ANTES DEL PADRE. Por José Antonio Naranjo (Málaga)

La función del padre

Con el padre, con el Nombre-del-Padre, con su función, la metáfora paterna tiene lugar, y el oscuro deseo de la madre adquiere su significación y el goce se separa del lugar del Otro: A/Goce.Con la metáfora paterna, se teje con esto la trama edípica: aparece el falo, la ley y el objeto causa del deseo. Esto, por ejemplo, nos permite el análisis de la relación del sujeto con el partenaire, de sus relaciones de pareja, de sus ambigüedades con el deseo y de su relación con la ley. Pero detrás de este escenario, algo más primitivo se oculta: la relación al objeto en tanto real. Es por ello que el sujeto puede reproducir con su pareja lo no simbolizado de su relación al objeto: el sí y el no a la pareja se estaría motivando desde el tragar y el expulsar el objeto oral, por ejemplo.

La angustia produce el objeto

Detrás del Edipo, el objeto espera. ¿Qué objeto? Lo hemos dicho: el objeto en tanto real, objeto que por quedar antes de toda simbolización no podrá manifestarse en lo simbólico. Entonces, ¿qué vía le queda expedita? La de la angustia –en una pesadilla,por ejemplo. Es lo que Lacan dice, y que es pocas veces señalado: que la angustia produce el objeto. Y decimos que eso se señala poco porque lo que se repite es que un objeto produce la angustia, pero Lacan cuando habla de la angustia como productora del objeto indica con ello que el sujeto quiere ceder el objeto que se separó de su cuerpo (1).

El objeto se separa

Este objeto que la angustia produce es el retorno del goce reprimido, del objeto de goce reprimido –Freud lo ha dicho: el goce se reprime y la angustia es la amenaza de su retorno. Por eso, el objeto de goce no está a disposición del sujeto, o mejor, del yo del sujeto, ni del cuerpo. Ese objeto se separa para quedar situado en un gozarse, como dice J.-A. Miller (2), un gozarse libre, autónomo, fuera de todo control, de la falta de control que corresponde a la pulsión –y es lo que ejemplifica el vómito en unos casos, el objeto anal, en otros, la casi ceguera transitoria, la pérdida de la voz, etc.

La angustia pide su libra de carne

Operación baldía porque ceder el objeto es pretender que la castración opere allí donde no operó y eso nunca será posible porque la pulsión resiste a la castración, por lo que por mucho vómito, por ejemplo, que “sobrevenga”, el tonel del goce, como el de las Danaides, permanece intacto. Esta es la fuente de angustia: que el sujeto sabe en algún lugar que la pulsión le llevará a repetir, que el goce no será perdido, resultando que en la próxima vez estará en el mismo punto. La angustia pues viene a demandar la libra de carne que, debiendo haber sido entregada, no se entregó, tratando, pues, de rehacer lo que quedó pendiente en la castración.

El objeto hace hueco en el sentido

Con este objeto, el sujeto mantiene la más primitiva de las relaciones, primitiva en el sentido de pre-edípica, y primitiva en tanto no se resolverá mediante ningún análisis que discurra por el
sentido, pues ese objeto hace hueco en el sentido. La más primitiva, ¿por qué? Sencillamente, porque si hablamos de castración, hemos de suponer que el goce es anterior. Pero, entonces, ¿cuál es el objeto de la angustia? El mismo que el del goce cuando viene a situarse en el lugar de la causa del deseo.

La función mediana de la angustia

Cuando eso ocurre el objeto del goce tapa la falta, y al faltar la falta, sobreviene la angustia. Es lo observable en la neurosis: cuando el neurótico se encuentra con su objeto de deseo, inexplicablemente para él, sobreviene la angustia. Esto es lo observable y es lo que Lacan dice: la angustia tiene una función mediana entre el goce y el deseo, mediana, dice, y aclara: no mediadora (3). Eso supone una vecindad entre el goce, la angustia, y el deseo –sin que esa vecindad nos lleve a confundirlos.
¿Por qué esa función mediana? Porque el objeto de goce debería quedar detrás, dice Lacan, pero en esos momentos aparece delante. ¿Delante o detrás de qué? De la castración, y es la castración lo que diferencia al objeto causa del deseo del objeto de la angustia:el primero, es el objeto producto de la castración, el segundo es el objeto anterior a la castración.

En la angustia, el padre no sirve

Y es aquí, en la angustia, donde el padre no sirve. Si el padre, el Nombre-del-Padre, no sabe del goce más íntimo, tampoco sabe de la angustia -por mucho que el sujeto lo llame en su socorro en los momentos de desamparo, como Cristo en la cruz. Si con el Padre, o sea, con la Ley, sabemos del deseo del sujeto, con el antes del Padre, sabremos de su goce. Es así que la angustia, siendo un afecto tan adverso para el sujeto, no deja de ser una bujía para el analista, porque donde el padre es equívoco, la angustia es certeza.

José Antonio Naranjo (Málaga)

Notas
(1) MILLER, J.-A., "Orientation lacanienne III", 6. Dix-huitième séance du Cours. 2 juin 2004.
(2) MILLER, J.-A., “La experiencia de lo real… “, XXª sesión, Barcelona: Paidós.
(3) LACAN, J., “L’angoisse”, XIIIª sesión. París: Du Seuil.
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REDACCIÓN: Este sábado 4 de febrero en el Círculo de Bellas Artes de Madrid se celebra la VIII Conversación de la Escuela Lacaniana. Animada por GRACIELA BRODSKY (Buenos Aires), Delegada General de la AMP y Xavier ESQUÉ, Miembro del COMITÉ de ACCIÓN de la ESCUELA UNA, lleva por título Sobre el Scilicet de los Nombres del Padre

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