ACTUALIDAD DE LA HISTERIA. Por Rosa López (Madrid)

Hablar de la actualidad de un asunto, implica situarlo en un contexto temporal en el que el presente se conjugue con la revisión del pasado y con la interrogación sobre el futuro. Si el tema en cuestión es el de la histeria, la referencia histórica se hace todavía más necesaria, pues si algo tiene esta patología es “una historia tan grande y tan bella -nos dirá Pierre Janet- que sería una pena renunciar a ella”.

El enigma del sexo femenino

Convengamos de entrada que la patología histérica puede también afectar a algunos varones, pero que la práctica clínica nos demuestra que en su mayoría la encontramos en las mujeres. En cierto sentido esto se debe a que la histérica presentifica perfectamente este enigma de la relación del sexo femenino con la falta de un lugar especifico en el campo simbólico, o lo que es lo mismo en el mundo en que nos es dado habitar a los seres hablantes. Si Aristóteles prescribía para cada objeto un lugar en el mundo que le sería natural, la histérica es quien viene a perturbar la concepción de un universo donde cada objeto estaría en su lugar; más concretamente, la histérica viene a recordarnos el enigma del lugar que estaría reservado naturalmente para el sexo femenino.

Ataques histéricos y parodia

Los ataques histéricos, que sirvieron a Freud para concebir su idea del síntoma como la transacción entre fuerzas opuestas, ponían en escena una parodia de encuentro sexual pues la sujeto, en pleno estado de trance, con una mano trataba de desnudarse y con la otra de impedirlo, acabando finalmente en un desfallecimiento tan gozoso que no había que ser muy agudo para compararlo con el obtenido en el orgasmo.

El sujeto humano está dividido

Impresionate puesta en escena que le dio a Freud la clave de un descubrimiento fundamental. No tanto del hecho de que los síntomas tuvieran un carácter sexual, eso ya se sabia desde el inicio de los tiempos, sino lo que es más importante, la constatación de que el sujeto humano está dividido. Esta noción de un sujeto dividido ha constituido el verdadero escándalo provocado por el psicoanálisis. La tercera herida narcisista infligida el ser humano. Después de que Copernico nos mostrara que no somos el centro del Universo y Darwin nos hiciera descender del mono, Freud nos viene a decir que estamos divididos por el Inconsciente. Que el sujeto de la palabra no es autónomo y trasparente para sí mismo, como pretendía toda la tradición filosófica, sino que por el contrario esta determinado por causas inconscientes que le resultan desconocidas y que le empujan a actuar en contra de sus ideales y aún incluso en contra de su propia salud y bienestar.

El lugar en el Otro

Podemos afirmar que la histeria es la forma clínica por excelencia que muestra la división del sujeto. Esa división que hace que el sujeto no puede encontrar nunca en sí mismo el fundamento de su existencia, que su propio deseo es inconsistente y que no tiene asegurado el lugar en el Otro. La histeria nos dice, con su queja, su demanda, su sufrimiento, que hay que ir a hacer algo con el Otro.
Con Freud la histeria se colocó definitivamente en el primer plano de la actualidad clínica. Ahora bien, en un sólo siglo la neurosis histérica pasó del protagonismo al olvido. Los últimos años del siglo XX nos trajeron una nueva manera de pensar las enfermedades mentales. Guiados por el anhelo del consenso universal asistimos al nacimiento de los DSM, manuales de clasificación de las enfermedades mentales, que pretenden establecer un lenguaje común que sirva, teóricamente, a los fines de una comunicación clínica simple, inequívoca y universal.

Las enseñanzas de la histeria

Lacan, extiende de una manera impensable las enseñanzas que pueden extraerse de la histeria. Frente al efecto silenciador de los DSM tenemos el efecto amplificador de Lacan. La histeria neurosis y la histeria discurso, serán ahora el objeto de nuestro interés.
La enorme plasticidad histérica, que se demuestra en la diversidad de sus manifestaciones, proviene de su tendencia a identificarse con los deseos y los síntomas ajenos. Es por eso que la histeria plantea a la clínica las mayores dudas diagnosticas pues en ocasiones puede emparentarse con la vivencia esquizofrénica del cuerpo fragmentado, o presentar las ideas delirantes de la paranoia, el desdoblamiento de la personalidad u otras patologías. La histérica puede representar distintos personajes, precisamente porque su identidad no quedó bien constituida en la fase en que se estructura el yo. Por eso en la pantomima histérica no se trata de engañar al otro, como se ha pensado, sino de un sujeto que no sabe ni quien es y que para ceñir su ser a algo necesita identificarse al otro.
La mujer no existe, decía Lacan, refiriéndose como el lógico a esa mujer que respondería por completo a la esencia de la femineidad. En su lugar hay una ausencia, y esa ausencia es el secreto que debe conservarse. La feminidad no constituye un misterio que puede conducir alguna vez a una solución definitiva. Es un misterio porque es uno de los caminos que lleva a la nada como fundamento del ser hablante. Ahora bien, la nada ha de vestirse, velarse, maquillarse. La nada así vestida recibe en psicoanálisis el nombre de falo (objeto del deseo por excelencia). Ser el falo que no se tiene, encarnar la imagen del significante ausente es el arte específico de las mujeres: hacer que la luz de la belleza vuelva ciega la mirada, para que no se descubra la ausencia. Pero a la vez debe sugerirla, porque si esa ausencia no llega a sugerirse la imagen no podría convocar el deseo. Una mujer se sostiene así en el linde, en el límite entre la falta y su máscara.

El psicoanálisis no puede vivir sin la histeria y viceversa

Es esencial que el psicoanálisis no deje de escuchar a las histéricas, porque en los tiempos que corren apenas va quedando lugar para la queja del sujeto. El avance de la ciencia y de la tecnología nos lleva a augurar un progresivo borramiento del sujeto y la histérica, que es el sujeto por excelencia, corre el riesgo de quedar aplastada por esta tendencia.
En los tiempo del Otro que no existe, del Otro que no es más que un semblante vano e inoperante, psicoanálisis e histeria deberán encontrarse más que nunca y reforzar la asociación de los primeros tiempos, pues el uno no puede existir sin la otra y viceversa.

Rosa López (Madrid)

(REDACCIÓN: Hoy, lunes 30 de enero de 2006 a las 20:30 horas, Rosa López impartirá una conferencia en el NUCEP titulada: "La actualidad de la histeria". Se puede ampliar información en la página del NUCEP: http://www.nucep.com/principal.htm )