Una evidencia científica sin agujero: Los niños prestan más atención a los objetos y las niñas a las personas. Carmen Alda (Barcelona)
Gergel Csibra se trasladó de Londres a Madrid el mes pasado, invitado por Cosmo Caixa, (Museo de la Ciencia, Fundación La Caixa, Alcobendas), para hablar sobre el objeto de sus investigaciones: la mente de los niños.
Traía en su cartera resultados relacionados con aspectos del desarrollo cognitivo en los dos primeros años de vida, porque se dedica a estudiar los procesos visuales de los niños. Parte de los niveles elementales de atención y de los movimientos de los ojos, a fin de conocer qué interés muestran por los objetos y las personas. No se trata de una ambición menor, en tanto que sus hallazgos apuntan a esos objetos constitutivos del psiquismo humano, verdaderos mojones del deseo (J. Lacan, seminario IV) y su relación con la diferencia de los sexos.
Al tratarse de un investigador extranjero, catedrático de Psicología Cognitiva del Birkberck College de la Universidad de Londres, cuyos estudios han sido publicados en la revistas científicas como Journal of Cognitive Neuroscience, British Journal of Developmental Psychology o Progress in Brain Research, sus promesas científicas ya vienen retribuidas con diplomas, son credenciales en un envoltorio con valor añadido.
El envoltorio de sus investigaciones viene impreso con la retórica enunciativa de las nuevas tecnologías, de las que no queda claro que él se sirva, pues sólo habla de la observación directa con los niños, a lo sumo, mostrándoles fotografías de monos. Y sin embargo, leemos en el primer párrafo de su carta de presentación lo siguiente: Estudios observacionales realizados con técnicas de electroencefalografía y de diagnóstico por imagen no invasivas e incruentas revelan que ( ) su mente es capaz de sentir emociones complejas, como los celos, la empatía o la frustración.
El bebé en la máquina de IRM
A Csibra le interesa seguir los ojos de los niños para ver su interacción visual desde bebés, elemento clave en el desarrollo cognitivo y en la adquisición de habilidades para discernir en las caras humanas los estados de tristeza-felicidad. Por tanto, la extracción de conocimiento está en el ojo, en el campo de lo visible: Es fascinante ver qué fuentes cognitivas emplean los pequeños para aprender de su entorno y cómo discurren los procesos neuronales del cerebro del bebé.
Concretamente él no nos habla de procesos cerebrales sino de un procedimiento visual por el cual infiere que los intereses de los bebés varían en razón de la diferencia de los sexos. También lanza su tesis unisex respecto a los cerebros del hombre y la mujer aunque no la explica: existe un cerebro. Otros autores sostienen que están diferenciados según el sexo anatómico.
Ahora bien, más allá de sus hallazgos cualitativos que no vienen relacionados con estadísticas, ni con el diagnóstico derivado de la actividad cerebral emitida por el equipo de IRM, pondremos en cuestión los procedimientos tecno-científicos en sí mismos a los que alude y amarra con las emociones complejas halladas en otros estudios.
Nuestra pregunta central apunta a cómo se consideran en la metodología conceptualizada por la psicología pragmática, tres variables intervinientes que afectan a las personas estudiadas:
1-. El equipo de IRM para extraer la imaginería.
2-. La imaginería obtenida por resonancia magnética y su amarre a las ficciones teórico- psicodiagnósticas.
3-. La supuesta inocuidad técnica en los bebés con los que se experimenta.
¿En que se basa el experimentador para concluir que las técnicas citadas no son invasivas e incruentas?.
Esta última variable, ya está definida en Wikipendia:
Debido a la complejidad de un equipo de IRM, existen muy diversas maneras en las que este puede afectar a la salud de una persona. Se puede clasificar estas maneras en tres grupos:
Riesgos inmediatos evitables
Riesgos inmediatos inevitables
Riesgos a largo plazo
Sea como sea, queda claro que ya no se trata de la rata en el laberinto, ni del sujeto en el laboratorio pasando por el tubo-robinet de Piaget, sino del sujeto en la máquina pasando por la pragmática del agujero.
Suponemos que el deseo estandarizado del neuropsicólogo-investigador, al teñirse de la ideología propia del imperio de las neurociencias, lo que valora es el ensayo innovador, tal y como apunta J.-A. Miller (Curso 16 y 23 de enero 2008); y el artificio eclipsa el saber innovador que ensancharía las vías de acceso a los perímetros de la verdad y haría avanzar las coordenadas del saber hacia evidencias científicas renovadas.
El mismo Csibra de entrada nos informa, que los hallazgos que trae a las páginas de salud (El País, 25/03/08) no aportan un conocimiento actualizado, son comprobaciones:
Coinciden plenamente con los resultados de otros investigadores que él mismo cita, como Diane Montague de la Universidad de Filadelfia (Estados Unidos); coinciden con resultados que él conocía de antemano, es decir, que ya le habían hecho el trabajo una serie de precursores.
No en vano trae a colación en su entrevista al mentor de la Psicología pragmática -el filósofo convertido a psicólogo, para acabar volviendo a la filosofía hastiado de la psicología-, William James (1890) quien definió el mundo de los bebés como una confusión total de zumbidos ( ) sostenía que poseían una mente muy simple. Además Csibra menciona un corte epistémico: En los años sesenta del pasado siglo se empezó a observar que la mente de los bebés es mucho más compleja y rica de lo que se pensaba.
Efectivamente, se pueden encontrar múltiples trabajos realizados en ese campo tanto en la literatura psicoanalítica como en la psiquiatría infantil y en la psicológica en sus distintas especialidades (general, pedagógica, evolutiva, genética, etc.). Textos que no hacían tabula rasa, sino que tenían en cuenta los distintos momentos de la Historia del Pensamiento, los cortes epistemológicos interdisciplinarios sobrevenidos en los desarrollos conceptuales sobre la subjetividad del ser humano.
Entonces, ¿dónde radicará el interés científico de las investigaciones del Sr. Csibra más allá o más acá de las IRM? ¿Qué sentido tiene investigar exponiendo a los bebés a la interacción visual y emocional con un equipo IRM, excepto si los signos clínicos y terapeúticos lo indican, es decir, porque padezcan alguna enfermedad cerebral? La noticia no habla de sufrimiento.
Lo que destaca de sus estudios es que mientras los niños prestan atención a los objetos, las niñas se muestran interesadas por las personas, nos dice la entrevistadora Mayka Sánchez, al tiempo que afila su estilete con la siguiente pregunta: ¿Qué significado puede tener esta observación?
La repuesta dada por el entrevistado es la siguiente: Es difícil saberlo todavía, aunque creemos que con el tiempo llegaremos a conocerlo. Pues lo más probable es que no sea algo casual y que efectivamente, tenga un significado.
En realidad, la lógica de lo probable -que no sea algo casual-, ya lo dijo al principio, Csibra la reduce a la fuente de la congnición, a lo visto por el ojo; aparecerá el objeto porque no hay contingencia posible ni cuando asoma la hiancia en el registro escópico. Por lo tanto, en esa ocasión brindada para ubicar el objeto a de la causalidad, el significado de la falta de objeto se esfuma. Cuando llegue ese significado no causará sorpresa, porque está operando en la máquina de la repetición de lo visto y lo visto... El hilo no entra por el ojo del inconsciente de Mr. Csibra y el enigma rebasa el campo de la psicología cognitiva.
Un significado estructural del hallazgo, está en letra impresa en la obra escrita sobre la ciencia de lo real -el psicoanálisis de orientación lacaniana-, habiendo sido extraído de varias corrientes de pensamiento, verificado en la experiencia clínica y transmitido por Jacques Lacan antes de los años sesenta y revisado después, en diferentes momentos de su enseñanza. Las elaboraciones al respecto ya están en diferentes versiones en los anales del campo del saber y continúan abiertas en un work in progress, aunque no lo sepa el sujeto de la ciencia.
En tanto tal, la evidencia científica no precisa preguntarse por los significados, puesto que hay un deseo de que eso sea así, una enunciación, una pre-concepción que abre un cierto dominio de investigación. Es cuestión de amarrar realidades cualitativas, emociones, con realidades magnéticas, en este caso signos cerebrales a cuantificar . (J.-A Miller, Curso 16 y 23 de enero de 2008).
Una reforma sin su agujero
Lacan hizo una lúcida lectura de lo que él llamó la sociatría, el efecto de la ciencia sobre lo social, señalando el traspiés dado por la psiquiatría ante la encrucijada cerebral, hasta caer en brazos de la neurología, de la sociología de mercado y de la emoción `científica´. Escrito para y a petición de Le Monde el artículo De una reforma en su agujero (web AMP) aunque no fue publicado, trata sobre la reforma universitaria de la psiquiatría en el campo de la medicina, después de la agitación del mayo del 68. Ahí, se nos indica que la deriva del saber toma el rumbo de un saber a bajo precio. Y en el apartado mayomemoria en el sujeto capitalista (maimoire) preconizaría que el sujeto de la ciencia no tiene nada que ver con la ampulosidad que prima en el mercado de influencias (Csibra viene a ilustrarlo). Lo aseveraba para recordar el lugar donde habita, igualmente y más allá, el objeto a.
Apuntando a la formación del psicoanalista, señalaba que el ´deser´ es el deseo de saber, que el saber es deseo de saber, diferenciándolo del conocimiento científico. Y en esta línea vislumbró los fines a los que tiende el sistema, hoy vigentes: la invasión de los mercaderes han convertido los templos del saber en `las nuevas guarderias´, (el niño generalizado) donde lo que se produce es `la reducción del saber al oficio del mercado´.
Que los cuerpos se conviertan en objetos de conocimiento científico y pasen por la experiencia de los equipos IRM, no equivale a la reducción del sujeto a un puro objeto de observación. Cuestión ética: dependerá del uso que los profesionales hagan de la máquina y del trabajo de investigación, para que nos den o no gato por liebre o `videncias´ científicas.