Crónica: Psicoanálisis y Feminismo. Ana Jiménez (Madrid)

El pasado 30 de mayo concluyó el Ciclo de conferencias del NUCEP con la Mesa “Psicoanálisis y feminismo”, formato elegido para la ocasión por Amanda Goya, coordinadora del espacio.

Participaron cuatro ponentes, dos representando al Psicoanálisis y otros dos al Feminismo.

Amanda enmarcó las ponencias señalando lo que ambas disciplinas tienen en común: las mujeres. También sintetizó las diferencias: El feminismo toma a las mujeres como sujetos de la Historia, que desde la Revolución francesa han perseverado en la lucha por la conquista de legítimos derechos, vetados a las mujeres, consiguiendo logros de los que muchas nos beneficiamos, aún sin ser conscientes de a qué se los debemos.

El psicoanálisis, por su parte, toma a las mujeres una por una, en su dimensión subjetiva, sintomática, donde se muestran agitadas por el inconsciente y la sexualidad.

Las relaciones entre el psicoanálisis y el feminismo no siempre han sido buenas. Desde algunas posiciones feministas se acusa a Freud de falocentrista, pero en un sentido distinto al que este término tiene en el campo psicoanalítico. Para el psicoanálisis, el falocentrismo proviene del lenguaje, del logos del que el ser hablante es su retoño. Se diferencia así del machismo, interpretación tendenciosa del falocentrismo del lenguaje, que sirve a los fines de la dominación.

Carmen González Marín: Doctora en Filosofía, licenciada en Filología románica y titular de la cátedra de Filosofía moral. Autora, entre otras publicaciones de “Contingencia, género y sujeto” donde toca cuestiones de las que se ocupa el psicoanálisis. Ejerce la docencia aquí y en EEUU. Es cofundadora del Grupo CORE.
Inició su intervención, ¿Hay una subjetividad femenina?, participándonos que no esperaba responder a la pregunta, pero sí aprender algo. Honesta posición en relación al saber, capaz de soportar el vacío que tanto nos cuesta a los humanos.

Aclaró qué entiende por subjetividad y señaló el desajuste que percibe entre ese término y el de identidad, según lo entienden los filósofos, los metafísicos.

Habló de lo contradictorio de los estereotipos femeninos, que califican la feminidad desde lo más terrenal hasta lo más ensoñador.

Desarrolló dos posibles respuestas a la pregunta original: Una positiva, defendida por el feminismo de la diferencia, que aunque no niega la existencia de una subjetividad femenina que se debería a hechos biológicos, pone el acento en entender la diferencia como una falsa representación impuesta por el patriarcado, que habría que corregir. Recibe distintas críticas dentro del propio feminismo.

La segunda respuesta niega la existencia de una subjetividad femenina, excepto como construcción política, que se deriva de categorías exclusivamente culturales: mujer, género, sexo.

Se le abre una nueva pregunta: ¿La propia noción femenino, tiene algún sentido ya en este contexto?

Manuel Fernández Blanco: AME, docente del Instituto del Campo Freudiano, colabora habitualmente en “La Voz de Galicia”. Inició su intervención, La diferencia sexual o la desigualdad positiva, sentando las bases con firmeza: Hombres y mujeres no son iguales. En el ser humano, la biología no marca el destino sexual. Y para muestra, los transexuales, quienes para afirmarlo llegan a decidir una modificación en lo real del cuerpo.

Dijo muchas cosas, a cuál más interesante, con su habitual claridad y concisión:
Actualmente, la diferencia entre los sexos aboca al malentendido porque se asocia diferencia a discriminación.

La paradoja del feminismo: Todos iguales, bajo el modo hombre.

La auténtica pregunta: ¿Hombres y mujeres gozan de la misma manera?

Tradicionalmente, los goces eran diferentes: la mujer se prestaba como objeto a la perversión polimorfa del hombre, lo que conducía a la mascarada y, a veces, también al estrago, cuando lo ilimitado de las concesiones que podía hacer por un hombre no encontraba límite en el signo de amor. Es la lógica que explica que algunas mujeres no puedan alejarse de sus maltratadores.

Los ideales de igualdad producen una modificación de la relación entre los sexos. Cada vez hay más mujeres que ostentan posiciones activas de goce y, como ya advirtió Lacan, las mujeres tienen sus propios objetos: los hijos.

La lógica actual: cada uno con su objeto.

Habló de lo problemática que resulta la relación entre los sexos, en esta nueva realidad y de lo paradójico que resulta volver a resolver el ser mujer por la vía de ser madre.

José Ángel Lozoya: Ha trabajado con mujeres desde los años 80 y ha investigado sobre los cambios en los hombres. Participa en el Colectivo “Hombres por la igualdad”. Se ocupa de temas como la sexualidad femenina, la paternidad responsable y la violencia contra las mujeres.

Nos aportará la perspectiva de los hombres respecto a las reivindicaciones de igualdad de las mujeres. Lo hará en clave de humor de modo tal que, sin restar nada de la seriedad que el tema merece, arrancó en distintos momentos las risas y sonrisas de los numerosos asistentes.

Su ponencia, Dificultades de los hombres para adaptarse a las exigencias de la igualdad, estuvo todo el tiempo pegada a la cotidianidad que su lugar le permite observar.

Defiende la igualdad como igualdad en derechos, responsabilidades y oportunidades entre hombres y mujeres.

Se refirió a la perplejidad de los hombres ante la “primera revolución que no han iniciado, no lideran y no saben dónde acaba”.

Cree que el principal obstáculo para el cambio es la resistencia de los hombres a asumir sus responsabilidades.

También dirá que “la mayoría de los hombres oscila entre la necesidad de adaptarse a un cambio que considera justo y la sensación de pérdida de privilegios” y que viven la desigualdad con sentimiento de culpa.

Habló, también, de los miedos de los hombres en esta coyuntura, de los modos de resistencia al cambio, de los efectos del mismo sobre la sexualidad masculina que ahora “oscila entre el placer y el cumplir”.

Se refirió, también al tapón que supone la Viagra para la pregunta sobre la caída del deseo.

Vilma Coccoz: AME, Docente del Instituto del Campo Freudiano y del NUCEP, abordó el malentendido respecto a la Teoría sexual de Freud, que ha acarreado prejuicios, distorsiones de la práctica y el rechazo, tanto del psicoanálisis como del propio Freud. Expuso su ponencia, Freud, feminista con la pasión y el rigor que caracterizan sus trabajos.

Las coordenadas de su intervención: El gran problema para los humanos es la relación con la satisfacción, que resulta complicada y fallida. ¿Cómo interpretamos esas fallas, estos fracasos? En palabras de Freud, con preferencias íntimas profundamente arraigadas. No es Freud quien refiere todo a la sexualidad, que él descubriera esas preferencias de interpretación que contaminan nuestra relación con el mundo, no lo hace culpable de su existencia. La culpa es del lenguaje.

Las palabras que determinan nuestra existencia, que nos distinguen como hombres y mujeres inducen un “error natural de interpretación” en el que arraiga el discurso del amo.

Freud reconoció al final que no había avanzado nada en el enigma ¿Qué quiere una mujer? Lacan introdujo otra lógica que permitió una nueva explicación de ese error natural: las posiciones femenina y viril son dos modos de tratarlo.
Explorar estas fallas permite la oportunidad de explorar su potencia creadora.

Amanda inició el extenso debate con la cuestión
¿Qué puede aportar el feminismo al psicoanálisis y viceversa?

¡Mucho mejor escucharlos a ellos!