Reseña: Adolescencias fuera de la norma, intervenciones fuera de la norma | Esperanza Molleda

170629-reseña adolescencias NUCEP-01Noches de la Escuela, encuentro preparatorio para PIPOL 8- La clínica fuera de las normas, 20 de junio de 2017.

A modo de presentación…

PIPOL son las siglas de Programa Internacional de Psicoanálisis Aplicado de Orientación Lacaniana. Desde 2003 se llevan celebrando estos encuentros cada dos años.

Hay dos denominadores comunes a todos los encuentros. Uno, que es un encuentro internacional a nivel europeo que convoca a las cuatro escuelas europeas, la ELP, por supuesto, la ECF, la SLP y la NLS. Dos, que son encuentros orientados siempre por el vínculo del psicoanálisis con lo social, con la posición comprometida del psicoanálisis respecto a la actualidad social en la que estamos inmersos.

  • En los distintos encuentros realizados hasta ahora se ha intentado captar algún aspecto de lo social en el que está en juego esta “clínica fuera de las normas” por la que apuesta el psicoanálisis:
  • En el primer encuentro, se trabajó la cuestión de la clínica basada en los protocolos frente a la clínica basada en el acto analítico
  • En el segundo encuentro, la cuestión de la tendencia creciente hacer entrar en la norma a las sujetos desde su nacimiento: hombre normal y su más allá.
  • En el tercer encuentro, la encrucijada entre la norma del discurso del amo en lo social y la norma del sujeto autista.
  • Y en el cuarto encuentro, la cuestión del cuerpo dañado.
  • En este último la cuestión de la adolescencia.

Por un lado, por la importancia creciente que ha ido adquiriendo en las sociedades desarrolladas la adolescencia, en tanto que el paso de la infancia a la adultez se alarga cada vez más en el tiempo. En cierta manera es el tiempo en el que se desea estar hasta la vejez, elidiendo así el tiempo de la adultez. Quizás porque es un tiempo en el que la libido se despierta, están abiertas muchas posibilidades para el sujeto y uno tiene mayor margen para estar “fuera de la norma”.

170629-reseña adolescencias NUCEP-02Pero también porque es un tránsito que se vuelve día a día más arduo y exigente en la medida en que la realidad que compartimos se complica exponencialmente por momentos. Los jóvenes que pasan de la infancia a la adolescencia se ven empujados a encontrar modos de hacer con el nuevo empuje pulsional de su cuerpo, con la necesaria separación del Otro de referencia (si es que ha existido), con las relaciones con los semejantes, con el saber, para poder hacerse una nueva piel con la que habitar el mundo.

En este pasaje, cuestionar la norma que viene de fuera es el método princeps para indagar la propia singularidad. De esta manera siempre hay un empuje al fuera de la norma en la adolescencia.

Esta necesidad de enfrentarse a la norma que viene de fuera para poder sostener la propia singularidad, necesita de un Otro medianamente consistente que la encarne. Pero, no son pocos los casos en los que los adultos que deberían poder encarnarla, cada vez están más ausentes, porque ellos mismos se encuentran en una posición de fragilidad en el mundo. Especialmente en los casos que acuden a los servicios públicos. Adultos ausentes, psicóticos, enfermos, sin normas, ni límites, que solo encuentran en la violencia un modo de defender su precaria subjetividad, etc… El adolescente se encuentra entonces “en desamparo” al no tener Otro, contra el que inventar su propia solución singular.

A menudo los síntomas y padecimientos de los adolescentes no se traducen en una demanda a un psicoanalista, sino que surgen en las instituciones escolares o en la familia, dando lugar a importantes dificultades de convivencia, llegando incluso a rupturas y expulsiones de ambas instituciones, con todas las consecuencias que ello conlleva.

La complejidad del trabajo en institución con adolescentes se multiplica ya que no sólo hay que tener un “saber hacer” con los propios adolescentes, sino también con sus familias y con los profesionales que trabajan con ellos.

El psicoanálisis aplicado, por el que se apuesta desde PIPOL, ofrece apoyo para poder sostener en cuerpo y acto un lugar digno de ser llamado analítico en el trabajo llevado a cabo desde estas instituciones con los adolescentes.

Poder manejarse con conceptos como lugar alfa, transferencia, acto analítico, práctica entre varios y sus implicaciones permite sostener una praxis que, como nos decía Lacan en “La dirección de la cura” nos prevenga de entregarnos al ejercicio de un poder, como resulta tan fácil de hacer cuando se está del lado de la institución.

El psicoanálisis, permite que frente al empuje a la normalización en nombre de lo social el analista pueda siempre apostar por el sujeto.

Las ponentes…

Paula Fuentes tituló su intervención “Lo singular des-velado desde el significante de institución”. En ella nos explicó cuál es el funcionamiento y la función de la residencia de menores en guarda de la que es directora. Destacó la importancia de poder separarse, bajo la orientación del psicoanálisis, del empuje a la “normalización” y al cumplimiento estricto de las normas para así cumplir la función, que su propio nombre indica, de ser una “casa hogar” para unos menores que llegan en una situación cercana al desamparo, a menudo sin padres y con madres en circunstancias de gran dificultad. Paula resaltó la importancia de la transferencia en distintos niveles para poder sostener el trabajo con los menores: de los menores hacia los educadores, de las familias hacia la directora, de los profesionales entre sí, de los niños más pequeños hacia los adolescentes. En el coloquio, Carmen Cuñat resaltó lo importante que podía ser para un adolescente verse en ese lugar de amor y suposición de un saber para un niño más pequeño, a raíz de una interesante anécdota que nos contó Paula. En ella, se ilustraba cómo la intervención de un adolescente sobre una menor produjo la desaparición inmediata de un síntoma de encopresis en esta última.

Paula Fuentes subrayó también la importancia del papel de mediación de la directora del Centro como gozne entre servicios públicos, empresa que gestiona el centro, profesionales implicados, familias y menores. Una mediación que implica un saber hacer con lo que hay orientado desde el psicoanálisis sin dejar de lado lo real en juego en cada caso.

Compartió con nosotros también dos casos en los que se puso en evidencia cómo sigue siendo fundamental el poder acompañar una elaboración simbólica sobre el goce que desborda a los menores para que los menores puedan encontrar una salida sintomática singular en la que sostenerse.

Por su parte, Marta García de Lucio tituló su intervención “Alojar lo singular frente al ‘todos iguales’ del sistema educativo”. En ella nos presentó el proyecto de convivencia que han llevado a cabo este año en el Instituto San Isidro del Distrito Centro de Madrid. Nos explicó como gracias a la trasferencia de algunos profesionales del Centro han tenido la oportunidad horadar dentro del instituto un espacio para que los adolescentes más conflictivos puedan tener un interlocutor, en este caso ella y su compañero José Alberto Raymondi. Crearon así el espacio denominado Aula de Acogida al que en determinados momentos cualquier adolescente del Centro podía acercarse para tener una conversación individual con ellos. Fue un espacio muy bien recibido entre los jóvenes que pronto empezaron a aconsejarse unos a otros que se acercaran a hablar con ellos cuando tuvieran un problema. Este espacio permitió crear también para los alumnos expulsados del centro un lugar intermedio entre el Instituto y la expulsión, ya que a los jóvenes expulsados se les ofrecía venir un rato al día, mientras duraba la expulsión, para hablar de cómo les iba y qué estaban haciendo. El trabajo con los adolescentes implicó también un trabajo con los profesores, demasiado apegados a las exigencias curriculares, a la lógica del aprobado y el suspenso y al afán de controlar las conductas de los jóvenes sin tomarse el trabajo antes de entenderlas. Esto permitió a algunos docentes ver los avances de estos chicos, más allá de si lograban aprobar o no determinada asignatura. En este sentido, Marta compartió con nosotros el caso de un menor en el que el trabajo con ella, le permitió entender cómo su empuje a hacerse expulsar tenía que ver con las coordenadas de su infancia en las que el padre abandonó a la familia. Y permitió que el menor se empezase a separar de un camino orientado por el significante “robar” para empezar a plantearse qué otras cosas le interesaban en la vida.

Posteriormente en el coloquio, José Alberto Raymondi resaltó también la importancia de otro proyecto que desarrollaron en el Centro en el que trabajaban con los adolescentes para que pudieran ejercer de mediadores con sus compañeros. Un vez más rescatamos la importancia que tiene en la etapa de la adolescencia encontrar espacios para que los adolescentes puedan encontrar modos de bien decir sus encuentros con lo real y con el goce.