Crónica: El enigma del autismo. Carmen Orúe (Sevilla)

Forma parte del Ciclo de Conferencias que bajo el título genérico Malestares Actuales, la Sede de la ELP junto al Instituto del Campo Freudiano viene celebrando en Sevilla. Estas conferencias tienen lugar mensualmente en La Casa del Libro, siendo precisamente de la mano de Vilma Coccoz, con quien en marzo del 2009, celebráramos por primera vez un acto en esta Institución. Imperativos mayores impidieron que en esta ocasión pudiéramos reencontrarnos de nuevo entre libros, por lo que tuvimos que trasladarnos a la Sede de la Escuela Lacaniana, sita en la Avenida San Francisco Javier, Edificio Sevilla 2 Planta 4ª. El acto fue presentado por Estanislao Mena, y fue seguido por unas 30 personas.

Comenzó Vilma justificando el título: “El enigma del autismo”, y es, a partir de este momento, que el término enigma, al igual que en el psicoanálisis, -como nos dirá Vilma más adelante-, estará presente como hilo conductor, desde el principio, hasta el final de su conferencia y ello, por el valor que para la clínica psicoanalítica tiene este término.

Tendría que comenzar con un elogio del enigma, nos dirá, porque el enigma, según se mire y según se entienda, despierta el interés, el deseo de saber. Ya en la antigüedad, las personas que se ocupaban de fabricar acertijos y enigmas para entretener a los poderosos, eran muy valoradas, por ejemplo en la corte. Un acertijo, un enigma, es un artificio que saca partido del sentido oculto y de las imágenes, que indica que hay que encontrar otro significado que el que aparece, que el que está en primer plano.

Después nos va a hablar de Mallarmé y de Lacan, y se va a parar en la figura de Freud para decirnos que descubrió, en el corazón del sujeto, lo oscuro, no la luz. Se ocupó de lo enigmático, de lo misterioso, de lo oscuro que había en las palabras, en los síntomas, todo ello, elementos a ser desechados por el discurso “racional”. Y, en lugar de remitirse a la razón, a la conciencia, a la voluntad, se ocupó de cosas pequeñas; los lapsus, las equivocaciones, los sueños, los actos fallidos, los síntomas, y con eso, nos cambió el mundo.

Tras este prolegómeno, nos conduce, nos acerca a la opacidad del lenguaje a través de un texto Jacques Alain Miller, y de éste, hablará de las dos opacidades del lenguaje. Dos opacidades que se constatan cuando nos enfrentamos a algo que no entendemos y nos preguntamos qué quiere decir. Ante esta pregunta podemos resolver inmediatamente, porque parece que las palabras tienen el mismo sentido para todos, o bien, nos quedamos detenidos, sabemos que las palabras quieren decir algo y eso es lo que Miller llama el quod de la cosa, distinto del quid de la cuestión. El quid es lo que la cosa significa pero el quod es, la certeza de que hay algo, pero no sabemos qué. Este es el recurso del cine y la literatura fantásticos: hay presencias enigmáticas, algo se percibe, está, se hace notar, pero no le podemos atribuir inmediatamente un sentido, una significación.

Y esta opacidad del lenguaje le sirve a Vilma para introducirnos en la opacidad del autismo y nos dirá, que también hay dos maneras para enfrentarse a este problema, dos maneras de tratar “El Enigma del Autismo”, la Psicología y las TCC, que creen saber lo que es el autismo, que creen tener el quid de la cuestión, y hablan de que el problema es un gen, es neurológico, es una falla cerebral, etc., y de lo que se trata es de reeducar a estos seres, porque ellos saben lo que hay que hacer con los autistas.

La otra manera, la que nos enseñan los poetas y el psicoanálisis Mallarmé, y Lacan, para preguntarse con ellos, ¿qué es lo que pasa, por qué se presenta esto, qué ha ocurrido para que un niño, un ser, se detenga en el proceso de la humanización, se niegue a la palabra? Y nos dice: decía Lacan, que hay algo constitutivo en el ser hablante respecto al lenguaje, pero, en estos seres, algo se congela, pero no da ninguna respuesta sobre lo que podría ser la causa. Si nos indica que es muy importante mantener el carácter del enigma, el valor del enigma, que es una manera de indicar que la causalidad del autismo no es neurológica, ni genética, sino que está vinculada al lenguaje, es decir, que es ahí, resaltará Vilma, donde debemos resolver la oscuridad, la opacidad que representa el autismo.

Y entramos de lleno en el campo del psicoanálisis y en la clínica del uno por uno, porque no sabemos nunca, dirá, antes de que la persona se ponga a hablar, del enigma que representa su síntoma; de la misma manera que no lo sabe el propio analizante, por lo que el enigma forma parte de la práctica cotidiana, como también formó parte de su historia desde el comienzo. Freud, nos dirá, encontró, como la razón de la humanización del deseo, el complejo de Edipo.

Edipo fue famoso, y su complejo de Edipo fue posible porque resolvió dos enigmas, es decir, que la historia del psicoanálisis está vinculada directamente a uno de los grandes enigmas de la cultura: la figuración del problema del deseo humano. La cuestión es que, cuando nos enfrentamos a los enigmas de los otros, normalmente borramos el carácter enigmático y nos aproximamos a comprender con nuestro diccionario mental, ya Freud detectó este problema y en “Psicopatología de la vida cotidiana” nos dice:

“A través de mi pensamiento, circula una incesante corriente de autoreferencia de la cual no tengo noticia generalmente, pero que se manifiesta cuando intento comprender por ejemplo los olvidos. Parece como si hubiera algo que me obligase a comparar con mi propia persona, todo lo que sobre personas ajenas oigo y como si mis complejos personales, fueran puestos en movimiento al percatarse de la existencia de los otros. Esto no se debe a una cualidad individual mía, sino que por el contrario debe constituir una muestra que todos tenemos de comprender lo que nos es ajeno”.

Y termina su exposición, Vilma, presentándonos algunas peculiaridades del autista, algunas singularidades en su modo de hacer, de sentir, de crecer y ello a través de la presentación de dos libros, que reflejan claramente cómo, de la manera en que nos relacionamos con el otro, con lo ajeno, con lo extraño, depende el vínculo que vamos a establecer y sobre todo, la posibilidad de que un sujeto pueda manifestarse en su singularidad, o no.

“María y yo”, escrito por Miguel Gallardo, donde cuenta la historia de su hija autista y como decía Vilma muestra el drama de este padre intentando comprender el enigma del autismo de su hija. María es una niña tratada con terapias mediante la utilización de fichas, y donde de alguna manera se pueden apreciar los efectos del uso de la autoreferencia en la terapia.

Nos lee Vilma párrafos donde vemos cómo el autista no puede tomar la palabra en nombre propio, nos dirá, no es que no puedan hablar, pueden repetir, pueden hacerse eco de muchas cosas, pero, como dice Lacan, hay algo que se congela en ese punto y el asunto es, de qué manera se puede recuperar ese lazo al otro, ese lazo al diálogo que está interrumpido de una manera enigmática, que no sabemos por qué se ha producido.

- ¿Qué tal, Maria?
- ¿Qué comiste hoy en el colegio?
- Lili me pegó
- ¿Que qué comiste hoy en el colegio?
- Lili me pegó
- María, te he preguntado que qué comiste hoy en el colegio.
- Lili me pegó.
- ¿Lili te pegó?, deja que la pille.
- Espaguetis y pollo.

Y del otro lado, “Nacido en un día azul”, es un testimonio de un adulto autista, Daniel Tammet, que realizó un autotratamiento de su autismo, de su propio enigma y que pone en evidencia las tesis lacanianas del psicoanálisis sobre el autismo, la causalidad psíquica y lo que llamaba Lacan, nos recuerda Vilma, la insondable decisión del ser, porque en todos los autistas que nos brindan su testimonio, se puede localizar el momento en que decidieron salir del autismo, en que tomaron la decisión de abrirse al otro. Y trajo a colación, algún párrafo de este libro:

“Nací el día treinta y uno de enero de 1979, un miércoles. Sé que era miércoles porque para mí esa fecha es azul, y los miércoles siempre son azules. (...) Igual que un poeta elige sus palabras, para mí algunas combinaciones de números son más bellas que otras: unas van bien con números más oscuros, como los ochos y los nueves, pero no tan bien con los seises. Un número de teléfono con la secuencia «189» me parece mucho más bonito que una serie como «116» (...) “Normalmente me resulta difícil comprender las emociones o saber cómo reaccionar ante ellas, así que utilizo los números como ayuda. Si un amigo me dice que se siente triste o deprimido, me imagino a mí mismo sentado en la oscura cavidad del número seis para ayudarme a experimentar el mismo tipo de sensación y así comprenderla..”

Es este tratamiento que Tammet hizo de su propio enigma lo que nos acerca a los autistas, porque, el gran problema que tenemos todos, como dirá Vilma, el gran problema es, ¿cómo vivimos? Nuestra vida es un intento de resolución de nuestro propio enigma, hay algunos como Joyce, que no necesitaron el psicoanálisis para resolverlo, lo resolvió a través de la escritura, otros recurrimos al psicoanálisis y gracias a ello, además, intentamos ahorrarles dificultades en el desciframiento de sus enigmas, a las personas que vienen a vernos.

Y ahora, por, el contenido humano de su exposición, por el compromiso de sus mensajes, y por la hermosura de sus palabras, me ha parecido más sensato, transcribir pequeños pasajes de última parte de su conferencia

“… porque todos, todos los seres humanos, tenemos el derecho a usar el lenguaje como mejor nos parezca, a usar los enigmas para poder vivir y para poder desear, porque, no nos olvidemos que lo que despierta el deseo es el misterio, el encanto, el enigma que despierta en nosotros. Entonces tenemos que cultivar en el Campo Freudiano, el derecho que tiene todo autista, que tiene todo ser hablante a descifrar su enigma y a usarlo como le parezca en la relación con los otros.”

“… estamos hoy ante un problema de derechos humanos. La psicología cognitivo conductual está haciendo del autismo un trastorno incurable. Estas psicologías se dedican, con prácticas abominables, como las llama Jacques Alain Miller, a modelar, a tratar de forzarles a comportarse según las normas de la buena educación, es decir, eliminando completamente la subjetivad de estos niños. Tenemos que tomar partido, tenemos que luchar en defensa de los autistas, como sujetos, igual que por nosotros…”

“... Va a haber en pocos meses un Foro Internacional del Autismo* organizado por el Campo Freudiano en España. Tenemos que evitar que muchos profesores, muchos psicólogos, muchos logopedas, sigan en una práctica equivocada, que sólo les representa una frustración cada día, porque si hay algo que les puedo asegurar, es que a un autista no se lo domina, encontrará la manera de preservar, a pesar de todos los pesares, de preservar su singularidad, como hace María, que hagan lo que hagan ella sigue aferrada a su modo de jugar con la arena, y a su particular manera de hacer conjuntos, o como el ejemplo de Tamet que es algo verdaderamente impresionante, es asombroso lo que ha conseguido. Pero por eso mismo nos sirve de ejemplo para poder ayudar a los autistas, a sus enigmas y a sus familias, a los que vienen a nosotros, para poder orientarles y que no intenten ahogar el enigma que su comportamiento, aparentemente raro, paradójico, enigmático tiene, porque ahí, en ese comportamiento está vivo el sujeto.

“… si somos capaces de hacer eso, seremos capaces también de respetar el enigma que somos cada uno de nosotros para nosotros mismos y de conservar algo de esto, porque, si lo conservamos, si lo usamos bien, de esto depende también que podamos seguir interesándonos por el lenguaje, por la vida, por las cosas divertidas, por las cosas que no están escritas ni están dichas, y esta es nuestra manera de plantear las cosas. La perspectiva del psicoanálisis lacaniano con el autismo es la perspectiva de mantener el sujeto, el sujeto y su enigma”.

* Foro Autismo: http://foroautismo.blogspot.com/