Des(a)venturas de un doctorando. Por José Angel Rodríguez Ribas (Sevilla)

Hace unos pocos días, llamó una encantadora señorita de parte de cierto departamento universitario. Se trataba de rellenar una encuesta de satisfacción para alumnos de tercer ciclo con el fin de evaluar la calidad del servicio prestado.

En el interrogatorio en cuestión no se preguntó, en absoluto, por la atención recibida, la transmisión del placer de investigar, la disponibilidad para salir de impasses teóricos o clínicos, lo ajustado de los medios, el rigor de la enseñanza recibida… No. Todos los “casilleros” que se exponían para ser registrados (Milner), trataban de ahondar en la relación calidad-precio, las expectativas laborales cumplidas, la adecuación de lo recibido a lo ofertado, la circulación de la información, la página web, el precio, el beneficio calculado etc, etc.

En el colmo de la estulticia utilitarista de los estudios de mercado, ya podemos comprobar, de entrada, cómo se confunde un programa de Master, oferta de postgrado ajustada a la realidad socio-laboral actual, con uno de Doctorado que pretendería formar en la investigación, reflexión metodológica y profundización en determinado campo del saber.

Los criterios del management empresarial ya han llegado hasta lo más ”profundo” de la Academia con sus principios economicistas hipermodernos (Lypovetsky) enunciados: “rápido, intenso, eficaz y sin problemas”. La sociedad del espectáculo -Debord- ya realizada, nos muestra su patetismo (indigno) de la Totalidad del Discurso del Capital como un flujo “líquido-rizomático” (Deleuze, Bauman, Negri) sin fin, ni finalidad, donde la forclusión del Saber ha sido transmutada en gestión mercantil del Conocimiento. Embrollo “flujomático” este, de “canales” de goces cenitales (¿nudos de toros?). Es por lo que asistimos actualmente al declive del azar, la paradoja y la imposibilidad como aprioris de la condición de subjetividad.

El concepto mismo de “crédito” docente (ECTS: acuerdos de Bolonia, para el Espacio Único Europeo) como rendimiento estudiantil, contempla en sus fundamentos cuantificar el esfuerzo de comprensión del alumno, no sólo en las clases magistrales lectivas, sino en tutorías, trabajos, estudio, búsqueda de datos, etc., hasta completar el equivalente en horas a una jornada laboral. Es decir, el saldo disponible de una cuenta corriente (crédito) hace del
estudiante -“dicente”- un “currante” de los servicios docentes.

Si el monopolio del Conocimiento, (ya) es fagocitado por las Universidades a la manera de “lobbys” (ya no habrán Masters privados) el Título Universitario deviene, al fin, en una pura habilitación colegial para poder ejercer una profesión. Y punto.

Que el Inconsciente es “lo Real” y “la Política” (Miller) cuestiona, entonces, nuestros fundamentos epistémicos último-lacanianos, no tanto desde una ontología hegeliana-estructuralista, como poder retornar a un modelo freudiano “económico”, es decir la "causalidad" del cuerpo, de las suplencias y de los nudos, también entrevistas por Derrida (“Derrilacan”: Francisco Vidarte) y Deleuze (el de la “Lógica del Sentido” y “Rizoma”, no el del “Anti-Edipo”: apreciación hecha por Zizek en “Órganos sin Cuerpo”. 06).

De lo “Es-” a lo “a- ” pudiéramos decir.

Ahora bien, ¿la estela expuesta en el “Porvenir del Inconsciente” (Alemán.06) no debiera incluir el “manejo” de los semblantes para construir un Otro en el que alojarse? Aporía a la que los lacanianos nos vemos de continuo confrontados. Pues si la Castración es la propia de la Imposibilidad misma, ¿no sabemos ya que la Posibilidad sólo nace bajo las condiciones deconstruidas de imposibilidad? Lo irónico de toda esta cuestión es que si: Seguridad, Salud, Sostenibilidad y Diversidad son las key-words, enunciadas hasta la saciedad, de la “corrección política” imperante en los Ministerios, el propio imperativo voraz se vuelve contra sí mismo. La evaluación utilitarista “defensiva” al quererse exhaustivamente totalizadora, influye negativamente en la cuenta de “calidad” de los resultados Educativos, Sociales o Sanitarios, dado su progresivo alto coste en tiempo y recursos. (Por no hablar de la promoción misma de la debilidad mental). ¡Cosas de la condición paradójica del súper-yo!
“a”: esto es lo que Hay(Ex-).

Por lo tanto: ¿no sería, a fin de cuentas, un psicoanálisis que convenga a los tiempos hipermodernos que corren, un “amable” des-velador de las paradojas y topologías ontológico-epistémicas que fundan los diversos Programas de Subjetividad?

Y todo, sin caer en la “progresía nostálgica” de los discursos Emancipadores (“yo ya luché… para nada”…), en la lógica victimaria-victimista de la Razón traicionada (“nada puede cambiar… sálvese el que pueda”…) o en la esfera pragmática del Ironismo privado.

En “Eso” no estamos solos: “Entonces: Sssh” (Miller.96).

PD: Acaba de fallecer R. Rorty... Va por su memoria.

José Angel Rodríguez Ribas (Sevilla)