Castración química. Por Estanislao Mena (Sevilla).

UN LUGAR PARA LA PALABRA

Castración química

Al final del verano hemos sido golpeados por una noticia que presenta dos vertientes, de un lado la pederastia reincidente de un sujeto, que tras cumplir la condena que se le impuso por ese mismo delito, reincide. De otro el castigo que se propone, “la castración química”, como medio para que esto no suceda de nuevo.
Tenemos entonces dos aspectos para discutir, la reincidencia en los delitos sexuales, y de otro que hacer para que estos sujetos no cometan de nuevo su perversión ¿la castración química, como se ha propuesto, en esta ocasión, en voz alta?
Casi de inmediato a la noticia, aparecen políticos que se decantan a favor, otros callan, pasan página, incluso en Cataluña se encarga un estudio para llevarla a cabo en determinados sujetos, las tan utilizadas estadísticas dicen que los “delitos sexuales”, son los mas reincidentes.
De un lado están aquellos que hablan de una pulsión de “origen hormonal” para la que no tratamiento que la frene. Por otro lado, los sexólogos advierten, esta intervención, los vuelve más agresivos y violentos.
Las perversiones sexuales se describieron a partir del siglo XIX, siendo Havelloch Ellis, el autor que se encargó de describirla, como psicopatías sexuales. El autor que proporcionó una nueva perspectiva fue Freud, el descubridor del inconsciente.
La perversiones a las que asistimos hoy día y cada vez con mayor auge, están adaptadas a los cambios sociales que se han producido con el paso del siglo XX, pero su fundamento continúa siendo el mismo.
Hemos visto a un sujeto, que había sido reincidente en este tipo de delitos sexuales, dirigirse a los medios de comunicación, mientras era detenido, y pedir la castración química, porque él no podía dejar de hacer lo que hacía, ni de dominar la compulsión a hacerlo.
Si hacemos caso a este sujeto, hay que pensar que este empuje a “delinquir”, obedece a una fuerza que es inevitable para ellos. Si esto es así, hay que considerar que hay un trastorno que deberíamos aislar y darle el lugar que le corresponde.
Démosles entonces la palabra, si ya sabemos que no pueden hacer otra cosa. Los defensores del “trastorno hormonal”, no dicen cuáles son los fundamentos que los llevan a defender esta posición. La Asociación de Profesionales de la Sexología (AEPS) advierten, al igual que los psicoanalistas, que esto lleva a crear sujetos mucho mas violentos, ¿que necesidad tenemos de crear este tipo de sujetos?
El psiquismo nos enseñó Freud, funciona por condensación y desplazamiento, metáfora y metonimia lo llamó el gran psicoanalista francés Jacques Lacan. Es decir que si el psiquismo desplaza, donde no puede poner en acto su “delito sexual”, pondrá otro, y como ya se ha avisado, más violento.
Habitualmente en este tipo de sujetos, es cierta la presencia de una compulsión a cometer el delito, pero lo normal es que cuando hay una manifestación sintomática de cualquier tipo, incluida ésta, una patología de base la sustenta.
Lo verdaderamente eficaz sería el tratamiento de esta patología en la que se apoya ésta, ¿por qué no se hace esto? ¿Por qué en lugar de utilizar recursos en castrar químicamente a estos sujetos, no se utilizan en tratar el trastorno que sirve de base para la aparición de esta compulsión?
Al fin y al cabo, esto que ocurre, no es más que la consecuencia lógica de la época que nos ha tocado vivir, consecuencia de la deriva en la que nuestra sociedad se ve envuelta.
Un poco de palabra para la sociedad.

Estanislao Mena (Sevilla)