Presentación en la Biblioteca de Orientación Lacaniana de la Comunidad de Valencia (BOLV) del libro Nueve nombres, de María Huertas Zarco

El pasado 9 de junio se presentó en la sede de la ELP de la Comunidad Valenciana, el libro, Nueve nombres1, de María Huertas Zarco; un elegante y precioso texto de 132 páginas, que se lee con soltura y transmite a la vez una gran profundidad. Se trata de un libro escrito en pandemia, que recoge la historia de nueve mujeres de las doscientas que llegaron al Hospital Psiquiátrico de Bétera en los años 70, trasladadas desde el Manicomio de Jesús en Valencia. Era el momento en que la OMS tomó cartas en el asunto y denunció lo que ocurría en los manicomios.

Rosa Durá, directora de la BOL C. Valenciana inició la presentación y dio paso a la mesa compuesta por la autora, Carmen Carceller y Teresa Fernández, ambas psicoanalistas en Valencia miembros de la ELP y AMP. Hubo una conversación entre las tres que traspasó la mesa e incluyó a todos los asistentes.

En seguida se percibió la cercanía de la autora con la Escuela ya que desde hace años hay una conexión con diversos colegas con los que coincidió en el Hospital Psiquiátrico y en el espacio de casos clínicos en la Unidad de Salud Mental de Aldaia.

María Huertas es una de las psiquiatras que, junto con otros profesionales, recibieron a estas mujeres en el nuevo Hospital. Empezó estudiando medicina y después psiquiatría. Hay algo de la vocación y del amor, del “estar en contra de” y también del deseo, de la contingencia y de estar en el momento adecuado y tomar el camino de una beca de prácticas en Hospitales Psiquiátricos que la llevó hasta el Hospital Psiquiátrico de Bétera.

Los modelos psiquiátricos de la época franquista eran rechazados, así como el psicoanálisis de S. Freud, que a su vez rechazaba a los enfermos de asilo, sólo escribió sobre el caso Schreber a partir de sus memorias.

La autora recordó cuando llegó Ramón García a su equipo, aquello fue una suerte tremenda porque trataba de humanizar la vida cotidiana del manicomio. Era director de la serie Psicología de la editorial Anagrama y tradujo a varios psiquiatras que escribían sobre antipsiquiatría. R. García tenía una gran generosidad, los metió de lleno en el movimiento y en las reuniones; la psiquiatría tradicional no servía. Se encontraron con personas realmente destruidas, vestidas con una bata, peinadas igual, sin color, casi sin poder andar, mirando al suelo, babeantes y que solo buscaban un sitio donde sentarse.

María Huertas inició la escritura del libro en una etapa de jubilación y se preguntó por qué se remitió al inicio; porqué precisamente eso marcó todo su trabajo. Las profesionales que coincidieron en ese momento aprendieron el gran sentido que tenía lo que las mujeres decían y eso las guiaba. Se trataba de buscar el sentido que tenía para cada una de ellas.

Según Teresa Fernández, a nivel profesional lo que se criticaba era la biomedicina y la biopolítica. El punto de no saber sobre cada uno de los casos era muy freudiano; se ve en la escritura del libro que no se trata del furor curandis, sino más bien de la vertiente del sentido.

Carmen Carceller señaló que se trata de la idea freudiana y la idea de J. Lacan en el Seminario 32 del delirio como restitutivo y la importancia de acompañar al paciente. La psicosis no tiene curación, se trata más bien de acompañar al paciente.

En 1974 trasladaron a mil personas desde el manicomio al Hospital de Bétera. El convento de Jesús tenía un problema, estaba en situación ruinosa y era para seiscientas personas. En el año 66 había mil quinientas personas y siete médicos. Cuando construyen el Hospital, a partir de una denuncia que lo aceleró, se vendió como el Hospital Psiquiátrico más importante de Europa con todo tipo de servicios. Pero la filosofía de tratamiento era exactamente igual que la del manicomio de Jesús, sólo que con mejores instalaciones; tenía hasta una piscina que nunca se utilizó.

El manicomio fue un sitio cerrado de fuera adentro y a la inversa. El equipo que formaron en el Hospital tenía el interés principal de que los enfermos salieran a comprar, a las fiestas de los barrios, a la playa y que la gente entrara al recinto del Hospital, como por ejemplo los grupos de teatro. Además, se podía rebajar la medicación porque los profesionales acompañaban a las personas a todas estas salidas.

Teresa Fernández rememoró al psiquiatra Francesc Tosquelles que ya en 1936 intentó poner algo de esto en marcha en Reus, en el Hospital Pere Mata. Eran centros comarcales, se trataba de que la comarca entrara en el sanatorio y a la inversa. La mezcla dio muy buenos resultados.

María Huertas afirmó que F. Tosquelles es uno de los grandes olvidados por la psiquiatría y sin embargo fue un visionario. Se exilió a Francia y allí trabajó en la política de este sector. Es tan importante que fue el que introdujo la psicoterapia dentro de las instituciones; en España se le conoce poco debido a su exilio. De hecho, aquí se le considera francés y en Francia se le considera catalán; se llevó dos libros al exiliarse: uno sobre la historia de la república catalana y el otro de J. Lacan.

Desde la sala, una colega que trabajó en un equipo con M. Huertas habló de los encuentros azarosos y el deseo decidido. Comentó que la autora contagiaba el deseo de hacer cosas, siempre estaba dispuesta y no ponía en duda las iniciativas. Se crearon programas de reinserción socio laboral como por ejemplo el Centro María Huertas, un centro especial de empleo dedicado a la creación de joyería. Todavía hay gente que piensa que sus ideas son valiosas.

En este sentido se hicieron tres proyectos financiados por el Fondo Social Europeo: Albanta, Agora y Alalba. Había que trabajar con familias y vecinos; no se entendía la rehabilitación en el sentido de tener una vida digna.

Un asistente que vive en Bétera comentó que pasaba habitualmente por delante del Hospital y preguntó por el trabajo comunitario y como saltar el muro del Hospital. Maria Huertas explicó que se dedicaban a “hacer bolos”, en primer lugar, por Bétera que era la salida natural.

Había dos líneas de pensamiento: los que estaban de acuerdo porque trabajaban en el Hospital y los que se asustaban por la salida de los locos. Hubo muchas reuniones con los comercios de la zona porque se encontraban con dificultades importantes, como por ejemplo que no pagaran algunas cosas, pero realmente los comerciantes les tenían miedo y no les cobraban.

Retomando una cuestión que planteó Carmen Carceller al inicio sobre el proceso de despatologización en el que estamos inmersos, proceso que olvida el trabajo clínico, se le preguntó qué piensa de lo que está pasando en la actualidad. La autora dijo que ahora tenemos la anulación de la palabra y de la persona; hay poco personal, la formación de los jóvenes está en una línea neurocientífica y la información de los laboratorios farmacéuticos cuya pauta es -para un síntoma, una medicación- como única respuesta.

En aquella época había poca variedad de medicación, pero con efectos bastante perniciosos. Tampoco había visitadores médicos, que ahora son los amos de los Centros de Salud Mental y cuando no se los atiende o se niegan a participar en estudios de medicamentos, se enfadan.

Teresa Fernández constató que aquello fue horroroso, pero ahora los principios médicos se ponen por delante de los principios clínicos. Entonces se fue retirando la medicación paulatinamente. Hoy la situación ha empeorado mucho, incluso se están dando electroshocks.

La directora de la BOL preguntó a la autora si encuentra alguna grieta en un panorama tan negro. María Huertas habló de las asociaciones de familiares de usuarios y las asociaciones de usuarios que a veces surgen para complementar las funciones que no hacen los equipos, con lo que no está de acuerdo. Es muy importante que usuarios y familiares den su visión y denuncien aquello que no les parece adecuado. Se trata de nuevo de darles la palabra y que puedan decir como no quieren ser tratados.

Los equipos de salud mental han trabajado de maneras diversas; las asociaciones de usuarios empezaron en Valladolid, como los movimientos de escuchadores de voces.

Desde la sala comentan que desaparece el concepto de enfermo y los vemos por las calles; hay una salida desde la disidencia, hay personas que forman parte de varias asociaciones y al menos hacen grupo y toman la palabra, por ejemplo, en la radio (La Colifata en Argentina, Radio Nikosia en Barcelona).

La autora añadió que la radio funciona muy bien, pero no es la solución.

Otra cuestión que surgió de los asistentes es que todo lo que se está hablando no salga de nuestro entorno y se pregunta sobre la percepción de la autora sobre lo que no se transmitió entonces y tampoco se transmite ahora. La historia de la locura es una historia de aislamiento. Desde los años 70 se ha tratado de que la gente sepa esto, otra cosa es si lo han logrado o no y recuerda las publicaciones como Ajo Blanco y El viejo topo.

Con la Ley general de sanidad de 1986 la salud mental entró en el sistema general de salud, pero no todos inmediatamente; el Hospital de Bétera tardó más de 10 años. Aquello se vació y ahora sigue existiendo un pabellón de desintoxicación y otro con treinta personas de salud mental. Antes de 1986 dependían de Diputación; ahora los brotes agudos de psicosis están en las Unidades de Agudos de los Hospitales. La situación de los enfermos depende de los equipos, como por ejemplo aplicar o no electroshocks.

Una última cuestión es sobre el papel de los CRIS que son Centros de Rehabilitación e Inserción Social y las asociaciones como ASIEM. Se preguntó cómo se vehicula esto con Sanidad o Bienestar Social. Según María Huertas hay dificultades para entrar y cree que los recursos deberían estar articulados. El que unos recursos pertenezcan a Sanidad y otros a Bienestar Social es una dificultad para relacionarse entre unos y otros.

Fue una interesante conversación sobre un bello libro, que produjo un efecto de transmisión y dejó sobre la mesa la posibilidad de hacer fisuras en las que los psicoanalistas podamos intervenir.

 

Notas:

  1. Huertas Zarco, María. Nueve nombres. Temporal, Sant Quirze del Vallès, 2021.
  2. Lacan, Jacques. El Seminario libro 3 Las Psicosis. Paidós, Buenos Aires, 2000.