Arriesgar un saber no instituido: la Escuela, más allá de la política. 2ª parte

El analista sin sello; el psicoanálisis sin garantía

La apuesta de moldear una comunidad epistémica bajo otra lógica que la del padre-significante-viviente conlleva inestabilidad. Lacan estaba advertido. En el momento de proponer el pase razona “que cualquier sociedad organizada así sería ingobernable. Pero no se trata para mí de gobernar. Se trata de una Escuela, y no de una Escuela ordinaria. Si no sois responsables cada uno de ella ante vosotros mismos, no tiene ninguna razón de ser”1. Lacan funda, pero abre el horizonte de desestimar el ejercicio del poder, retorna la responsabilidad de la Escuela a cada quien. ¿De qué modo subvierte el Otro la propuesta de la Escuela?

Parece claro que busca trastocar cualquier tentación de ese Otro que fue para Lacan el funcionamiento de la IPA. Desde 1956, Lacan radiografía con ironía los acuerdos tácitos, los cálculos, los silencios instituyentes de la Asociación. Ni bien arranca, su texto quiere dar cuenta de “la situación real” “para una audiencia más amplia”2. Y lamenta la “segregación intelectual”3 de los analistas, debido a lo incomunicable de los resultados del psicoanálisis. Sitúa así a la IPA en su contexto, pero indicando que su situación depende de la repetición inerte de saber que allí se produce. No examina el Otro de la sociedad analítica a la luz de un Otro social, sino que interpreta de la episteme y la política de la IPA, su lugar extraterritorial en la sociedad. El saber que soporta esta operación no es la tierna hermenéutica de una sociología, sino el de la interpretación que conoce la ética de las consecuencias. Es de hecho un saber lo que está en juego en la fundación de la IPA en 1912. Freud perseguía entonces “el mantenimiento de su pensamiento en forma completa”, “problema angustioso” tras la ruptura con Jung 4. Auspicia para ello una forma de autoridad, un “modo de ejercicio y de transmisión de los poderes” por “una joven guardia, aspirante a la condición de veterano” 5.

Preservar el saber por la política tiende a derivar en la operación inaugural del discurso universitario: . Discurso que es, por otra parte, sostén del amo contemporáneo, bajo la forma de lo que se llama comúnmente la burocracia 6. Por el matema puede aclararse así la lógica de esa mortificación del saber que anidó, pronto, en la IPA, no sin el deseo angustiado de Freud después de una ruptura de quien para él fue excepcional. Caída la excepción, instituir una joven guardia para salvaguardar el saber es en todo punto razonable. Y, sin embargo, es una operación diferente la que Lacan propone con la Escuela. La funda sobre la brecha siempre abierta del psicoanálisis (“ninguna enseñanza habla de lo que es el psicoanálisis”7 ) y del psicoanalista: “dar anillos a los iniciados no es nombrar. De allí mi proposición de que el analista no se hystoriza más que por sí mismo, hecho patente. E incluso, si se hace confirmar por una jerarquía. ¿Qué jerarquía podría confirmarle que es analista, ponerle el sello?” 8. De nuevo, mantener separado lo que sabe de lo que instituye. Es lo que encontramos en la base del discurso del analista, el punto de no articulación: S2 // S1.

Sobre el Ideal y la enunciación esperada

La oportunidad del psicoanálisis, hoy como ayer, reposa entonces en la posibilidad de producir un saber no instituido. De entrada, por el esfuerzo de desarraigo de ese Otro que el fantasma, vacuo nido de hojarasca y palo seco en que el sujeto se aferra a la brújula del sentido, configura. Después, por el coraje de contrariar la mano de ideología que, para cada quién, mece la cuna del sueño de los justos, o el banquillo de los ya condenados. Desde luego, es en las vueltas dadas del análisis donde un horizonte de ajenidad puede abrirse en la enunciación. Pero conviene no apresurarse en erigir la enunciación como tótem al que ofrendar toda cosecha analítica. Primero, porque la enunciación no es sin relación con el ideal: “El lugar del ideal, en un grupo, es un lugar de enunciación” dice Miller con todas las letras 9. Entiéndase, que el ideal no prende por el enunciado, sino en el sordo interlineado del decir. El significante amo nunca reina por el silencio, aunque sugiera el silencio una vez instituido. A la vez, el ideal puede muy bien invitar a la palabra a su mesa. Desde el ideal, por ejemplo, también se pueden proferir interpretaciones: las que lejos que congraciar al grupo con su condición buscan reenviar a cada quien a su soledad respecto de ese ideal que creía compartido 10. No obstante, la enunciación de la interpretación coincide en un punto con la insignia oracular que “confiere al otro real su oscura autoridad” 11: ambas tienen su fundamento en la destitución subjetiva. Revela la cara pharmakon a la que toda interpretación puede inclinarse: atornillar el sentido, y por ese bies inclinar las agujas de la transferencia hacia su vertiente obstáculo.

En otro plano, ahí donde el sujeto se hace evidente, la enunciación se afecta del síntoma y sus embrollos, y su alcance como acto mengua sin remedio. La vacilación subjetiva tiene, pese a todo, su dignidad: permite, en ocasiones, hacer escuchar el deseo, que es siempre deseo de otra cosa.

Es bien sabido que Miller propone en “Teoría de Turín”, la noción de Escuela-sujeto, ergo susceptible de interpretación analítica. “Se presenta como una persona moral, es decir, como cualquier otro cuerpo”12 decía Lacan de su Escuela: es su vertiente institución 13. Pero si ésta es sujeto, responde no solo al Otro, sino al objeto a. Si hay algo que puede causar el plus-de-gozar en la Escuela, es el trabajo de elucidación de los que allí se implican. La cuestión es precisar qué trabajo hace Escuela. Difícilmente habrá quehacer analítico sin que el sujeto esté concernido en su juicio por la falla y el equívoco, contrapuntos necesarios al bien decir. Hay pues dos factor-sujeto en el asunto: hay el sujeto-escuela, y quien está en eso en tanto concernido subjetivamente, susceptible de afecto. Cada tanto, la neurosis responde resituando el plus-de-gozar en el Otro, vía el ideal, en la pretensión de insignia. Se opacan así los dos factores-sujeto. Ahí habita el germen de una revalorización del saber instituido. La transferencia de trabajo tiende entonces a deslizarse hacia el deseo de dormir. Se colma así la falla del Otro, por ejemplo, haciendo consigna de citas y referencias trilladas; encumbrando o despreciando la erudición (donde confluyen plus-de-gozar y saber), o desplazando de la transferencia de trabajo a la transferencia con otro (ya sea positiva, por fascinación transferencial con quien encarnaría un saber excepcional; o negativa, con aquél colega con quien se disiente y al que se sustrae, en el envite, la credibilidad, enterrando así la oportunidad de diálogo auténtico).

Conviene, por tanto, cierta deflación del sujeto: el que insiste en la voluntad de goce, cáliz del que beben las pasiones. No es razón ésta para instituir la enunciación moderada, apropiada, la que mantendría a la vez en el filo cortante y a resguardo del riesgo. Podrá quizás convenir al bienestar comunitario, pero no es seguro que cause el deseo. Al menos no el de un decir nuevo, que pasa en nuestro campo por la tensión entre herejía y ortodoxia que puede brotar, para cada quien que quiera arriesgarse, de la transferencia de trabajo en una Babel de excepciones. La Escuela, por ende: sujeto capaz de conmover el inconsciente de ese cualquiera que, atravesado por la experiencia analítica, quiera darle un destino de oportunidad más acá de lo instituido, y más allá de la tentación política. Si el inconsciente es la política 14, la Escuela en tanto sujeto susceptible de acto lo interpela. Amar ese acto es concebirla más allá de lo instituyente.

 

Notas:

  1. Lacan, J. Une procédure pour la passe (1967). Ornicar 37, 1986, pp. 7-12. Traducción del autor.
  2. Lacan, J. “Situación del psicoanálisis y formación del psicoanalista en 1956”. Escritos 2. Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 431.
  3. Ibíd., p. 432.
  4. Ibíd., p. 444.
  5. Ibíd.
  6. Lacan, J. El Seminario, libro 17, El reverso del psicoanálisis. Paidós, Buenos Aires, 1992, p. 32.
  7. Lacan, J. “Proposición del 9 de octubre de 1967 sobre el psicoanalista de la Escuela”. Otros Escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012, pp. 263, 264.
  8. Lacan, J. “Prefacio a la edición inglesa del Seminario 11”, Otros Escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 600.
  9. Miller, J.-A. “Teoría de Turín acerca del sujeto de la escuela”. Web de la AMP, 2000.
  10. Ibíd.
  11. Lacan, J. “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”. Escritos 2. Paidós, Buenos Aires, 2008, p. 768.
  12. Lacan, J. “Exhorto a la Escuela”, Otros Escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 313.
  13. En Francia, una asociación deviene en el momento de registrarse “personne morale” dotada de personalidad jurídica.
  14. Lacan, J. El Seminario, libro 14, La lógica del fantasma. Clase del 10 de mayo de 1967. Inédito en español.