Soportar la transferencia. Concha Carretero (Valencia)

“Toda clínica analítica depende enteramente de la transferencia y la transferencia despliega toda la gama de la pasión: el amor, el odio y la indiferencia. Todos los días el psicoanalista se confronta con la densidad de la experiencia de la pasión. Es su práctica cotidiana, una actualidad siempre nueva”.

La transferencia, descubierta por Freud, ha sido estudiada por muchos autores a lo largo del movimiento psicoanalítico. El propio Freud habló de ella como motor y dificultad en la cura.

Los primeros analistas tuvieron que enfrentarse con la transferencia como insoportable, teorizando ampliamente sobre el análisis de la transferencia negativa y la contratransferencia, a partir de que no se daban los éxitos en la cura como en los inmediatos discípulos de Freud.

Lacan nos habla de las pasiones del ser en el Seminario I, justamente cuando está trabajando sobre la transferencia: “El análisis no es más que una serie de revelaciones particulares para cada sujeto... la novedad freudiana es la revelación en el fenómeno de esos puntos vividos, subjetivos, donde surge una palabra que sobrepasa al sujeto discursante”.

En el análisis trabajamos con la palabra. “Las palabras, los símbolos introducen un agujero, un hueco gracias al cual todo tipo de pasajes es posible. Las cosas se vuelven intercambiables... Ese agujero en lo real se llama según el modo de abordarlo, el ser y la nada. Ese ser y esa nada están vinculados esencialmente al fenómeno de la palabra. La tripartición de lo simbólico, lo real y lo imaginario- categorías elementales sin las cuales nada podemos distinguir en nuestra experiencia- se sitúa en la dimensión del ser. Sólo en la dimensión del ser y no en la de lo real, pueden inscribirse las tres pasiones fundamentales”.

La pasión tiene un lazo particular con el saber. El amor de transferencia se desencadena a partir del supuesto saber del psicoanálisis sobre el inconsciente. Lacan radicaliza el lazo, se ama cuando se supone un saber al Otro. Hay un lazo, del lado del analista entre aquello que soporta de la pasión transferencial y su relación con el saber. Las pasiones del ser son las pasiones de la relación con el Otro.

Las pasiones del ser se inscriben cuando Lacan define al sujeto del inconsciente como en falta en ser, es desde esta falta lo que le hace buscar en el Otro aquello que le va a colmar y a calmar esta falta en ser.

Estas pasiones del ser se manifiestan, sobre todo a partir de que el sujeto entra en análisis. La puesta en juego de la transferencia comienza cuando el analista es colocado en el lugar del significante de la interpretación por el lado del paciente.

“La práctica lacaniana de la interpretación tiene que ver con la manera en que el cada analista soporta la pasión de transferencia, cada vez que es tomado como objeto de la pasión no responde por el lado de la sugestión, por el lado de la interpretación sugestiva sino buscando siempre reabrir la vía de la interpretación del inconsciente, ensayando concentrar sobre sí mismo la “mala” pasión, pero a condición de abrir la vía de la relación al inconsciente”.

La lectura del texto de Laurent, me ha llevado al caso de una joven cuyo malestar se relaciona con la dificultad que encuentra en establecer lazos sociales con los otros, con sus iguales. Si les considera que son más que ella ya que siempre se compara, la admiración que le producen le genera envidia y mutismo porque considera que no tiene nada valioso que aportar, entonces se eclipsa y se va.

Si los considera menos, aunque se encuentra más tranquila y relajada, los desprecia y se desprecia a sí misma por ser incapaz de superarse. Esto le hace tener la sensación de que siempre está fuera, que es una espectadora del mundo en que vive, pero que lo vive en los otros. Choca frente a su ideal de llegar a ser una mujer independiente y admirada por los demás, “especial”.

Por una cosa o por otra siempre está en falta. Culpa de todo a sus padres, sobre todo al padre, cuya muerte, dice es lo mejor que le ha podido pasar. Ha sido objeto del maltrato paterno físico y moral porque nunca la ha valorado, desautorizando todas sus decisiones, lo que le ha hecho indecisa y “sin personalidad”.

Se queja del autoritarismo de este padre terrible, Otro consistente, que puede castigar y pegar, a veces sin razón, apelando al ejercicio de su función. Dice odiarlo, a pesar de estar muerto este odio se proyecta en la madre y en los que quieren ejercer autoridad sobre ella.

Este hecho ella lo ha ocultado desde la infancia a todas sus amigas para poder aparentar que en su casa reinaba la tranquilidad y ella llevaba una vida normal en el seno familiar. Dice haberse pasado la vida haciendo teatro y no sabe en realidad quien es si la mala y la loca que dicen sus padres o si hay alguna otra posibilidad para ella. Este “gran secreto” lo ha tenido escondido hasta llegar a la consulta del analista lo que le ha producido un cierto apaciguamiento.

No es fácil soportar su transferencia, a menudo desde la angustia y la desesperación, otras veces desde la queja de que su análisis no sirve para nada, es decir de la impotencia del analista -“ no cambia nada a pesar de venir aquí tanto tiempo”. Sigue asistiendo puntualmente a las sesiones , en las que lleva cuatro años.

Aunque no sea demasiado dócil al inconsciente, me ha dado un lugar en la transferencia: el de testigo casi mudo de sus males, Gracias a ello le ha sido posible obtener algún beneficio. Cierta rectificación subjetiva al admitir su responsabilidad en sus actos, lo que le ha permitido dejar las drogas, acabar el bachiller y una carrera de grado medio, una beca en el extranjero, desde donde me ha llamado alguna vez cuando le invade la angustia.

El silencio del analista, como el que rinde homenaje a la cadena significante lo ha permitido. Esto ha sido posible, siguiendo a Laurent, gracias al “adiestramiento” que adquiere un analista a lo largo de la penosa experiencia que es su propio análisis.

Bibliografía
Eric Laurent. “ Los objetos de la pasión”, Editorial Tres Haches
Jacques Lacan “ El Seminario I, Los Escritos Técnicos de Freud”