Sobre el concepto de “Disrupción de goce” | Silvia Grases

Con motivo de la moderación de la mesa sobre “Disrupciones de goce”, que tuvo lugar en Barcelona el pasado 16 de octubre en el contexto de las Sesiones preparatorias de XVII Jornadas de la ELP, organizadas por la CdC-ELP1, con las intervenciones de Araceli Teixidó y Leonora Troianovski, trabajé sobre el concepto de disrupción de goce y elaboré las notas que siguen a continuación.

Disrupción es un término que Eric Laurent toma en su conferencia “Disrupción del goce en las locuras bajo transferencia” pronunciada en Barcelona en abril de este año, en el XI Congreso Mundial de Psicoanálisis sobre “Las psicosis ordinarias y las otras, bajo transferencia”, para interrogar, en este contexto, el uso que se puede hacer de la transferencia según la última enseñanza de Lacan.

Laurent dirá que toma el término de disrupción de Jacques-Alain Miller como “sinónimo de la efracción que constituye el foco en la homeostasis del cuerpo, fundamento de la repetición del Uno”2. Y se remite a una cita de Miller en la que este refiere que el modo de entrada del goce es siempre la efracción, la ruptura, la disrupción en relación con un orden anterior. Este orden sería bien el de la rutina del discurso por el que se sostienen las significaciones, bien el de la rutina que se le imagina al cuerpo animal.

Entonces, en primer lugar, disrupción en tanto que el goce se presenta siempre como efracción o ruptura de un orden anterior.

Laurent subraya además una doble acepción3 de la disrupción, pues hay una efracción primera, pero también están sus réplicas, que no van a dejar de perturbar las diversas homeostasis o estabilizaciones que el sujeto va pudiendo establecer como defensas contra esa efracción repentina de un goce desconocido por él.

Por tanto, en segundo lugar, disrupción como repetición que no deja de perturbar las homeostasis o estabilizaciones del sujeto.

En su curso sobre El Ser y el Uno, Miller contrapone el goce edípico a un goce indecible en la enseñanza de Lacan. En el contexto del goce edípico, el goce se sostiene de una prohibición. Es la prohibición la que origina el deseo, y el goce aparece como articulado al deseo en tanto es pensado por Lacan como transgresión de la prohibición. Esta prohibición se sostiene en un “no” del lenguaje. Esto da lugar a la dialéctica del deseo, deseo que surge precisamente de la prohibición y la negación. Pero Miller muestra que, en su muy última enseñanza, Lacan lleva el goce más allá de la prohibición. Va a tomar como referencia el acontecimiento de cuerpo. De hecho, Miller afirma que en este contexto para Lacan el goce es un acontecimiento de cuerpo. Esto implica que el goce no está articulado al deseo sino que es del orden de un traumatismo. No está apresado en una dialéctica sino que es objeto de una fijación4.

Este goce contrapuesto al goce edípico es un goce indecible, no-simbolizable, al que Lacan llega, nos dice Miller, por la vía del goce femenino, que toma como “principio del goce como tal”5. Porque finalmente para Lacan el goce como tal es el goce no edípico, el que queda por fuera del significante. Este goce, incluso despejadas las significaciones, permanece.

Es el goce mudo que Lacan generalizó, para todo parlêtre, a partir del goce femenino.

En esta nueva óptica, cae la suposición de un goce homeostático del cuerpo, según imaginamos en el animal o la planta en los que parece regularizado. Es por la introducción del lenguaje que se introduce algo diferente en el registro del goce: la repetición de lo Uno. Lo Uno “conmemora una irrupción de goce inolvidable”, nos dirá Miller, a partir de la cual se inaugura para el sujeto un ciclo de repeticiones, las réplicas que citaba Laurent, en las que no hay enseñanza de la experiencia, solo pura repetición de goce por fuera del sentido. No es una revelación sino un goce fijo, constante que se repite, por lo que Miller se refiere a él como un goce de la adicción, que no tiene relación más que con el significante Uno, el S1 solo, sin encontrar ninguna relación posible con un S2 que lo remitiera a un saber. “Autogoce del cuerpo por el sesgo del S1 sin el S2”6, concluirá Miller.

 

Notas:

  1. Sesiones preparatorias de las XVII Jornadas de la ELP: “¿Quieres lo que deseas? Excentricidades del deseo, disrupciones de goce”. Comisión de organización CdC: Begoña Ansorena, Eugenio Díaz (responsable), Silvia Grases, Josep María Panés.
  2. E. Laurent, “Disrupción del goce en las locuras bajo transferencia”.
  3. Íbid.
  4. J.-A. Miller, El Ser y el Uno, clase “El estatuto de lo real” del 9 de febrero de 2011: “Allí, el goce no se sostiene de una prohibición, es un acontecimiento de cuerpo. El valor del término acontecimiento de cuerpo es precisamente, la de oponerse a la prohibición. El goce no está articulado a la Ley del deseo, es del orden del traumatismo, del choque, de la contingencia, del puro azar. Eso se opone término a término a la Ley del deseo. El goce no está apresado en una dialéctica, es objeto de una fijación”. En Freudiana, núm. 63, Barcelona 2011.
  5. J.-A. Miller, El Ser y el Uno, clase “¿Qué es lo real?” del 2 de marzo de 2011, en Freudiana, núm. 61, Barcelona 2011.
  6. Íbid.