Crónica: La relación con la autoridad en la adolescencia: nuevas perspectivas. Lierni Irizar (San Sebastián)

El pasado 28 de noviembre se cerró el ciclo de conferencias titulado: “Una mirada desde el Psicoanálisis sobre temas de actualidad”, organizado por la Biblioteca del Campo Freudiano-Sede de San Sebastián de la ELP. En esta ocasión, se celebró la conferencia a cargo de Hebe Tizio bajo el título, “La relación con la autoridad en la adolescencia: nuevas perspectivas”. Ante una sala en la que se congregó numeroso público, Isabel Montes, miembro de la ELP en San Sebastián presentó este acto que plantea una temática de gran actualidad.

Hebe Tizio realizó unas primeras consideraciones sobre la adolescencia, ligada desde siempre a la cuestión de la autoridad. Hoy se habla cada vez más de la pérdida de la autoridad y se hace mención de las problemáticas en los niños y adolescentes como síntomas de su falta. La adolescencia como categoría social no puede tomarse como categoría universal y homogenizadora, y por eso cada vez más se tiende a hablar de la misma en plural. Es una franja de edad creadora y rupturista que ensaya sin saber que está desplegando una modalidad de goce y el hecho de no entender, la falla en el saber, aparece tanto para el adulto como para el adolescente porque se plantea un enigma sobre el goce en juego. La adolescencia como categoría social es la forma en que se sintomatiza la pubertad.

Se refiere al momento en el que el sujeto se enfrenta con la falta de un saber sobre la relación entre los sexos bajo el imperio de un real que empuja al encuentro y donde algo debe inventar. El sujeto se pregunta ¿cómo se hace?, y por más que lea o le cuenten, la cuestión es del orden de una verdadera experiencia, algo que transforma. Hay por tanto desconocimiento y desregulación.

Un aspecto del rechazo de los adultos hacia los adolescentes, tiene que ver con la manifestación por parte de estos de las propias modalidades de goce y sus excesos inevitables hasta que encuentran su regulación sintomática.

El adolescente, en cierto sentido, es un artesano que ejercita nuevos usos de la lengua y de las imágenes para tratar modalidades de goce inéditas.

La infancia es el momento del tratamiento del goce autoerótico, mientras que la adolescencia lo es del goce que pasa por el Otro. Pero esta elección se apuntala en la elección infantil para anudarse.

El discurso dominante en la actualidad empuja en sentido contrario, ya que el consumismo apunta a que cada uno se satisfaga con los objetos del mercado en una suerte de autoerotismo tecnológico. En la adolescencia se necesita la función del adulto como una orientación.

Ante esta situación, Hebe Tizio desarrolló una reflexión en torno al concepto de autoridad. En la actualidad, es un lugar común decir que hay “falta de autoridad” y que por eso hay problemas con los adolescentes y niños de hoy. Los tiempos moralizadores que vivimos abundan en esta línea y las supuestas soluciones que se ofrecen tematizan retornos autoritarios. Pero no se trata de autoritarismo ni de dejar hacer. Entonces ¿de qué se trata?

Se podría hacer la historia de la humanidad a partir de las diferentes modalidades que ha asumido la relación autoridad-poder. En ese proceso, determinado por los cambios de discurso, se han ido desnudando poco a poco los velos de la sacralidad y separando la autoridad y el poder. Para occidente ese movimiento ha seguido los avatares de la función del padre y ahora la cuestión se juega con relación al núcleo de la autoridad, ¿qué es lo verdaderamente auténtico de la autoridad?

No es lo mismo obedecer por temor al castigo que dejarse orientar. Efectivamente, se puede hablar de la necesidad de una orientación en la vida y cuando esto falta resultan sujetos desorientados. Hay que recordar que el término “orientación” hace referencia a determinar la posición o dirección de algo respecto a un punto cardinal. Se trata de una autoridad que oriente en relación al punto cardinal del sujeto y no del autoritarismo del castigo.

Hoy el castigo casi no tiene efecto, no existe lo ejemplificador porque no se extraen consecuencias. Ya no se cree en el Otro, todas las figuras de autoridad están tocadas en el punto en el que sostenían su autoridad. Antes, autoridad y poder iban juntos pero esto ya no ocurre. ¿Cómo se sostiene la autoridad sin el poder directo? El poder directo hace que el sujeto obedezca pero esto no es lo mismo que el consentimiento. Ni el dejar hacer confiando en la autorregulación ni las soluciones antiguas son el camino.

Situados en este punto, la aportación que el psicoanálisis pueda hacer a la cuestión de la autoridad y la adolescencia es, para Hebe Tizio, la introducción de una nueva autoridad que pone en primer plano la transferencia y el mandar no como amo sino como resto. El núcleo mismo de la autoridad no está en el poder sino en el deseo puesto en juego, en la satisfacción que produce una función bien estructurada sintomáticamente.

Los niños y jóvenes de hoy -que se orientan más por el objeto, que buscan la información en Internet-, saben reconocer que la única garantía de la autoridad es el deseo. Muchos de sus rechazos son respuestas a las formas anacrónicas del poder-goce que velan un deseo muerto. En realidad, buscan despertar en el otro el punto vivo pues necesitan la ayuda de una orientación y por ello son muchos los que consienten al análisis.

Se necesita un adulto que se comprometa en la orientación a través de una autoridad instrumento, pragmática y flexible, que puede dar elementos para que cada uno haga su propio trabajo, encuentre su propio tema que es una forma de trabajar su síntoma.

Tras un interesante debate, finalizó esta sugerente conferencia que nos plantea el reto de mantener vivo el deseo, de causar a los jóvenes en estos tiempos en los que los protocolos y los procedimientos automáticos tienen un efecto mortífero sobre el sujeto deseante.