Acción Lacaniana – Foros de la ELP: EL MALESTAR EN LA DEMOCRACIA. EFECTOS POLÍTICOS Y SUBJETIVOS. (Selección 5) Hernán Gustavo Vilar, Marta García de Lucio, Gabriela Medin.

SOBRE EL EMPUJE A LA HIPERDISCIPLINA
Hernán Gustavo Vilar. Psicoanalista, miembro de la EOL y de la AMP.

"Si se puede simular el plus de goce, eso mantiene mucha gente entretenida". Jacques Lacan

El Amo “sin cabeza” de la Hipermodernidad
Quiero compartir una cita de Foucault que me ha apelado especialmente: se encuentra en la “Historia de la sexualidad”, Volumen 1: “La voluntad de saber”; y allí dice: “…en materia de ciencias sociales, aún no se ha guillotinado al Rey”.

Hoy, se me ha ocurrido preguntarme qué habrá sido de la cabeza del soberano. En la hipermodernidad, parece: el Rey ha sido decapitado, pero vemos surgir del tajo, como si se tratara de la Hidra de Lerma, tres cabezas: El Mercado, La Ciencia y La Técnica. La corona ha ido a parar, cual capirote, a la testa de una soberana bastante voluble y desorientada: La Opinión Pública.

Con semejante Corte, es preciso pensar en las características que toma en nuestros días el ordenamiento que por vía del derecho positivo se hace de los discursos imperantes. Una legalidad basada en evidencia, acumulación de pruebas que, vía la digitalización, ya no reconoce los límites de espacio y tiempo. La transparencia, esa pasión de la sociedad contractual, gestionada por los medios masivos de comunicación, llega por exceso a invisibilizar.

Así la técnica, como política de forclusión de la política, nos presenta de la mano de las ciencias al saber como una mercancía más: en el flujo incesante de los gadgets ofrecidos por el “capitalismo sin fricciones”.

La declinación de las figuras de autoridad basadas en experiencia, y su reemplazo por modelos simulados de gestión, son solidarios de las formas más duras de segregación.

El ordenamiento por el derecho de los discursos que se ocupan de la Salud Mental presenta en esta época un rasgo particular que interesa señalar: Se trata de las “buenas prácticas standard”, basadas en evidencia calculable, mensurable, predecible y replicable.

La producción de pruebas positivas conduce a la proliferación de pericias y peritos: “La inflación de las especialidades”, la promoción ilimitada de “saberes expertos”.

Quienes recibimos en nuestros consultorios o en otros ámbitos a niños y adolescentes somos requeridos con frecuencia a informar a la escuela, a los tribunales, y aún, a las empresas de medicina pre-paga y obras sociales sobre la marcha de nuestros tratamientos, la frecuencia con que vemos a los chicos, etc. La subordinación a protocolos de evaluación, tal como el mapa del Imperio del que hablaba Borges, no deja de tener efectos en lo Real.

Cada vez que concurrimos a una escuela para conversar con los maestros o con los miembros de equipos de orientación escolar, se engrosa un legajo que tiene la eficacia de un prontuario policial. Padres que “ejerciendo sus derechos de usuarios” se dirigen a nosotros exigiendo solución a problemas con hijos sobre los cuales reconocen poca o ninguna responsabilidad, van al “docto especialista” como si de un técnico en electrodomésticos se tratara, reclamando un “arreglo garantizado”.

Se acumulan informes, historias clínicas, diagnósticos multi-axiales, que contribuyen a etiquetar a estos sujetos, y poco a poco, empujarlos a una adaptación procustiana o a su segregación.

Del asistencialismo al clientelismo: “Allí donde hay una necesidad nace un derecho”. Eva Perón
Durante buena parte del siglo XX, las reivindicaciones sociales de los sectores históricamente más desfavorecidos, aun en el seno del llamado mundo capitalista, estuvieron orientadas por el ideal de progreso y bienestar; podríamos situar en este contexto una serie de políticas cuyo imperativo podría formularse del siguiente modo: “Si es necesario, deberá ser posible” .De allí que surgieran lo que podríamos llamar los dispositivos asistencialistas, cuya critica excede los propósitos del presente trabajo. Solo me limitaré a resaltar que en la búsqueda de soluciones “para todos”, lo público avanzaba sobre lo privado (campañas obligatorias de vacunación, programas de control de la natalidad, barreras sanitarias, penalización del consumo de sustancias, etc.)

Con el fin de la Guerra Fría y el ascenso del neoliberalismo, el paulatino retroceso del “estado de bienestar”, dio lugar a la caída de los marcos regulatorios, favoreciendo la desaparición de las fronteras entre lo público y lo privado a expensas de lo “privatizado”. De esta manera, muchas de las gestiones que los agentes del Estado fueron abandonando, quedaron en manos de diferentes Fundaciones, ONGs, o programas de “Responsabilidad Social” de empresas que, de esa manera, alivian su carga impositiva y le dan un cierto lustre de beneficencia a sus negocios.

Como estos programas sociales son financiados por organismos multilaterales de crédito, y otras veces mediante el “fundraising”, deben garantizar el éxito y la replicabilidad de sus acciones bajo el control de comités de evaluación, y sostener a su vez políticas de fidelización a través de asociaciones de usuarios, eficaces lobbystas ante los poderes públicos. A menudo, encontramos en la gestión estatal que muchas áreas se han “tercerizado”: las consecuencias son idénticas.

Este cambio en los modelos invierte el paradigma anterior: En el mundo globalizado ya no se trata de “si es necesario será posible”; hoy, lo que es posible, debe ser necesario… Las soluciones para todos se rigen por las reglas del mercado, y los derechos han devenido derechos del consumidor. Como la satisfacción debe ser garantizada, si un programa no funciona, se propone otro, y otro; como con los planes de telefonía, se superponen ofertas a quien ya no es más destinatario de un programa asistencial, sino cliente de un sistema.

Como postula la Teoría General de los Sistemas, todo sistema se auto-regula; el problema es que esa auto regulación, deja por fuera lo contingente, arrasa con lo particular, y en su movimiento centrifugo expulsa a todo quien no se adapte. La época nos empuja a un saber trans, hiperdisciplinar, experto y garantizable, que se pueda probar como “la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad”; los psicoanalistas estamos advertidos de “que por la verdad se dan de a palos”, que siempre es no-toda, y que el saber es lo que cada uno puede inventar con su síntoma. Ante a esta banda de Möebius que lía en un sin fin posibilidad y necesidad, el desafío cada vez es hacer lugar a lo imposible y saber plegarse a la contingencia.

Algunos rodeos en busca de un guión
Durante el VIII Congreso de la AMP en Buenos Aires, en 2012, Adolfo León Ruiz, un colega de la NEL, me señaló de modo muy certero que hablar de “adaptación procustiana o segregación” tal vez no fuese atinado, ya que el lecho de Procusto, además de “calibrar” a los desdichados que caían en manos del tirano, es el prototipo de una maquina de segregación. Subnormalidad por déficit o por exceso:“Si no das la talla: te estiramos en el Potro; si te excedes, eliminamos lo que sobra”. La biopolítica se ejecuta en prácticas higienistas, pedagógicas, arquitectónicas, etc., así se distribuyen espacios, se prescriben conductas y se organiza el tiempo, una administración de la vida cuyas jerarquías giran en torno a lo que Foucault llama el “paradigma de la escasez.”

Espacios delimitados, horarios estrictos, y conductas tipificadas: una vida organizada en términos de restricciones… En nuestra época de “realidad aumentada”, de “satisfacción garantizada”, y donde la normalidad se define cada vez más en torno al exceso, veamos bajo que ropajes se nos presenta el imperativo de “dar la talla”.

La superposición entre saber, verdad y simulacro: La cínica exigencia de pruebas “evidentes” en la era del montaje; la enunciación anónima, que se presenta bajo la forma de consensos de especialistas, ejercen una tensión disciplinante que encorseta a los profesionales en protocolos elaborados más en base a especulación económica que en genuina investigación.

Este orden de cosas, como hemos tenido oportunidad de constatar en cada encuentro con profesionales de las diversas disciplinas, es fuente de intenso malestar que muchas veces subyace enmascarado en una cómoda sumisión: la “bella indiferencia de los expertos”.

¿Quiere usted ser Hipernormal?
GPS, cámaras de vigilancia, rastreo satelital, TACs, resonadores, ecografías 4D, tabletas, etc., configuran una nueva realidad ordinaria, donde la norma es el exceso, el derecho a un goce sin límites. El ascenso al cenit del objeto se verifica en el paradigma del déficit: a cada uno la prótesis o molécula que lo complete, a cada uno su etiqueta y su perfil de consumo… “Estar a la altura de la época”, no significa “dar la talla” adaptando nuestras prácticas a este empuje a una hiperdisciplina que todo lo abarque, sino sostener la dignidad de la falta, aquello que cojea, por más que le pongan patas biónicas; por eso la importancia de sostener ese pequeño signo (-) cuando hablamos de inter-disciplina. El guión como operación de sustracción, como intervalo, vacío de saber operando, es lo que posibilita la conversación con otros saberes, la practica entre varios. El guión, también es un conjunto de notas, referencias, que ayudan a veces a tejer una trama.

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OLVIDAR, NO SER
Marta García de Lucio. Politóloga y participante del Nucep Madrid.

Habitamos un mundo que genera víctimas. El ser humano puede ser incluso víctima y verdugo a la vez, de semejantes suyos. Seguramente el desplazamiento de una posición a otra sea sólo cuestión de momentos.

Espacial y temporalmente, no hay rincón ni época donde no haya habido víctimas. Pero para situar bien el asunto de esta reflexión, acotaré el terreno y escribiré sólo de las víctimas políticas, en particular las de hoy, sufrientes de sistemas violentos que sirven de canal para la perversión más radical de unos cuantos.

Me parece interesante señalar la nueva estratagema inventada por ciertas instancias de poder, que despista la mirada de esta violencia que si metafísicamente es a histórica, vivencialmente es absolutamente localizada en la memoria y en la carne, en el tiempo y en el espacio. Se trata del discurso que pretende permear las conciencias de una noción tristemente efectiva para quienes están del lado de la violencia perversa: el olvido es la solución. “El olvido ayuda a superar lo acontecido, el trauma fruto de la violencia, de la injusticia”, nada más lejos de la realidad. Negar el dolor de un sujeto, su sufrimiento, su memoria, es como enterrar su existencia. La memoria es parte constitutiva de la existencia de un sujeto, individual y colectivo. Un sujeto es sobre todo, memoria, pues un segundo más tarde el presente es una huella. Así, negar la memoria, promover el olvido, es aprobar e incluso promover la desaparición. La desaparición del ser individual y colectivo.

A la luz del título de este foro, Malestar en la Democracia, me viene inmediatamente a la cabeza esta estrategia del olvido como uno de sus síntomas más evidentes. Cómo no iba a haber un malestar en la democracia si la estrategia ya no es sólo la de ahogar al pueblo sino además la de hacerle olvidar que tiene la bota sobre el cuello. Hay una parte de este discurso que se vela entre la multiplicidad de distracciones para el goce que tenemos hoy en día. Se puede localizar en tantas cosas a la vez, que uno ya no sabe dónde tiene la cabeza -mucho menos el inconsciente-. Así es difícil identificar el problema, verlo con claridad, y si alguna vez se vislumbra algo de él enseguida se olvida, distracción gozante y culpa mediante.

Otras veces, el discurso es evidente, como es el caso de la controvertida Memoria Histórica. Frente a la parte interesada en la verdad, la justicia y la reparación para las víctimas, hay otra parte interesada -y cabría preguntarse qué interés es ése- en el olvido, en el destierro definitivo del ser individual, caso por caso y del ser colectivo. Hacer como que “aquí no ha pasado nada”, y esa nada se convierte en la inexistencia, por lo tanto, de unas 200.000 personas.

La impunidad que proporciona el olvido se vuelve la norma, dando rienda suelta a la perversión política. Así dice Nietzsche: “La ventaja de tener mala memoria es que se goza muchas veces de las mismas cosas”. Quizás se puede trasladar este “gozar” que dice Nietzsche a algo del goce lacaniano, y entonces me sirvo de esta cita para afirmar, que el olvido, -en este caso el ficticio olvido de la víctima de su propio dolor-, le da la impunidad perfecta al perverso para seguir gozando, de un modo u otro, del sufrimiento ajeno.

Poniendo atención a lo evidente o a lo velado de este discurso, o a ambos, se infiere por tanto la pregunta de si es posible imaginarse un bienestar en la democracia mientras cada vez sean más aceptados la impunidad y el olvido del propio pueblo, de ése que se le dice soberano, como la mejor manera de mantener la paz social, y así poder pisar más fuerte a través de desahucios y recortes, o borrar de la historia a miles de personas. Sin embargo, bien es sabido que cuando no se le da lugar a la existencia, del ser y de su síntoma, éste, sale de cualquier forma, quizás de la peor, por allá por donde no se le esté prestando atención, y me parece que esto se puede aplicar al individuo así como al ser social.

Llegados a este punto y para concluir, me parece pertinente entonces interrogarse sobre ese síntoma colectivo que se ha vuelto contra nosotros mismos, paralizándonos, al borde de la invisibilidad y el silencio. Me parece importante preguntarse sobre esto para ver qué es lo que sí está en nuestras manos y hacernos cargo de ello. Qué es eso que nos impide darle la vuelta a la tortilla, hacer presencia donde se nos quiere borrados, impedir el acto perverso de quienes gobiernan -así sean los políticos o los mercados-, gritar donde se nos quiere callar.

A bote pronto algunas variables me vienen a la cabeza: un lazo social quebrado, un cuerpo colectivo desmembrado, una asunción individual de cada sujeto de la responsabilidad de su propia precariedad, tener aún algo que perder (un empleo, una casa, cierta comodidad, etc.), un goce repartido entre objetos que se vuelve culpa cuando el sujeto pierde su capacidad de consumo, un cinismo soñoliento...

Quiero terminar con algo que me dijo un amigo de Gambia ayer, y que me parece tiene relación con este cuerpo desmembrado que cité más arriba: “La cuestión es que si yo pongo mi cuerpo para luchar, y me detienen, es un problema sólo mío, nadie va a venir a la comisaría a gritar y pelear para que me saquen de allí. Y por eso, nadie se arriesga”. Un cuerpo social fragmentado es un cuerpo débil, fácil de caer en el olvido, propio, y del otro. Unos fragmentos sueltos, tienden más a caer en el discurso engañoso del poder, dejando que su síntoma común no les sirva de potencia colectiva sino todo lo contrario, de merma para un posible acto de transformación. Por eso, me parece que una respuesta a los problemas políticos de hoy, pasa, para empezar, por bucear las claves de este resquebrajamiento del cuerpo social, y buscar nuevas fórmulas de tejer alianzas que reconstruyan en la medida de lo posible este cuerpo desmembrado.

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CAPITAL ILEGAL
Gabriela Medin. Psicoanalista. Miembro ELP y AMP.

En este boletín ,os proponemos un artista cuya obra podréis apreciar si os venís al Foro. NEKO es un artista urbano, que desde los años 90 interviene nuestra ciudad. “En Madrid, el espacio público está a disposición exclusiva del interés privado y eso ha marcado profundamente mi vida y por lo tanto mi trabajo. Lo sorprendente es ver cómo, con los años, el diálogo se ha invertido y ahora es la publicidad la que bebe del graffiti y del arte urbano, desgraciadamente sin consideraciones que vayan más allá de las estrictamente comerciales”.

En su obra NEKO reflexiona acerca de la línea que separa lo legal de lo ilegal; la acción callejera de la reflexión conceptual y artística.

“No se trata de solo de pintar, sino de intervenir. Si no he desarrollado un vínculo con el lugar en el que me encuentro, probablemente no trabaje en absoluto. Nueva York y París son un marco estupendo para mis intervenciones con luz en marquesinas. No es que en Madrid no funcionen, pero estamos hablando de las cunas de la luz y la publicidad. Allí adquieren una magia especial. En Barcelona, el plan es siempre relajado y sin pretensiones.Disfrutar pintando en el centro y alguna exposición o concierto entre amigos. En Madrid, mi graffiti se adapta no solo a mobiliario y superficies, sino a barrios y vecinos”.

En su última muestra, Capital Ilegal, propone reflexionar acerca del valor de las cosas y en particular del dinero. En la misma, pudimos ver billetes de 50€, 100€, 200€ y 500€ intervenidos y enmarcados. También monedas de cero euros, acuñadas especialmente por el artista. Los visitantes podían también cambiar sus billetes de 5€, 10€, 20€ por otros del mismo valor intervenidos por NEKO. ¿Valen lo mismo un billete en circulación normal que un billete intervenido?

Al cambiar este billete se puede conservarlo como objeto de colección o reintroducirlo en el sistema financiero que lo destruirá cuando la casa de la Moneda lo detecte, exactamente igual que sucede con el graffiti de NEKO en la calle.

La cuestión que subyace a esta provocación es cuestionar si las cosas valen lo que nos dicen. Si un billete intervenido por Neko vale más, igual o menos que los manoseados por los consumidores. En una entrevista el artista decía: “Cuando he investigado sobre la legislación del dinero, he descubierto un montón de cosas que la gente no conoce. Por ejemplo: que el dinero no puede estar parado. Tener un billete en un marco parado es ilegal. Quiero que la gente se cuestione eso. Si un billete de 500 vale 500. ¿Estás vendiendo, destruyendo, revalorizando? Es un diálogo abierto”.

http://cultura.elpais.com/cultura/2012/07/09/actualidad/1341854212_891330.html
http://madridstreetartproject.com/ciudad-de-neko/
http://elasombrario.com/2013/07/23/neko-ilegaliz/
http://streetbackpackers.blogspot.com.es/2010/04/neko-abc.html