¡Bien pasado! Impresión de viaje de un AE en China*. Bernard Porcheret (Nantes)

Allá en China, al este, el Sol se levanta por al Mar Amarillo, siete horas antes que acá. Hace dos años, durante mi primer viaje a Qingdao, en la mañana muy temprano vi a un cantante de ópera hacer sus vocalizaciones en la explanada al pie del mar. Aun escucho su voz. Como un pianista, todas las mañanas, el hace sus gamas. ¿También un psicoanalista hace sus gamas?

Esta mañana no veo el mar y su horizonte. La ciudad se ha vuelto más densa. El tiempo para ir al hospital se ha vuelto significativamente mas largo, me dicen. Hay que acercarse. La ciudad es un bosque de edificios, con brotes jóvenes un poco por todas partes. Yo soy un polvo en un joyero estilizado, en el veinteavo piso de un hotel para hombres de negocios. ¿Vine para hacer negocios?

Hoy día, a dos kilómetros del río, no se construye menos de cuarenta y cinco pisos. El niño que yo era, fascinado por los trabajos de construcción, se hubiera agotado contando las grúas y los bulldozers. Bajo el hotel, en la plaza los automóviles alemanes e italianos de prestigio pelean su lugar con el minibús del hospital psiquiátrico. Él nos espera.

Estamos viernes, ultimo día. ¿Qué hago yo aquí? Embotellamientos, ocho millones de habitantes se cruzan. Los peatones casi tranquilos entre los carros, las bicicletas, camiones contaminantes, y mas lejos, sobre el costado, un verdadero mercado al que tengo ansias de ir. Iremos después del almuerzo. Tengo que caminar para responder la pregunta que me atormenta desde la mañana: ¿Qué voy a poder decirles esta tarde a los psiquiatras chinos? En medio de especies aromáticas me digo que ¡tengo que tener confianza en mi enunciación!

Una dificultad mayor marcó nuestra semana. Nuestra primera intérprete, el lunes, es vivaz, inteligente. Libre de todo problema técnico de traducción, ella muerde el material significante con tal pertinencia que la transmisión de los dichos del paciente, de los colegas chinos y los nuestros se hacen con soltura.

Paradójicamente, su modo de presencia hace que la olvidemos como intérprete.
El martes y el miércoles, no tenemos esa suerte, la segunda intérprete es un
obstáculo técnico, y su persona misma, una preocupación durante la conversación con los pacientes. Una tercera intérprete, llamada a último momento, es brillante como la primera. Yo no podía vislumbrar presentar testimonio del análisis y del pase resolutorio con la segunda.

Con el impulso de mi nombramiento como Analista de la Escuela, al anunciar el programa al comienzo de la semana dije que el viernes por la tarde hablaría a partir de mitestimonio. El tema escogido, la fobia, con el texto de referencia del Pequeño Hans es propicio para declinar como tal o tal sujeto trata el encuentro traumático del lenguaje y el cuerpo vivo.

Acaso la Escuela no me autoriza a enseñar a partir de lo que mi propio análisis me enseñó ¡y va enseñarme aún! Yo escogí como tema la raíz corporal del síntoma. Sin embargo, ¿es apropiado?

Ya hubo cuatro presentaciones de enfermos, comentadas e interrogadas largamente. Cuatro mañanas y dos tardes para cuatro casos de psicosis ordinarias. Dos tardes de curso fueron dedicadas a la fobia del Pequeño Hans, texto de Freud traducido en chino. Lo leyeron dos o tres psiquiatras, me dicen. Entonces, ¿no se lo consigue? Mi última intérprete me confía que ya no se lee en China.

¿Cómo transmitir el gusto por el psicoanálisis, hacer de este una práctica entusiasta y un saber vivo? Enseñar a su propio riesgo no es una expresión vana, el costo es a veces doloroso y puede llevar al profesor a análisis.

Lacan enseñaba desde una posición de analizante, es decir, a partir de su propia relación con el agujero en el Otro. ¿Cómo transmitir un saber teórico sin volverlo un saber muerto? Esta pregunta es elevada al paradigma cuando uno enseña en China. La necesidad de la orientación teórica debe deducirse del comentario del caso. Es cierto que ella está presente ya en la dirección de la entrevista con el paciente, pero hay que dar cuenta claramente del apoyo tomado sobre ciertos rasgos pertinentes. Por ejemplo, ¿el paciente desarrolla una novela familiar, historiza su vida? Otro ejemplo: ¿qué hace evento para un sujeto? Un evento surge en su vida, ¿lo constata solamente o trata de articularlo como un momento causal?

Estos dos puntos son destacados con talento a lo largo de la semana por mi amiga Christiane Alberti. Ella los retoma el viernes por la mañana desarrollando con mucha simpleza el tema del miedo y de la fobia en las neurosis y psicosis. Los términos claros y precisos de la presentación podrían ser equivocadamente tomados como simplistas en un medio más grande. Eso sería desconocer la fina articulación clínica que la sustenta. No estoy aburrido sino entusiasmado, tomo muchas notas. Decido entonces apoyarme sobre esos dos puntos para desarrollar el caso clínico del AE.

¿Cómo empezar mi presentación? Estamos en el quinto año de enseñanza con los
psiquiatras chinos, en Qingdao y Nantes. La Sección Clínica de Nantes es responsable. La IPA esta presente en China desde hace muchos años, sus miembros alemanes y noruegos proponen formaciones reguladas, certificadas al cabo de estudios universitarios establecidos. Están financiadas por las instituciones y los chinos. Pero las subvenciones que las comunidades locales francesas nos adjudican para ir a China y para recibir en Nantes a los psiquiatras chinos se han desfinanciado. Debemos acelerar el ritmo si queremos durar. Hay que construirlo.

Comienzo entonces ese viernes por la tarde a hablar de la formación del analista con sus tres pilares: análisis personal, enseñanza clínica y teórica y control. Anécdota significativa, el primer punto sorprende a nuestra vivaz y talentosa joven intérprete. Le cuesta desprenderse del estricto modelo universitario e imaginarse que el médico sea primero un paciente que hace un análisis con otro analista. ¿Cómo un médico estaría enfermo?, dice indignadamente, entre dos frases traducidas. Tengo que tranquilizarla sobre ese punto, hay grados de enfermedad. En el fondo, a nosotros nos parece evidente, mas allá de los datos técnicos, el hacer de esos tres pilares una exigencia ética. Sin embargo en la rivera del Mar Amarillo una pregunta insiste con un peso nuevo: ¿esos tres puntos se ponen en práctica en el Campo Freudiano con tanta evidencia? ¿Acaso yo mismo no he retrocedido muchas veces frente a lo real en juego en mi existencia, frente a la reiteración implacable de un evento de cuerpo, y no me he demorado en retomar el análisis? Nadie reprocha a alguien el no avanzar hacia ese agujero en el Otro. En efecto conviene ser prudente. Así como no hay software sexual tampoco hay software analítico. Pero la Escuela debe saber con cuáles miembros ella quiere trabajar para volver el discurso analítico vivo y presente en nuestras sociedades.

Nuestra intérprete me ofrece también la ocasión de arrancar con mi propio análisis. Frente a nuestros colegas chinos tomo una garantía suplementaria para no correr el riesgo de aparecer como impúdico: voy a hablar de mi análisis como si se tratara de un colega AE.

Este hallazgo hecho una hora antes, aun en medio de las especies, libera la relación que tenía con mi propia palabra. Nuestra intérprete es muy sensible al equívoco significante y al juego de palabras, lo que no deja de tener humor. Su rostro lo revela cuando en el desarrollo de la cura la expresión hombre-tumba (l’homme-tombe) aparece en un sueño.

Cuando luego se evoca la caída del significante enterrador (croque-mort) su mirada traduce el impacto real de la reiteración manifiesta.

Nuestras colegas chinos son clínicos informados, se muestran muy atentos al desarrollo de este largo trayecto analítico. Son curiosos respecto al psicoanálisis.

Aun si todavía no están en análisis, no ignoran de lo que se trata. Novela familiar, fantasma, el síntoma y su gramática, su enraizamiento en el cuerpo, su hueso, el evento traumático y su reiteración; en fin, la invención concluyente y una satisfacción apaciguada. Estoy sorprendido, asombrado, se encontraron las palabras. Algo de la Cosa se transmitió, pasó.

Una colega AE, luego de mi primer testimonio en las Jornadas de Estudios de la ECF me escribió un corto e-mail que me conmovió.

¿Su objeto? ¡Bien pasado!

Allá en China, al este, el Sol se levanta sobre el Mar Amarillo, siete horas antes que acá. Hay que regresar.

* From Lacan Cotidiano.