Cada uno en su mundo en la soledad del goce(II)

Todo el mundo está en su mundo y, de manera más precisa, cada uno está en el suyo propio; esto es, en la soledad del goce, del cuerpo que se goza.

La soledad como el cuerpo que goza exige del analista una nueva ética, ética del cuerpo hablante1. Se trata del “cuerpo traumatizado por el impacto de las palabras que lo afectan. En el encuentro de las palabras con el cuerpo reside la raíz de los síntomas, raíz que testimonia de cómo se anudaron las palabras, el cuerpo y el goce”2. De su colisión, a mi parecer, va a depender cómo cada uno esté en su mundo (en su propia soledad) y sostenga el lazo social en el contexto del mundo de los otros.

En realidad, como indica Gustavo Stiglitz3, el parlêtre nunca está solo, más bien, “está completamente solo con”. Desde niño, está en relación con la madre y sobre todo con la relación que ella establece con su propia castración. Aunque, por otra parte, el sujeto está más solo que nunca ante lo intratable por el significante. En definitiva, solo con el cuerpo que tiene frente a la opacidad del goce.

En esta soledad estructural, ¿ cómo resolver el problema con el que se enfrenta el psicoanálisis en que todos los términos del discurso analítico, el sueño, el fantasma, el delirio, el síntoma… colapsan en un encierro de cada uno en su mundo y en la imposibilidad de un mundo común?4. Nos vemos, pues, forzados a saber cómo poder andar juntos.

Para Freud, el sujeto puede abandonar, por lo menos parcialmente, la soledad del goce autoerótico para dirigir la libido al mundo exterior5. No obstante, superando barreras importantes. Respecto a cómo los seres humanos se comportan afectivamente entre sí6, toma el símil de Schopenhauer sobre los puercos espines que se congelaban y necesitaban juntarse para darse calor en una tentativa de encontrar una distancia posible. Esta comparación le sirve para señalar que los hombres no soportan una aproximación demasiado íntima de los otros.

¿Constataríamos, en el mundo actual, que el amor, no sin su ambivalencia inherente, sería lo que permite que tal distancia se vaya acomodando entre el fracaso y algunos logros? O más bien, se trata de la conjugación entre amor, deseo y goce que facilitaría que el parlêtre salga, al menos a ratos, del mundo propio para dirigirse al mundo común, operación que, por otra parte, nunca será lograda…

En el campo de la experiencia: entre andar juntos y abrir camino

El psicoanálisis apunta al esfuerzo de tratar lo imposible por lo contingente, comenzando por tomar la verdad del sujeto como verdades transitorias y fugaces. En tanto ésta, pariente del goce, sus cortocircuitos (…) éxitos, vociferaciones, son momentos de varidad: tejido de verdad, goce y locura7.

En la práctica, a mi parecer, se propone al parlêtre la tarea de descoser dicho tejido para tejer un nuevo ropaje (con el que vestir y caminar mejor, y éste nunca va a ser definitivo, más bien, siempre será eventual). Para lo cual no hay un saber previo, sino el saber que vale para cada uno; esto es, el que se extrae y se deduce de la experiencia.

La experiencia analítica colabora en el encuentro de una ética de la soledad. Una manera de andar juntos sería hacer uso del saber extraído en análisis que posibilita que cada uno elija qué hacer con el encierro en su mundo, aquel que el síntoma fomenta. Encierro como retiro en la cápsula de goce que cada cual ha formado en una mezcla entre la satisfacción y el pesar. De ahí la infelicidad del “sujeto es feliz”.

Cada parlêtre inventa una ficción para taponar el agujero de lo real, y maneja el delirio, como ser hablante, en tanto invención que inyecta un plus de sentido.

Para ello se requiere de un tiempo, del tiempo del síntoma, para elucidar qué vela esta ficción y saber cómo manejarse con el S1 propio tras equivocar los sentidos producidos. Luego queda el momento de cernir el real del goce que hace a la singularidad propia.

En este punto, entiendo que el andar juntos iría de la mano de abrir camino (abriéndose camino, a la par, cada uno desde su mundo propio): “Solemos abrir camino cuando justamente no hallamos lo que buscamos y significa que estamos forzados a arreglárnoslas… a transitar, a escondernos, a valernos de astucias hasta dar la idea de cómo podría ser enseñar lo que no se enseña”8. Abrir camino ante lo inabordable implica “intentar cada vez desbaratar lo imposible de decir, lo imposible de enseñar”9.

La soledad necesita partenaire

La soledad que nos preocupa -señala Gustavo Stiglitz-10 no es la soledad estructural. Es la falta de partenaire para tratarla. Sería la soledad ante la propia soledad del goce. “El analista es el que lleva al analizante hasta la experiencia de soledad ante su verdadera pareja, el goce opaco. Y es el que encarna esa soledad para que el analizante se desprenda de ella (…) lo suficiente para el lazo social”. Este “suficiente” me parece importante, pues no hay la medida, y menos, la buena para hacer lazo.

Donald Winnicott escribe acerca de “la capacidad para estar solo” subrayando la importancia de la transferencia en la sesión analítica: “Quizá sea la vez que el paciente ha sido capaz de estar a solas”11. Aunque, en la enseñanza de Lacan, hallamos que “estar a solas” no es sin algo: siempre es con algo o alguien (más bien algo en alguien) que es la verdadera pareja del ser hablante con la que se está a solas12.

En consecuencia, cuando la soledad pide un partenaire para ser tratada, “el analista puede ocupar ese lugar como instrumento para el tratamiento de la soledad más extrema”13.

De aquí, me parece interesante recurrir a nuestra práctica actual, la cual no es sin enseñanza, pero se sostiene fundamentalmente por la experiencia.

La clínica contemporánea muestra la cara cruda de la reclusión de cada uno en su mundo, sobre todo cuando la angustia aparece en detrimento del síntoma. Los casos muestran más la dimensión del cuerpo gozante que la del relato que pondría palabras al síntoma. A mayor pobreza ficcional el cuerpo queda más erosionado por el real del cuerpo sufriente.

Una viñeta clínica que presenté en el Taller III: “Hacia las Jornadas de la ELP”, da cuenta a mi parecer, de la experiencia de soledad de una joven que desde niña “entró en su mundo” (hecho de la metonimia imparable del pensamiento y de experiencias corporales)14. Fue un refugio entonces para soportar el “desorden provocado en la juntura más íntima del sentimiento de vida en el sujeto”15 y, sigue siéndolo tras un tiempo de análisis. La diferencia es que ahora el parlêtre habita de otra manera el cuerpo hablante, el que goza de la soledad querida y ya no experimentada como forzamiento desde el Otro del lenguaje. “Estar en su mundo, en-sí-misma”, cumplía una función de distancia y de descanso frente a la vociferación destructiva del Otro.

Ella está construyendo una ficción para bordear el agujero de lo real: ser otra para sí misma, bajo transferencia, colabora a que esta mujer se coloque sobre el escenario de la vida con un entusiasmo que perdió en su temprana infancia. Momento frágil donde no hubo palabras dirigidas a ella cuando más necesitaba entender un acontecimiento imprevisto.

Como Freud indicó con la parábola del puerco espín, esta joven está encontrando una medida de distancia y acercamiento posible para poder sostener la vida junto a los otros. Con el análisis ha encontrado un partenaire para tratar la soledad más radical, la del goce opaco que no es un asunto del Otro sino del Uno, Uno solo

 

Notas: 

  1. Brousse, Marie-Hélène. “La soledad de los cuerpos”. La libertad de pluma, 23 de abril de 2020 y también en Coronavirus: " la soledad de los cuerpos"  en Zadig España , el 10 de mayo de 2020.
  2. Solano-Suárez, Estela. Tres segundos con Lacan. Gredos, España, 2021, p. 61.
  3. Stiglitz, Gustavo. “Renunciar a la soledad”. Virtualia, nº 33, septiembre de 2017.
  4. Miller, Jacques-Alain. Todo el mundo es loco. Paidós, Buenos Aires, 2015, p. 342.
  5. López, Rosa. “Ficción, discursos y delirios”. Web de las XXI Jornadas de la ELP, 2022. 
  6. Freud, Sigmund. “Psicología de las masas y análisis del yo” (1920-22). Obras Completas. Vol. XVIII. Amorrortu, Buenos Aires, 1992, p. 96.
  7. Miller, Jacques-Alain. Todo el mundo es loco. Op. cit., p. 332.
  8. Ibid., p. 339.
  9. Ibid., p. 339.
  10. Stiglitz, Gustavo. “Renunciar a la soledad”. Op. cit. 
  11. Sánchez, Catalina y Ortega, Mª Dolores. “Comentario sobre La capacidad de estar solo de Donald Winnicott”. Web de las XXI Jornadas de la ELP, 05 de octubre de 2022.
  12. Stiglitz, Gustavo. “Renunciar a la soledad”. Op. cit.
  13. Ibid.
  14. La viñeta clínica fue presentada en una primera versión de este texto para el Blog de la ELP: “Cada uno en su mundo en la soledad del goce” (I), en la Comunitat de Catalunya (CdC) de la ELP, el martes 18 de octubre de 2022 en el espacio “Hacia las XXI Jornadas de la ELP”, del Taller III “El sujeto es feliz”, coordinado por Victoria Vicente y Rubén Touriño.
  15. Lacan, Jacques. “De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis”. Escritos 2. Siglo XXI editores, Buenos Aires, 2002, p. 534.