"Tele-sesión"

Estamos todos confinados. Por el momento eso se conjuga en presente no sin una especie de extraña intemporalidad. El SARS-CoV-2 es el virus responsable de la enfermedad COVID-19 dotado de un poder letal sobre los cuerpos de los hablantes. Por este hecho, mediante la infección, el estatuto de su ser es susceptible de cambiar, deviniendo “seres enfermos”. El COVID-19 ha cavado un agujero planetario alterando la organización social en todos sus niveles. Estos niveles son múltiples, y cada uno merece consideración, pero la más eminente de las consecuencias es que se impone el aislamiento de los cuerpos.

Sin embargo, gracias a la extensión planetaria de internet generalizando las tecnologías informáticas, la presencia virtual en tiempo real ha venido a aligerar a unos y a otros del sentimiento opresor de soledad en este tiempo de aislamiento. Esta posibilidad proviene según Lacan, de la operación del discurso de la ciencia que, sirviéndose del significante numérico, ha hecho descender de la bóveda celeste una serie de objetos, de aparatos y de pequeñas máquinas que en la actualidad pueblan nuestra cotidianeidad. Subraya que por la mediación del discurso de la ciencia lo real ha comenzado a abundar de manera inaudita por el bies de los aparatos que nos aplastan y nos dominan. Considera entonces que el análisis es la única cosa que nos puede permitir “sobrevivir a lo real”1. Eso ocurre gracias a la función de la lalengua cuyo hilo nos abre la vía para leer la huella de otro saber, el del inconsciente. Subrayemos que esta frase de Lacan fue enunciada mucho antes del surgimiento de los objetos que aparejan los cuerpos de los seres hablantes en el siglo XXI.

El confinamiento necesario ha introducido por fuerza la suspensión de la práctica psicoanalítica. Hecho inédito hasta el momento. La sesión analítica bajo la forma del encuentro de los cuerpos no puede ahora tener lugar.

¡Eso no importa! Si no podemos encontrarnos materialmente para una sesión de análisis practiquemos la tele-sesión, siguiendo la consigna recibida de quedar en casa y practicar el teletrabajo. En el tiempo del confinamiento, se conecta más. Es el entusiasmo donde el “se” queda atrapado hasta la congestión.

Gracias a los gadgets se puede tener la presencia virtual del analista en casa y hablarle. Si bien este recurso se impone en circunstancias excepcionales, ¿es sin embargo una sesión de análisis? “Verse y hablarse no constituye una sesión analítica”, dice Jacques-Alain Miller, “es necesaria la copresencia en carne y hueso”2. Y más en tanto que el concepto de parlêtre traduce que “el inconsciente procede del cuerpo hablante”3, a diferencia del sujeto del inconsciente que procede “de lo lógico puro”4. El hombre tiene un cuerpo y habla con su cuerpo, instrumento de la palabra: “La palabra pasa por el cuerpo y de retorno, afecta al cuerpo que es su emisor (…) bajo la forma de fenómenos de resonancias y ecos”5. El cuerpo se goza de los efectos marcantes de lalengua que le afectan, de los que testimonia el sinthome en tanto que acontecimiento. En revancha, el cuerpo del analista en la sesión analítica es el instrumento de un discurso sin palabras, dando cuerpo al acto analítico, y condensando en el semblante el goce fuera de sentido del analizante.

De lo que precede podemos suponer que el dispositivo de la tele-sesión, donde los cuerpos son reducidos a su imagen vía pantalla, está consagrado a la impotencia frente a lo imposible. Esta proposición merece ser sometida a la prueba de lo real. La epidemia del COVID-19 ha desencadenado la epidemia de la tele-sesión y de la tele-consulta. Podría ser que así la epidemia haya legalizado y dado sentido a una práctica ya en curso, volviéndola normal.

¿Soy entonces tecnófoba? Guiándome en la ética de las consecuencias, mi pregunta concierne al devenir del psicoanálisis. Si la furia cibernética se lo lleva, yo prefiero ser herética, es decir “elegir el camino por el que alcanzar la verdad”6. Esta elección es la elección de no elidir el cuerpo a cuerpo de la sesión analítica, de resistir al vaciamiento de su sustancia moterial*, con el fin de frenar la transformación de los cuerpos en carne y hueso en cuerpos gloriosos. Es la elección de no hacer pasar el psicoanálisis al rango de una practica cualquiera, por práctica de masa.

Texto publicado en “L’Hebdoblog nº 198, ECF, 5 de abril de 2020. Traducción a cargo de Margarita Álvarez.

 

Notas:

  1. Lacan, Jacques. “Conférence donnée au Centre culturel français”, Lacan in Italia 1953-1978, Milan, La Salamandra, 1978, p. 106.
  2. Miller, Jacques-Alain. “Le divan. XXI siècle. Demain la mondialisation des divans? Vers le corps portable”, entrevista, Libération, 3 julio 1999, disponible en internet.
  3. Miller, Jacques-Alain. “Habeas corpus”, Scilicet. Las psicosis ordinarias y las otras, Grama, Buenos Aires, 2018, p. 11.
  4. Lacan, Jacques. Quatrième de couverture”, Écrits, Seuil, Paris, 1966.
  5. Miller, Jacques-Alain. “Habeas corpus”, op. cit., p. 12.
  6. Lacan, Jacques. El Seminario, libro 23, El sinthome, Paidós, 2006, Buenos Aires, p. 15.

*NdT: juego de palabras en francés entre “mot”, palabra, y “material”, que expresa la materialidad de la palabra.