De cómo no hay analista sin análisis personal

Reseña del testimonio de Patricia Tassara “¿Sobre qué te has autorizado?”.

 

El pasado 14 de febrero de 2020, Patricia Tassara presentó en Madrid uno de sus últimos testimonios que tituló “¿Sobre qué te has autorizado?”. Acercándose al final de sus tres años de AE, realizó un notable trabajo de reducción y condensación para mostrarnos en su presentación los puntos clave de su análisis personal que han permitido su autorización como analista. Entró al detalle de cómo su análisis facilitó el reconocimiento y la disolución de determinados obstáculos con los que se encontraba en su práctica, para así poder sostener una posición analítica bien orientada.

Desde su Seminario 2, Lacan nos advirtió: “Resistencia hay una sola: la resistencia del analista”. Para explicarlo añade: “Por parte del sujeto, no hay resistencia. Se trata de liberar la insistencia existente en el síntoma. (…) En otros términos, la resistencia es el estado actual de una interpretación del sujeto. (…) Esta significa, simplemente, que no puede avanzar más deprisa, y ante esto ustedes no tienen nada que decir. El sujeto está en el punto en que está. (…) El analista resiste cuando no comprende lo que tiene delante. (…) Por el contrario, de lo que se trata es de enseñarle al sujeto a nombrar, a articular, a permitir la existencia de ese deseo que, literalmente, está más acá de su existencia, y que por eso insiste. Si el deseo no osa decir su nombre es, es porque el sujeto todavía no ha hecho surgir ese nombre”1.

En su testimonio, Patricia Tassara tuvo la capacidad de mostrarnos, a la vez, cómo era sujeto en análisis luchando contra su propia “insistencia” sintomática en busca de la manera de nombrar lo que le ocurre, y cómo era analista descubriendo lo que hacía “resistencia” en ella a la hora de dirigir los análisis de sus analizantes.

Nos permitió acompañarla así en los caminos por los que pudo desvelar cómo cambió su posición respecto al objeto mirada; cómo pudo consentir a la inexistencia del Otro; cómo su precipitación sintomática se transformó en un estilo rápido sinthomático; cómo su escucha con los analizantes pudo despejarse cuando su propio goce se fue despegando de los S1 que la comandaban; cómo pudo llegar a sostener la espera ante el agujero del saber que el analista debe poder habitar, y, como consecuencia de todo ello, cómo pudo ir pasando de un “lanzamiento” precipitado a la clínica a una autorización como analista firmemente sustentada en la experiencia del propio análisis.

Este testimonio nos enseña la lógica del entrelazamiento entre el análisis personal y la posibilidad de sostener la posición analítica en la dirección de una cura. Aunque, eso sí, Patricia Tassara quiso recordarnos también que “la posición de analista nunca está asegurada”, retomando palabras de Esthela Solano. A pesar de todo el recorrido realizado, siempre hay restos. Por ello, subrayó en su intervención la imprescindible formación permanente del analista, el obligado control de su práctica y “la necesaria ficción del Otro que es la Escuela” para poder vehiculizar de la buena manera estos restos en el lazo con los otros. La conversación posterior a la exposición de su testimonio fue, sin duda, una puesta en acto de cómo se puede dar este trabajo en la Escuela.

Agradecemos a Patricia Tassara esta prueba en primera persona de que no hay analista sin análisis personal.

 

Notas:

  1. Lacan, J. El Seminario, libro 2: El yo en la teoría de Freud y en la técnica psicoanalítica, Buenos Aires, Paidós, 2010, pp. 341-342.