y transgénero; son otras las coordenadas socioculturales y también el imparable crecimiento tecnocientífico está implicado en ello. Pero no es lo mismo transexual que transgénero.

TRANSEXUALISMO

El transexual es una persona que desea y en muchas ocasiones realiza la transformación de su cuerpo en la del sexo opuesto, a partir de la certeza de que su verdadera identidad sexual es contraria a su sexo biológico. Es una certeza inamovible, su cuerpo está equivocado y quiere cambiarlo por el otro, que es el que le corresponde. Es un creyente del binarismo el transexual, objeta al trans como dice Maleval8 en su artículo del libro que presentamos.

No hay muchas referencias en Lacan al transexualismo; en relación al caso Schreber, plantea que al llamado al Nombre del Padre responde un agujero en lo simbólico en el lugar en que había de advenir la significación fálica; la solución de Schreber al desencadenamiento será feminizarse, ser la mujer de Dios. Más tarde lo formalizará como el empuje a La mujer. La mujer que no existe en lo simbólico vendría al agujero del Nombre del padre forcluido y es lo que se declina como empuje a La mujer en algunos transexualismos o también en la feminización en otros casos de psicosis. En el Seminario 49 Lacan nombra el transexualismo en relación a una presentación de enfermos y en el Seminario 1810 dice, refiriéndose a Stoller y su libro Sex and gender, que "elude la cara psicótica de estos casos por carecer de toda orientación, por no haber escuchado nunca hablar de la forclusión lacaniana". Un año después, en el seminario 19, dice que el error del transexual es desconocer que el órgano en tanto instrumento del goce es siempre un significante, un órgano subjetivado como significante. "Su pasión, es la locura de querer liberarse de este error, el error común que no ve que el significante es el goce y que el falo no es más que su significado"11. El transexual no quiere ser representado por el significante, eliminando el órgano cree liberarse del significante; él quiere ser representado por el cuerpo. El órgano es un hecho de discurso, un significante que no dice todo del goce; hay otro goce, la alteridad del goce femenino y por eso no es posible una medida común de los goces, no hay relación sexual. El transexual hace pasar a lo real esta imposibilidad, que sería creer que hay relación sexual, que hay un goce completo. Para el transexual habría una esencia femenina y una esencia masculina. Hay un libro precioso de leer, aparte de interesante clínicamente, cuyo título es “El enigma” y es la autobiografía de Jan Morris, periodista transexual masculino que casado y con tres hijos ya mayores, y después de los tratamientos hormonales que se hacían en ese momento le intervienen en Marruecos en 1972. El cambio de sexo le restituye estabilidad, satisfacción y se pregunta al final del libro, "qué se siente al ser mujer, después de tantos años de ser hombre (…) cualquiera puede creer que tiene sentimientos de mujer o de hombre, pero en realidad tal vez sean simplemente sentimientos que sólo pertenecen a sí mismo"12. Si la pasión del transexual es no ver que el goce en el cuerpo lo introduce el significante, la pasión del transgénero es la autodeterminación, la pasión de hacerse a sí mismo sin el Otro.

TRANSGÉNERO

En el transgénero el acento es puesto en el semblante, se desea transitar de un semblante a otro, o quedar en tránsito fluyendo, el género fluido. Los semblantes son vacilantes porque dependen del discurso; es tal vez por eso que muchos adolescentes, momento vacilante, se sienten concernidos por el discurso trans. En el transgénero no es un cuerpo equivocado al que hay que rectificar; no está el acento en la naturaleza sino en la relación al Otro, al Otro con mayúscula, al Otro del significante y lo que hay que cambiar es el nombre propio, el pronombre gramatical con el que será nombrado, la inscripción legal, y el aspecto con el que se presentará a los demás e introducirá los cambios en el cuerpo que necesite. No todos los que transitan hacen intervenir a la medicina en la misma manera y en algunos no interviene en absoluto. El género lo decide el sujeto a partir de los lazos con el Otro. Las identificaciones los son en relación al Otro y esto juega un papel importante en los casos de los niños y adolescentes. Los niños no son adultos; tomo unas palabras del texto de Anna Aromí en El deseo trans “los niños no tienen los recursos para soportar el peso de las palabras, sobre todos de las que ellos mismos dicen y no pueden ni deben responder ni pagar por ellas”13. Los adolescentes están intentando orientarse con el goce y con el deseo, probando y pueden precipitarse a responder a una petición de cambio de género, que posteriormente puede dar lugar a detransiciones, que no son sin sufrimiento.

Lo trans no existe, eso lo dice textualmente Laurent Dupont en la última sesión de un Taller sobre Trans organizado por la FCPOL14. Quiero añadir que la FCPOL envió al Ministerio de Igualdad unas alegaciones en relación al Anteproyecto de Ley para la igualdad real y efectiva de las personas trans y para la garantía de los derechos de las personas LGTBI, que se debatía en el Congreso en ese tiempo. Amanda Goya15 hace un interesante análisis de la ley en un apartado de este libro, El deseo trans, y Dócil a lo trans, es el título del primer capítulo, un texto imprescindible de Jacques-Alain Miller16, y dócil a lo trans una orientación para nosotros, que podríamos leerlo como acoger sin prejuicio y dejarse enseñar por cada uno.

Lo trans no existe, es uno por uno.

*Texto presentado en la BOL de la Sede de Vigo/ A Coruña en noviembre de 2023.

 

Notas: 

  1. Rueda, F. “Una sólida ortodoxia”. El deseo trans. RBA, Barcelona, 2022.
  2. Stoller, R.J. Sex and gender. Science House, Nueva York, 1968.
  3. Money, J. y Tucker P. Asignaturas sexuales. A,T.E. España, 1975.
  4. Butler, J. El género en disputa: El feminismo y la subversión de la identidad. Paidós, Barcelona, 2007.
  5. Delgado, M. y otros. La sexualidad en la sociedad contemporánea. Lecturas antropológicas. Univesidad Nacional de educación a distancia (para uso interno del Máster en Sexualidad Humana). Fundación Universidad empresa. Madrid, 1991.
  6. Brecher, E.M. Investigadores del sexo. Grijalbo, México, 1973.
  7. Delgado, M. y otros. La sexualidad en la sociedad contemporánea. Lecturas antropológicas. Op. cit., p. 240.
  8. Maleval, J.Cl. “El transexualismo objeta al transgenerismo”. El deseo trans. Op. cit.
  9. Lacan, J. El Seminario libro 4. La relación de objeto. Paidós, Buenos Aires, 1995.
  10. Lacan, J. El Seminario libro 18. De un discurso que no fuera del semblante. Paidós, Buenos Aires, 2009.
  11. Lacan, J. El Seminario libro 19…O peor. Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 17.
  12. Morris, J. El enigma. Grijalbo, Barcelona, 1976, p. 186.
  13. Aromí, A. “Despatologización del trans”. El deseo trans. Op. cit., p. 165.
  14. Taller sobre clínica trans de la FCPOL.
  15. Goya, A.” No todo lo que brilla es oro. Comentario sobre la futura ley trans”. El deseo trans. Op. cit., p.186.
  16. Miller, J-A. “Dócil a lo trans”. El deseo trans. Op. cit., p.13.