Una pragmática del psicoanálisis aplicado a la Salud Mental. Por Ana Castaño (Madrid).

RESUMEN DE LA PONENCIA "Una pragmática del psicoanálisis aplicado a la Salud Mental" expuesta en el transcurso de las XI Jornadas castellano-leonesas de Psicoanálisis celebradas en Valladolid el pasado día 26 de octubre. Fotos realizadas por Luis Martínez en la Facultad de Medicina de Valladolid.

Durante más de dos décadas de trabajo en la Institución pública, he ido orientando mi práctica hacia una posible alianza entre el psicoanálisis puro y su forma aplicada.

En un primer tiempo de esta experiencia, la pregunta inicial giraba en torno a las condiciones de posibilidad del psicoanálisis en la Institución de salud mental. Es bien sabido que este tipo de Institución, a diferencia de La Institución analítica, esta regida por la lógica Universal del Para todos, lo que conforma el ideal del discurso del Amo, por lo tanto es indispensable que el lugar del analista se situé en extimidad, descompletando esta lógica: el profesional ha de separarse del ideal institucional para hacer el pasaje de la ética del deber, que compromete al trabajador, a la ética del deseo que implica el acto analítico.

Para esta práctica, es indispensable, contar con el deseo del analista y con los instrumentos que hacen posible el acto analítico: la transferencia y la interpretación, lo demás, lo estándar (el encuadre, el diván, el pago de sesiones) es cuestión prescindible, que en ocasiones ha obstaculizado la incorporación del psicoanálisis a la praxis pública, sirviendo de excusa para apostar por la existencia del mismo.

Hoy por hoy, y a pesar de las interferencias que suponen los protocolos que pretenden medirlo y evaluarlo todo, y de los que en menor o mayor medida somos esclavos (hemos de cumplimentarlos), desde los servicios públicos, en la intimidad del encuentro, de puertas para dentro, la administración nos deja hacer, aunque nuestra práctica no cuente para sus cifras.

LA POLÍTICA

Hasta los años 90 había una importante controversia en nuestra Escuela sobre si la práctica en instituciones se consideraba o no psicoanálisis en sentido estricto. El auge de las prácticas Psi, entre ellas las psicoterapias, llevó a replantearse la diferencia entre psicoanálisis puro, aplicado y psicoterapia, cuestión retomada por Miller en su artículo de Freudiana 32.
En este artículo, Miller, señala que la confusión en la que hay que detenerse no es tanto entre psicoanálisis puro y aplicado, ya que en ambos se trata de psicoanálisis, sino que “Lo importante verdaderamente es lo que en nombre de la terapéutica, confunde lo que es psicoanálisis de lo que no lo es”. En relación al psicoanálisis aplicado matiza que lo fundamental es “que siga siendo psicoanálisis, que sea un asunto del psicoanálisis como tal…”

LA ÉTICA

Es indudable la función social de la escucha y como sostener dicha posición, durante un periodo de tiempo, tiene sus efectos sobre el sujeto. Es la “talking cure” que produce cierto alivio sintomático fundamentalmente en el campo de las identificaciones. En un psicoanálisis de orientación lacaniana no se trata de atemperar o anular el sufrimiento, el síntoma, como pretenden otras prácticas Psi, sino de ir más allá del malestar, más allá de la demanda de amor, para acceder a lo real: “La cuestión ética se articula en el dominio de la relación del hombre con lo real en juego” (Seminario de la Ética. Lacan).

UNA PRAGMÁTICA

Creo que la última enseñanza de Lacan con “saber hacer ahí con el síntoma”, también cada vez, y con la orientación a lo real, permite una pragmática para aplicar el psicoanálisis, qué usos le vamos dando a los significados que definen nuestra teoría (transferencia, tiempo lógico, inconsciente,,,,).
...voy a inclinarme por nombrar, podemos discutirlo, por los usos posibles del psicoanálisis aplicado a la Salud Mental, en función de mi experiencia en el día a día de La Institución.

1-el caso por caso: “No hay clínica sin ética”.
Es cada vez que tomamos un caso que es posible aplicar este modo de hacer. Sería interesante investigar si existen preferencias en la elección, tanto por parte del profesional como del paciente, ya que no es posible el “Para todos”.

2- La práctica entre varios.
La Institución en la que trabajamos no es analítica pero aún así, hay en determinados momentos en que es fundamental trabajar en red, con diferentes agentes y en contacto directo con lo social. Esto nos lleva a compartir casos con otras Instituciones (sanitarias, educativas, sociales, judiciales) y en ocasiones tomar decisiones sobre la vida de un sujeto. Pienso que en este tipo de intervenciones se puede sostener una posición para crear lo que Antonio Di Ciaccia llama el Uno del vacío, donde cada uno de los que integran un equipo o una determinada intervención, se relaciona desde su particularidad con ese vacío.

3- Los grupos.
No podemos ignorar las dificultades que se generan en un servicio público en torno a la demanda y sabemos que uno de los obstáculos es la tan temida presión asistencial que puede colapsar nuestras agendas... En mi servicio se realizan varios grupos, algunos mono-sintomáticos (anoréxicas, fibromialgia, psicóticos) y otros guiados por el peso de un significante (malestar laboral, adolescentes, niños) estando pendientes de elaborar reflexiones teóricas y sus posibles aplicaciones.

4- La docencia.

Los residentes en formación que rotan por este servicio acuden movidos por un interés previo hacia el psicoanálisis y las actividades docentes, acreditadas por el organismo competente tras superar diversos escollos, se orientan desde el psicoanálisis lacaniano. (Taller de supervisión de casos con la participación de miembros de la sede de Madrid, cursos como el alimento como síntoma y para este año una enseñanza alternativa, por fuera de la reglada, sobre textos freudianos). Este es el modo de procurar una transmisión, no sin esfuerzo, y con efectos de formación para los analistas que participamos en esta experiencia pública.

Hay que trabajar, investigar, por el psicoanálisis por venir en nuestra época.
“…luego, todo depende de que lo real insista…”. (Lacan, La tercera)

Ana Castaño (Madrid)