Ecos de la conversación con el Directorio Ampliado de la ELP

¿Qué significa ser miembro de la Escuela? Con este título se nos convocó a los miembros y socios de la Comunidad de Galicia para conversar con el Directorio Ampliado de la ELP y otros colegas de diferentes comunidades.

La conversación tuvo lugar el 24 de septiembre de 2021 en la sede de Vigo de forma virtual, fue presentada por María Antonia de Miguel, secretaria de la sede, y moderada por el presidente de la ELP, Félix Rueda. Los cuatro ponentes: dos miembros de la Escuela y dos socios de las dos sedes de la Comunidad de Galicia, trabajaron en torno esta pregunta.

Escuchamos las ponencias de Carmen Garrido, Begoña Isasi (directoras de la C. Galicia y de la C. País Vasco), miembros de la ELP, y Begoña Conde y Leonardo Vilariño, socios de las sedes de Vigo y de A Coruña, que propiciaron el debate posterior.

Carmen Garrido abrió la secuencia con un texto en torno a la pregunta que nos convocaba. A partir de una cita de Miller en el seminario El banquete de los analistas y los textos institucionales del “Acto de Fundación” y la “Proposición del 9 de octubre del 67” incidió en los tiempos de la formación de la Escuela y las consecuencias de estos dos actos de Lacan. En su texto fue desgranando las diferencias que caracterizan a los miembros de las escuelas lacanianas de otro tipo de asociaciones, para enfatizar: “Hay una única categoría de miembro. En cambio, hay títulos diferentes según la relación con la experiencia analítica”.

Toma el enunciado de Lacan “tan solo como siempre estuve” y su resonancia en los practicantes del psicoanálisis “en su propia subjetividad y soledad”. A partir de la “Teoría de Torino” de Miller, Carmen planteó cómo se puede saber hacer con el Ideal de la Escuela a partir del propio análisis, del encuentro con la soledad subjetiva; cómo cada sujeto está en relación con este Ideal y a la vez su relación singular con la Causa Analítica que puede ser elegida, puede ser compartida. Realizó una lectura, del testimonio reciente de Felicidad Hernández, ”La Escuela, una experiencia inédita” para dar cuenta de estas cuestiones.

Begoña Isasi expuso que su trabajo surge a partir de un acto fallido, su tesis ”es indisociable ser miembro de la Escuela y la formación del analista, así como también cuando un sujeto entra en la Escuela consiente con la formación que esta dispensa”, para seguidamente plantear que, en su respuesta a la pregunta que nos convocaba, ser miembro de la Escuela “supone en el horizonte el deseo del analista y por lo tanto el pase”.

Su ponencia se estructura en cuatro apartados. El primer apartado gira en torno a la pregunta “¿en qué consiste la formación del analista?”. Partiendo de dos presupuestos, solo puede haber analista con análisis y para ello es necesario la existencia de la Escuela. Diferenció la soledad con la causa analítica, del aislamiento, enfatizando la importancia del control y la permutación de cargos dentro de la Escuela.

En el segundo apartado plantea las diferencias entre los títulos que otorga la Escuela, AME y AE, y trabajando acerca de la garantía y el Pase, tomó el testimonio de Felicidad Hernández, remarcando que la Escuela es el “digno lugar para alojar lo imposible de saber”.

El tercer apartado trabaja el concepto de Escuela-sujeto introducido por Miller en su Teoría de Torino proponiendo que consiste en “hacer hablar a la Escuela.”

Señala lo que considera el síntoma de la ELP “los pocos jóvenes que se deciden a ser miembros”.

El cuarto apartado sigue el Informe Moral de Angelina Harari, presidenta de la AMP, donde expone las vertientes para las candidaturas y la particularidad de la ECF en la que ha habido demandas de Pase de no miembros y pasadores con esta misma condición. Lo cual le lleva a plantearse cómo hacer en el tiempo presente con la formación. Si Lacan planteaba la inmersión de los jóvenes, hoy en día se trataría de incluirlos y que cada uno encontrara la manera de hacer en la Escuela.

Begoña Conde articula su trabajo a partir de su experiencia propia para tratar de dar su respuesta a la pregunta inicial y establece una primera diferencia entre estar en la Escuela o formar parte de ésta.

Sus referencias a la soledad de Freud en su camino hacia la invención del Psicoanálisis es también la soledad de Lacan cuando funda su Escuela. Para descartar lo “imaginario” del grupo, será la transferencia de trabajo lo que permite “subjetivar la relación de los miembros - sujetos”. Siguiendo la teoría de Torino de Miller propone una tesis: “ser miembro implicaría subjetivar la Escuela (…) ya que subjetivarla conlleva incluirse en ella. Sentirse participe y al mismo tiempo se está contribuyendo a construirla…”.

Para Begoña “que la Escuela admita a un nuevo miembro sería un acto de Escuela, que refrendaría que un sujeto se ha ido ya autorizando como tal miembro por sus “actos de sujeto” en relación con el psicoanálisis y a la Escuela”.

Ser miembro es el producto del recorrido singular en el que “se va haciendo menos freudiano edípico para hacerse más lacaniano postedípico”. Separarse del “goce mortificante del saber académico” tal como lo expresó Felicidad Hernández, hacer el tránsito de ese, el uso de la Escuela como objeto de goce, a alojar la Escuela como objeto de deseo.

Concluye con algunas respuestas no-todas de lo que para ella significa ser miembro de la Escuela: Hacerse un lugar en la Escuela a través de la transferencia con ella, responsabilizarse en sostener la causa analítica y su transmisión, arriesgarse a hacer Escuela, sostener el discurso analítico y desembrollarse de lo imaginario y lo simbólico.

Leonardo Vilariño toma la cuestión de la garantía, si bien no hay títulos que garanticen la práctica, que solo se produce desde la soledad del acto de autorizarse como producto de un análisis, del control y de la formación. Señala pertinentemente que la garantía que ofrece la Escuela al que pide su entrada “es el de un supuesto garantizado” ya que estaría por ver cuál es su trabajo que está por venir. Toma el testimonio de Victoria Horne Reinoso y de Felicidad Hernández para mostrar cómo se produce en un recorrido analítico la transferencia de trabajo, el lugar central del control con los efectos de éste no sólo en la práctica sino también los efectos que tiene para el sujeto, para el analista, tomando la indicación de Lacan “la transmisión de la enseñanza se hace del uno al uno no del uno al grupo”.

Leonardo, que sigue a Miller, propone que la experiencia de un análisis “funda un lazo sin grupo”, sin “obscenidad imaginaria”.

Nos propone que un miembro “es un trabajador decidido, uno que trabajará, no que trabajó”, es la identificación que Lacan propuso para que su Escuela no fuera una sociedad, sino que cada miembro pueda hacer de la Escuela una “experiencia inaugural”.

Será la causa analítica la que pone a los miembros de una Escuela lacaniana en el lugar del sujeto que trabaja, trabajadores decididos, pero también una Escuela de analizantes que se ponen al servicio de la causa analítica.

La conversación posterior, moderada por Félix Rueda, fue animada, señalando que la pregunta inicial interroga constantemente a los sucesivos consejos de la Escuela, es algo que no cesa de escribirse y que nunca se llega a descifrar del todo.

La cuestión de la garantía, la tensión entre la soledad de autorizarse como analista, pero con relación a la Escuela, el consentimiento con la formación que la Escuela dispensa, cómo hacer en el momento actual, como al hilo de los tiempos no solo los textos de Freud, Lacan, Miller orientan sino también el trabajo de los AE en ejercicio como aquellos que interpretan la Escuela, que producen elaboraciones que elucidan la vida de la Escuela-Sujeto.

Se conversó acerca de la cuestión de por qué los jóvenes no piden la entrada en la Escuela, es una pregunta que convoca a la Escuela, quedando abierta, al igual que la pregunta que nos convocaba ya que siempre es una respuesta una por una.