Crónica: Presentación (e intervenciones*) del libro de Martin Egge, “El tratamiento del niño autista” en la Biblioteca de Orientación Lacaniana de Bilbao. Susana Viar (Bilbao)

El día 21 de mayo tuvo lugar la presentación de “El tratamiento del niño autista” de Martin Egge, en la Biblioteca de Orientación Lacaniana de Bilbao, actividad orientada hacia el Foro de Barcelona.

Para ello contamos con Vilma Coccoz y Julio González. Félix Rueda, otro de los invitados no pudo asistir. Beatriz Tomey moderó la mesa.

Julio González hizo una intervención muy meticulosa sobre el trabajo con el autismo. Nos enseñó cosas tan interesantes como que hay muchos autistas en los que no se da el balbuceo de los bebés no autistas, que suele ser previo al lenguaje.

Vilma Coccoz señaló la importancia de la aportación de las experiencias en este campo por parte de los colegas del Campo Freudiano que, como el libro de Marin Egge, son una carta abierta a la enseñanza. No es nada fácil trabajar con autistas, se necesita el trabajo en equipo.

Hizo una exposición muy poética comparando la clínica del autismo con la “Navegación por estima”. Venía muy acorde con el marco del Cantábrico y la tierra de navegantes en la que nos encontramos.

El encuentro fue muy fructífero no sólo por el número de asistentes sino porque el cálido clima que se creó dio lugar a numerosas intervenciones desde diferentes saberes. Todo, eso sí, cuestionando la forma protocolaria que se está imponiendo en diferentes instituciones. Una colega, por ejemplo, habló de un autista del que fue su educadora; cuando la institución donde trabaja se fue decantando por la línea más cognitivista, este chico la dejó diciendo: “Me voy porque esta forma de hacer ataca mi inteligencia”. Tenía razón.

Muchos profesionales luchan mucho por sacar adelante y cuidar la subjetividad de estos sujetos. Con la evaluación y los protocolos se intenta, no sólo boicotear su trabajo sino la subjetividad de los pacientes.

PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE MARTIN EGGE: “El tratamiento del niño autista”. Vilma Coccoz

En primer lugar, quiero celebrar la aparición de este libro como un objeto precioso, una edición muy cuidada, en un papel fácil de subrayar y un formato que permite leer cómodamente, y hacer notas al margen. Este marco favorece pues, el cumplimiento de su función de libro-mensaje y, así, responde a otros textos de la Escuela, concebidos como “cartas abiertas”. En el seminario XVIII Lacan manifiesta que ése el destino que desea para sus Escritos: que sean cartas abiertas, lo cual supone que cada lector debe aportar, al leerlos, algo de su cosecha. Martin Egge demuestra hasta qué punto se ha hecho destinatario de las cartas lacanianas en la primera parte de su libro. Esta constituye un verdadero mapa para no extraviarse en la búsqueda de los distintos aportes de la enseñanza de Lacan respecto de la clínica psicoanalítica de las psicosis infantiles y el autismo.

Con exquisito rigor Egge reúne también lo esencial de las aportaciones fundamentales a esta problemática que debemos a otros autores, hasta desembocar en la segunda parte del libro, en el estudio de la invención genial de Antonio Di Ciaccia: “la práctica entre varios” según el nombre con que la ha bautizado Jacques-Alain Miller.

Es la primera vez que se lleva a cabo un ordenamiento doctrinal de casi cuarenta años de experiencia en instituciones que funcionan según este original método inspirado en el saber de Freud y Lacan. Egge nos explica por qué razón es una práctica acorde con los tres principios lacanianos:

1) la táctica: en esta práctica cada persona interviene con la mayor libertad en cada momento, lo cual conlleva la mayor responsabilidad.

2) la estrategia: comporta una dirección y se decide colectivamente.

3) la política: responde al principio ético de crear al sujeto.

Y ello a partir de la constatación de dos hechos clínicos: en primer lugar, el autista está en el lenguaje. En segundo lugar, para él el Otro no funciona, por lo cual, no habita en el discurso. Sus enunciados, a veces sólo retazos de palabras, y la reacción de taparse los oídos revela, en palabras de Lacan, que el debate sobre lo pre-verbal y lo verbal es, en este caso, impropio, porque “es del verbo de lo que [el niño] se defiende”. Y así llegamos al corazón de la perspectiva del psicoanálisis de orientación lacaniana sobre el autismo: se desprende de una doctrina sobre la subjetividad y representa el asiento de la ética psicoanalítica. Según la cual, el lenguaje no es sólo una vía de comunicación o de información sino, fundamentalmente, es la dimensión en la que se forma el ser, de ahí que Lacan se refiera al serhablante (parlêtre).

La conquista del ser, lejos de ser producto de la evolución, es un recorrido arduo que comienza con la formación de lo que Freud llamó Nebenmench o “complejo del semejante” y Lacan lo reformuló como el “estadio del espejo”. En él hunden sus raíces los sentimientos morales derivados de nuestra dependencia respecto de quienes nos han protegido, nos han cobijado de los peligros exteriores pero, esencialmente, de lo que Freud llama “peligro interior”. Esto es, la vocación incomprensible a la destrucción que trae consigo la vida en el serhablante y frente a la cual se manifiesta el sentimiento de desamparo. Lacan llama a esta vocación, “goce” para distinguirlo del placer y para conceptualizar una satisfacción paradójica que conlleva el hecho de habitar el lenguaje. Cada uno de los hechos que acontecen en este recorrido vital se ubica como “retraso” o “desarrollo en la subjetivación” (1), es decir, que los hechos adquieren una determinada significación en la historia individual según la peculiaridad con que sea experimentado. Por ejemplo, el nacimiento de un hermano, puede quedar involucrado en significaciones muy distintas, desde ser considerado como un heredero hasta un usurpador.

Estas significaciones se vinculan con la particular atmósfera que rodea al niño y que Lacan denominó alethosfera, aludiendo a la verdad (aletheia) y sentido que hay en el aire y que son tan vitales como éste para la existencia. Pero también de su particular respuesta a lo que acontece.

Y para continuar con la metáfora de los Elementos, es en la célebre Conferencia sobre El Síntoma donde Lacan se refiere al lenguaje como “las aguas” o el mar del lenguaje, quizás debido a su carácter informe. En él, afirma, hacemos lo que podemos, nos cogemos de unas maderitas con las que hacemos algo, damos forma a una barca que nos permite no sucumbir, mantenernos a flote.

Estas consideraciones permiten deducir que la “práctica entre varios” constituye una “efectuación de la estructura (2)”, una inserción simbólica de un necesario marco para que pueda advenir el hallazgo de las maderitas o su manipulación adecuada para fabricar un salvavidas para los sujetos en riesgo máximo, sometidos a angustias inimaginables. Porque, según explica M. Egge, “Los niños que estamos tratando han encontrado a lo largo de este recorrido un tropiezo, un obstáculo insuperable”. Ellos merecen un respiro que ningún protocolo podrá ofrecerles, porque los protocolos se refieren a un sujeto abstracto y por lo tanto, muerto.

Siguiendo con la metáfora marítima, incluyamos ahora un añadido para concebir la estrategia que precisa dicho pasaje a la realidad del saber sobre la estructura: su paso a la realidad institucional de la Antena 112. Como estamos realizando esta presentación en Bilbao, en la Costa del Cantábrico, la tierra de donde partió el Gran Sebastián Elcano, no resulta tan difícil pensar dicha estrategia como una navegación. Veamos cuán fructífera se presenta. La llamada “navegación por estima” surgió como alternativa a la navegación costera, que toma en cuenta elementos de la costa como faros, boyas, etc. La navegación por estima, no pudiendo guiarse por la costa, depende de medios analíticos, y sólo sirve para superficies del globo reducidas. Cuatro son los problemas que afronta el navegante: determinar la posición, el rumbo, el tiempo, la velocidad y la distancia. También se tendrán en cuenta “factores internos” que han influido durante todo o una parte de la derrota (el viento) y la corriente. El punto resultante se define como “situación de estima”, del que se deduce “un punto de fantasía”.

¿Cómo concebir la “situación de estima” en la Antena? Es el interrogante que leemos en la pág 151: “¿Qué exige el niño autista o psicótico?” Cita Egge a Donna Williams: “busco un guía que me siga” y, siguiendo a Di Ciaccia, propone las condiciones de la navegación de la Antena en las aguas del lenguaje: son cuatro puntos esenciales para la aplicación del método analítico “al revés”:

Primero, la disyunción del lugar y del sitio, éste último siempre en riesgo de ser ocupado por un intruso persecutorio y amenazante debido a la carencia de simbolización.

Segundo: El Otro de la palabra, el Otro que reconoce al sujeto tiene un rol preponderante, pero debe ser cuidadosamente vaciado del goce mortífero.

Tercero, el Otro regulado: el bricolaje que da por resultado el punto dos debe tener una continuidad en el espacio y el tiempo que impida la irrupción de excesos de goce.

Cuarto, para el funcionamiento de la institución se necesitan operadores, uno por uno, que se conviertan en partners del niño.

A lo largo de este capítulo M. Egge ilustra la manera en que se “navega” para permitir que cada niño, considerado en su singularidad, con su nombre propio, encuentre sus maderitas. Lacan ya había hablado del “mar de los nombres propios”. Vemos el retrato de personitas a partir de sus hallazgos, de sus invenciones que les han permitido subsistir, respirar, vivir. Así son concebidas las maniobras de autodefensa y autoconstrucción: como salvavidas. Es efecto de una verificación clínica que las llamadas estereotipias y ecolalias aumentan en períodos de agitación y tienden a desaparecer en una situación de pacificación.

Decíamos antes que la política de este dispositivo se orienta por la ética analítica: la producción del sujeto. ¿Cuál sería el equivalente al “punto de fantasía” del navegante por estima?, ¿el puerto al que se intenta llegar? No existe un puerto standard, igual para todos: “En las psicosis, -afirma Egge-, en ausencia de discurso establecido, el sujeto debe afrontar el trauma del lenguaje con una construcción de sentido propia”

En la pág. 172 Martin Egge describe cinco tiempos de la lógica de la construcción: 1) De la alternancia a la comprobación del Otro como “regulado”; 2) Las primeras construcciones; 3) La metonimia en las construcciones; 4) Las clasificaciones; 5) La enseñanza. Pero es importante aclarar que el puerto de llegada no se sabe de antemano, se va formando con el ritmo de cada niño: “El desafío de la Antena 112 es acompañar al sujeto en su construcción hasta donde su estructura le permite llegar.” (Pág 172). Como es un tránsito que se realiza en la vida, en las aguas a veces tranquilas, otras con corrientes adversas, unas veces con viento a favor y otras, en contra, en todo momento pueden surgir sorpresas, hallazgos, pero, también, y no se nos oculta, dificultades. En tales casos se diseñan maniobras de salvamento destinadas a evitar que pudiera surgir en los niños el sentimiento de que se le ha dejado plantado, o de que se goza de él.

Ello requiere una delicada maniobra que se transforma en una cura antinarcisista para los operadores que no responden a jerarquías ni títulos, sino sólo a su condición de acompañante de este particular transcurso subjetivo de los pequeños navegantes. El entusiasmo y la frescura que se desprende de esta práctica se vincula, según lo propuso Virginio Baio, con la alegría del acto ético.

Una tercera parte del libro está dedicada al estudio de lo que nos enseñan los testimonios publicados por autistas adultos. Egge ha titulado este apartado “de parte de los autistas”: son cartas dirigidas al buen entendedor, aquel que celebra, desde la polis freudiana, la conquista que cada uno de ellos ha podido realizar de su particular Itaca en medio del turbulento Logos.

La apasionante y necesaria lectura de este libro despierta “el boca a boca”: pásalo, díselo “a todos los niños que se escuchan a ellos mismos y a los que desean entenderles.”

Notas:

1-. Según los desarrollos del Seminario V de J. Lacan: Las formaciones del Inconsciente.

2-. Según la expresión de Lacan en el Acta de Fundación de la Escuela

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EL LENGUAJE HUMANO NO ES SÓLO COMUNICACIÓN. Julio González

Este libro que se presenta, “El tratamiento del libro autismo”, es un libro hoy en día necesario. Necesario para mostrar de una manera clara cómo el psicoanálisis puede operar en el caso del autismo, qué orientación puede ofrecer, qué resultados puede obtener.

Es también oportuno, pues estamos todos convocados el día 19 de junio en Barcelona a un Forum que lleva por título “Lo que la evaluación silencia. Un caso urgente: el autismo”, Forum en el que se trata de señalar los límites de la actual ideología de la evaluación así como de mostrar la respuesta propia del psicoanálisis frente al caso del autismo. En este aspecto la actividad de hoy tiene muchos puntos en común con la del Forum, quisiera mencionar uno. Creo que el libro de Martin Egge en sus cuatro grandes apartados desarrolla la cuestión principal del Forum y que se explicita en el manifiesto de convocatoria del mismo que ustedes pueden encontrar en www.foroautismo.com; dice así: “Porque el psicoanálisis entiende, así, que el tratamiento del autismo no puede reducirse a modelos de adiestramiento de la conducta ni a simplificar la complejidad del habla y del lenguaje humano a ejercicios de comunicación”. Bien, esto es lo que el Forum nos propone, y el libro de Egge ilustra, lo desarrolla, lo arma conceptual y clínicamente.

Asimismo he de decir que he leído el libro, para esta ocasión, de un modo sesgado, con una pregunta que se me plantea a partir de mi practica con este tipo de casos. Me refiero al encuentro con niños en los que al hacer la historia se constata que no hubo un balbuceo, ni tampoco un uso del llamado lenguaje infantil. O bien eran mutistas, o sus balbuceos y vocalizaciones eran más bien escasas. No había un disfrute de la lengua en ellos. Muchos, cuando comenzaron a hablar lo hicieron con un paso inmediato a un modo totalmente correcto del lenguaje, otros parecían inventarse una lengua propia construida con trozos de diversas lenguas escuchadas, incluso en algunos casos de niños que llegados de otros países comenzaban a hablar en euskera. Asimismo, se comprobaba también que a la par de esto el niño manifestaba una gran agitación corporal.

Me parece que son casos que dan cuenta de un cierta manera límite de situarse el ser humano en el lenguaje y en el vínculo social, es decir, muestran cómo en el autismo el hablante no usa el balbuceo para ubicarse en el lenguaje, y entiendo que interrogan acerca del uso de lo que coloquialmente llamamos lengua materna. ¿Qué supone hablar la lengua materna? Mi hipótesis es que en ellos se puede constatar la presencia de un rechazo, que en su encuentro con la palabra el sujeto se produce a partir de un rechazo.

Me parece que el libro de Egge nos ofrece en esto algunas pistas. Una de ellas está en la página 115, ahí encontramos lo que sería el principio mayor de la acción analítica: “ningún sujeto puede existir sin el Otro”. Lo cual ubica al psicoanálisis en una perspectiva radicalmente distinta a la del determinismo biológico, psicológico, o ambiental, es decir, para el psicoanálisis se trata de desmarcarse de la polémica acerca de si la causa es uno de estos factores, y tomar el autismo por el sesgo del lazo del sujeto y el Otro, de cómo el sujeto se constituye como efecto de real en su lazo con el Otro, con qué elementos significantes y pulsionales se teje dicho lazo. Por tanto el psicoanálisis no es una práctica culpabilizadora.

En esta perspectiva, me ha parecido importante el tipo de lazo propio del autismo que el autor señala en la página 77: “El niño autista, en cambio, no entra en la demanda, su lenguaje permanece como algo cerrado, se oye él solo, y así el Otro, a nivel simbólico, queda estructuralmente excluido de su mundo. Su palabra no le sirve para decir”. Dicho de otro modo, el autista no está en el discurso.

Es también interesante el apartado dedicado a la triada necesidad-demanda-deseo (Pág.86) a partir del grito del bebé y la respuesta del Otro, sobre todo cuando el autor subraya cómo es la acción del bebé, la de mamar con satisfacción, la que termina de instituir al Otro y el mensaje del Otro.

También los capítulos dedicados a mostrar los diversos fenómenos y estrategias que los niños atendidos en Antenna 112 despliegan en su lazo con el Otro, un Otro desregulado en el que la vertiente de la palabra no resulta pacificadora.

Entonces, si no es un sujeto que se constituya al entrar en la demanda dirigida al Otro, en el discurso, ¿qué podemos decir de él? En este punto Martin Egge nos remite a un escrito de Lacan, La Conferencia sobre el Síntoma, en Ginebra (1975). En ella Lacan señala que:

1.- los autistas “se oyen a sí mismos”. “Ellos oyen muchas cosas. Luego rompen en alucinaciones, y la alucinación tiene siempre un carácter más o menos vocal. Todos los autistas no oyen voces, pero articulan muchas cosas, y se trata justamente de ver de dónde viene eso que ellos articulan”.

2.- En el autista hay algo congelado. Que tengamos dificultades para entenderles “no impide que, después de todo, sean personajes más bien verbosos”

3.- los autistas “no llegan a escuchar lo que usted tiene para decirles en tanto usted se ocupa de ellos”.

Quiero tomar los dos primeros puntos. No voy a entrar en este punto 3, simplemente señalar, y esto el libro de Egge lo muestra bien, que un dialogo, una conversación es posible con los autistas en la medida en que no nos ocupamos de ellos. Es lo que se ha llamado “practica entre varios”. La “practica entre varios” es un modo, no el único, de poder conversar con alguien que sólo se escucha a sí mismo, en la medida en que no nos ocupamos de él.

Pero tomando los dos primeros puntos. Vemos como el autista excluye al Otro, sólo se escucha a sí mismo, no hay discurso, demanda, su lenguaje es autorreferencial dice Egge. Pero Lacan señala que oyen muchas cosas, que articulan muchas cosas y que se trata de ver de dónde viene lo que ellos articulan, y añade: “luego rompen en alucinaciones”. Me parece que estas consideraciones sitúan una clínica de la alucinación en el caso del autismo, podemos incluso decir que todo el lenguaje está alucinado para el autista, aparece como una exterioridad que lo parasita, como un automatismo mental.

De otra parte está la consideración de su verbosidad, articulada al hecho de que algo en ellos se congela. Propongo en este punto poner en serie un texto de Jean-Claude Maleval titulado “Mas bien verbosos, los autistas” y publicado en Carretel n. 8, la revista de las diagonales hispanohablante y Americana de la Nueva Red Cereda.

A nivel de la clínica esta verbosidad se manifiesta:

1.- en el habla a veces mecanizada, como una máquina.

2.- en la dificultad para hablar de sí, de sus sentimientos más íntimos.

3.- en el hecho de ponerse a distancia de la voz, de la suya y la del Otro, se defiende de ella, se protege ante la angustia que provoca ya sea hablando como un papagayo, ya sea con el mutismo.

4.- ausencia de una enunciación, no se pone en juego el goce vocal, los afectos. Habla con la condición de no decir nada.

Es una clínica de la verbosidad, o del mutismo, que da cuenta del hecho de que algo quedo congelado en el encuentro entre el lenguaje y la cría humana, entre la palabra y el cuerpo, algo quedó congelado no produciéndose una pérdida de goce que permitiera su ciframiento en el inconsciente gracias al lenguaje.

Lacan en la citada conferencia señala que “es en el encuentro entre esas palabras y su cuerpo donde algo se esboza”, introduciendo a continuación la cuestión del laleo, del balbuceo. En el autismo no se produjo el balbuceo, pues el sujeto quedó congelado en el momento en el que “una voz, pues no se asimila, sino que se incorpora”.(Lacan, Seminario X).

En virtud de ese congelamiento no hay perdida del goce del viviente, no hay balbuceo, el goce del sujeto no se prende al lenguaje, no hay ciframiento del goce en lalengua pero tampoco hay representación significante, identificación primordial. Cuando la voz no se incorpora gracias al Nombre del padre, el autista no recibe del Otro los significantes amo, los S1 que le marcan. El sujeto no se representa en el campo del Otro.

Podemos decir para concluir, que en el caso del autismo la voz se vuelve angustiante, al no estar incorporada, retorna en lo real. El autista se defenderá de ella, sin posibilidad para producir el sentido.

Intervención de Vilma Coccoz y Julio González en la presentación realizada el día 21 de mayo en la Biblioteca del Campo Freudiano de Bilbao. “El tratamiento del niño autista” Martin Egge. Editorial Gredos. Madrid 2008.