6 MIL MILLONES DE OTROS. Antonio de la Cueva Delgado (Sevilla)

En el reciente reinventado Museo de San Telmo de Donostia, nueva Capital Cultural Europea en 2016, desde el 2 de abril al 21 de agosto, está teniendo lugar una vídeo exposición de Yann Arthus-Bertrand, realizada por Sibylle d´Orgeval y Baptiste Rouget-Luchaire, que propone un encuentro inquietante con millones de Otros, a lo largo de 78 paises y de 5.600 entrevistas realizadas, en cada una de las cuales se muestra como desde el Otro es que el sujeto posee un lenguaje y es desde el Otro que el sujeto piensa.

Lo curioso del proyecto, como todas las invenciones, es que todo empezó con algo inesperado. A raíz de una avería de un helicóptero, mientras esperaba al piloto, Yann Arthus-Bertrand conversó con un habitante local en Mali. Este hombre le habló de su vida diaria, de sus esperanzas, de sus miedos: su única ambición era alimentar a sus hijos. Le llamó la atención que este hombre le miraba directamente a los ojos, sin quejarse, sin pedir nada, sin resentimiento. Sin embargo, esa palabra que venía de este otro diferente le cautivó. A partir de aquí surge la cuestión de la dificultad de convivir y la necesidad como única posibilidad de ir al encuentro del Otro.

Esta idea dio pie a que seis reporteros recorrieran el mundo y en un clima intimo de respeto y comprensión, realizar un viaje alrededor de cuarenta preguntas en la torre de babel del lenguaje que es la Tierra y en un uno por uno, dar la posibilidad de testimoniar sus encuentros y desencuentros de su condición parlante, demostrando que el lenguaje no es un instrumento, sino la condición de producción de cualquier forma de comunicación.

Lo sorprendente de la exposición, para nosotros psicoanalistas poco amantes de las encuestas con preguntas encorsetadas o dirigidas de forma muy consciente, es que el espectador va realizar otro viaje, que es de vuelta, pues al final del recorrido, todos nos sentimos más cercanos a ese otro diferente para nosotros, que aquí nos demuestran la multitud de rostros con sus diferentes lenguas de origen, pero que al mismo tiempo sentimos que están muy cerca de nosotros, a pesar de las diferencias de raza, cultura, lengua, etc. En definitiva, es la hipótesis de Lacan de que el Otro es al mismo tiempo el prójimo (cada otro sujeto por separado) y todo el conjunto de sujetos que constituyen a la cultura y la sociedad desde el origen de la humanidad.

El diseño del recorrido sorprende porque organizan espacios físicos cilíndricos, alrededor de contenidos temáticos de siempre y por siempre: El amor, estar en casa/dejar tu país, el sentido de la vida/felicidad, miedos/llantos, primeros recuerdos/sueños de infancia, familia, etc. Como dicen los autores se trata de que cada espacio de la exposición sea un lugar de reposo para escuchar, una parada del viaje en los muchos caminos de esa vasta geografía humana. En ningún momento intentan hacer evaluación. Por ello, los habitáculos, donde necesariamente entraremos y saldremos con el mayor respeto, son espacios físicos, que evocan el lugar remoto que habita el Otro que nos acoge, pero también representan un espacio íntimo, que nos transporta y sumerge en nuestra propia condición de seres hablantes. Los artistas nos conducen a la idea del filósofo Lévinas “Los otros que me obsesionan en el Otro no me afectan como ejemplos de la misma especie unidos entre sí por una semejanza o naturaleza común, individuos de la raza humana, o ramas de un mismo árbol... Los otros me incumben desde el primero hasta el último. Aquí, la fraternidad precede a la comunidad de una especie. Mi relación con el Otro como prójimo da sentido a mis relaciones con todos los otros”.

El visitante, en todo este mosaico imposible de ver en un solo día, tiene que elegir su recorrido, según los aspectos que más le interesa descubrir en el momento. Al final del trayecto, lleno de miles de rostros y relatos conmovedores, uno siente que este mundo global actual tan inquietante, en esta tensión entre el Uno y el Otro, pero con un deseo que es aproximarse al “Otro”, consigue producir en nuestros afectos unos efectos del retrato de esa humanidad, menos amenazante en su condición y por tanto poder ir al encuentro.

Sin embargo, como sabemos desde Freud en el Malestar en la Cultura, hay que estar advertidos de que la condición humana, que generalmente negamos de buen grado, representa en su verdad oculta una condición para la ferocidad o, dicho de otra manera, un ser entre cuyas disposiciones instintivas también debe incluirse una buena porción de agresividad. La existencia de esta inclinación agresiva, que podemos registrar en nosotros mismos y con derecho presuponemos en los demás, es el factor que perturba nuestros vínculos con el prójimo.

La exposición desde el testimonio más superficial hasta el más profundo, pues la emoción lleva a la reflexión, nos hace pensar juntos sobre la diversidad humana y cultural; pues en las batallas que nos esperan, ya sea la pobreza o el cambio climático, nos necesitaremos unos a otros. Como decía Freud, la cuestión decisiva para destino de la especie humana es si su desarrollo cultural logrará dominar la perturbación de la convivencia proveniente de la humana pulsión de agresión o aniquilamiento. Al menos, los artífices de este montaje transmiten una manera de sostener esta dificultad o que a la salida seamos más mansos o menos lobos de lo que en realidad somos, y a pesar de que las experiencias de la vida y de la Historia confirman que somos lopus.

En definitiva, una buena manera para hacer este verano un viaje por el mundo de al menos 11 horas de duración, sin llevar equipaje o con el único artificio del lenguaje; eso sí abiertos a escuchar a un pescador brasileño, un abogado australiano, un artista alemán, un agricultor afgano y así hasta miles de Otros. Así que tengan ustedes un “Otro” buen viaje.