(Presentación 1) “Suicidio, medicamentos y orden público”*. Editorial Gredos-ELP. Montserrat Puig (Barcelona)

Por qué este libro
Este es un libro de la colección de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis que acoge la editorial Gredos desde hace ya varios años. Es el décimo título de la colección. Esta colección fue pensada para una serie de libros de crítica y reflexión de diversos temas de actualidad en los que el psicoanálisis se encontraba concernido. Es decir, de temas de los que se ha llamado la interface entre el psicoanálisis y otras disciplinas. La voluntad de esta colección es pues también ofrecer una serie de reflexiones, desde el psicoanálisis de orientación Lacaniana, a otros profesionales de otras disciplinas prácticas y teóricas, e intervenir en un debate. Es un libro dirigido, como el resto de la colección, no a los psicoanalistas como lectores principales sino, en este caso, a los profesionales de la salud mental. Su interés, pensamos que no concierne exclusivamente a psicoanalistas, psiquiatras y psicólogos sino a todos aquellos profesionales que de una u otra forma participan en este amplio campo que es el de la salud mental.

Por supuesto no es el primer libro que desde el psicoanálisis hace aportaciones y reflexiona sobre qué es la salud mental. El psicoanálisis, como decimos en la presentación, no ha sido ni es ajeno al desarrollo de la asistencia a los enfermos mentales, a la clasificación de las enfermedades mentales, ni a las propuestas de su tratamiento.

Si bien hacía tiempo que habíamos pensado en promover un libro que pudiera ayudarnos a reflexionar y plasmar nuestra experiencia clínica en las instituciones de salud mental (algunos proyectos se quedaron en el tintero), el pistoletazo de salida lo dio la publicación en la revista Mental de una serie de dosieres que nos pareció valía la pena en parte difundir en castellano. Por ello, es por lo que encontraran en el libro varios textos traducidos de esta revista a la que agradecemos su buena disposición en la autorización para su publicación.

Elegimos tres cuestiones de máxima actualidad: la función de la salud mental en relación al orden público, la medicalización del sufrimiento humano y los pasajes al acto suicidas.

Podríamos decir, a grandes rasgos, que en este libro se trata de:

1-. No de cuestionar a los fármacos. La dicotomía psicoanálisis o fármacos hace ya tiempo que ha caducado. Sino, nunca insistiremos suficientemente, del “buen uso de la medicación”, y así como de rechazar que el fármaco sea el modelo, que las investigaciones farmacológicas sean el único paradigma de las validaciones clínicas y terapéuticas.

2-. El declive de la autoridad, las nuevas propuestas diagnósticas del DSM que parecen no tener fin, el cajón de sastre de los llamados “trastornos de la personalidad”, o los nuevos imperativos de salud y adaptación a los que los dispositivos de salud mental debe responder, tienen efectos en muchos ámbitos desde la educación a la asistencia social o a lo que espera de un servicio de rehabilitación y cómo enfocarlo hasta en la clínica con la desaparición de la singularidad de cada sujeto y su sufrimiento.

3-. Por otra parte, los pasajes al acto suicida, reducidos al estatuto de epidemia cuando se tratan sólo en su vertiente de salud pública, se han convertido en los últimos años en objetivos diana de las políticas de prevención. Rescatar la perspectiva clínica en la “conducta humana” es reintroducir al sujeto allí donde se pretende rebajarlo al estado inerte de un mero dato estadístico.

Es un libro crítico, no cabe duda de ello, pero también con voluntad de mostrar una orientación clínica y de ponerla a prueba para su crítica. Nos gustaría que generara una discusión y un debate en un ámbito que nos parece cada vez más encerrado en los ítems de las evaluaciones y las acreditaciones. Un debate que merece la pena alimentar, más que por ideología, por cuestionamiento ético. Ya que la concepción de lo que se llama los “problemas de salud mental” de la población y el cómo se abordan no son nunca ajenos a los ideales de cada época. Por ello es necesario no darlos como naturales, ni como un progreso, hacer un poco de historia y ponerlos en cuestión.

El propio ideal de salud mental general y generalizable para toda la población, como felicidad y bienestar, como ausencia de sufrimiento psíquico en toda situación es una trampa de la que se quejan los profesionales diciendo que se pretende que traten el más mínimo malestar de vivir como si fuera una patología. Qué hacer pues con este ideal de ausencia de sufrimiento y con las consultas que llegan en este sentido, es un debate que no creemos que podamos eludir simplemente remitiendo el malestar al médico generalista, por ejemplo. Ello no sólo no cambia nada sino que incluso puede empeorarlo dado que este desplazamiento asistencial no es ajeno a la medicalización masiva de la población.

Sirva lo dicho sólo para mostrar que no se trata de debates artificiales o falaces sino que tiene consecuencias prácticas evidentes, y más cuando el campo de la salud mental se ha extendido tanto que el ideal terapéutico actual de no sufrimiento sobrepasa los límites de la asistencia psiquiátrica o psicológica abarcando los campos de la asistencia social, educativa, rehabilitadora y llegando incluso al mundo de la empresas. Es lo que hemos visto muy claramente con la proliferación de estudios y departamentos en algunas multinacionales sobre la detección de trabajadores vulnerables al estrés o la detención de los grados de estrés de los puestos de trabajo para poder asegurar la salud mental de sus trabajadores y prevenir los riesgos psicológicos.

Lo que en otras épocas se hacía por el humanismo, actualmente se hace para prevenir terapéuticamente los problemas mentales. Por lo tanto, y aunque no lo tengamos muy presente, ya es hoy en día casi imposible trabajar en el ámbito de la atención a otras personas y no estar “en el campo de la salud mental”.

* Intervención de la autora en el acto de presentación del libro en el Colegio Oficial de Psicólogos de Catalunya, lunes 24 de enero de 2011.