Un escalofrío. Juan Carlos Ríos (Granada)

Un día, transcurridos tres meses de conversaciones con Ramón, llega y nada más tomar asiento me mira con una seria sonrisa y dice “no estamos solos”, al preguntarle qué quería decir añade que hay una mujer mayor ahí “al lado”, sentada a mi derecha. El leve pero afilado escalofrío que me atravesó al instante no impidió que le preguntara ¿qué podemos hacer? Su respuesta fue clara: “dejarla ahí tranquilita, que no hable, que no nos moleste”.

Y así fue, la conversación con Ramón -un paciente diagnosticado de esquizofrenia que atiendo en un dispositivo público- pudo proseguir.

Este acontecimiento, a posteriori, me facilitó un atisbo de la lógica trinitaria que Lacan aborda cuando dice en el Semanario 23 que “lo real prende fuego a todo. Pero es un fuego frío”[1].

El escalofrío, ese calor frío, es una tupición, un disfraz de lo real.

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Notas:

1 Lacan J., El Seminario, libro 23, El sinthome, Buenos Aires, Paidós, 2006, p. 119