"Reír de lo sagrado", por Gil Caroz

 

Libertad de expresión. Apenas se profiere la fórmula, sus límites saltan a la vista. Si las opiniones en relación a la libertad de palabra de Dieudonné son compartidas, son pocos los que hoy defenderían el derecho que algunos se dieron, en ciertos medios israelíes, de calificar a Yitzhak Rabin de traidor y de asesino en el momento en que quería concretar los acuerdos de Oslo. Sin duda, estas voces abrieron la vía a su asesinato. El ideal de una libertad de expresión empujada al universal esconde mal su objeto. Al día siguiente de los acontecimientos CharlieHiper cacher representando a lo real tan de cerca, retomamos nuestros bisturíes psicoanalíticos para intentar iluminar lo que hay bajo el velo de la ilusión lírica (1) .

Recordemos la indicación de Lacan en el Seminario V: "No hay agudeza en el espacio abstracto" (2). El caso es, dice Jacques-Alain Miller, que para que haya agudeza, hace falta que el otro pueda comprenderte y para hacerlo debe ser la parroquia... Hay que compartir con él referencias comunes, una lengua común, un lazo social. No es universal (3).

Nos preguntamos si tal  como será traducido en francés el último libro de David Grossman, Un caballo entra en un bar, el humor que lo atraviesa pertenece a la parroquia -modo de hablar, por supuesto- israelí. La novela se organiza alrededor de un espectáculo Dov Grinshtein (Dovalé Gi), un stand-upista talentoso  cuyo ingenio es increíble y no respeta ninguna vaca sagrada. Incluso aborda la Shoá sin los ritos de precaución habituales, a partir de su historia familiar. "El Dr.Mengele, dice,  hizo investigaciones sobre mi familia, o bien sobre partes de mi familia: algunos huesos, brazos y fémures. Nosotros suscitamos el interés de este hombre refinado e introvertido... Podemos decir que fue, a su modo, nuestro médico de familia. Piensen en ello. Era un hombre muy ocupado. Veníamos de toda Europa para verlo. Las personas trepaban unas sobre los otras en los trenes para llegar a su casa y, a pesar de todo, él encontraba tiempo para recibir a cada uno personalmente, incluso se negaba a que se consultara a algún otro para tener una segunda opinión. No había otro que él, para una corta conversación y luego izquierda, derecha, izquierda, izquierda, izquierda, izquierda..." (4). Las bromas se suceden así con crudeza, a veces con obscenidad, poniendo por delante un cuerpo desnudo, mutilado, vuelto pornográfico, agredido. El lazo social es ridiculizado, decepcionado, golpeado con traición, crimen, increencia. El público es agredido, burlado y, luego, seducido, con el fin de mantenerlo en la sala.

Esta práctica consistente en hacer agudezas sobre la Shoá no es nueva. Está ahí desde hace muchos años, en círculos íntimos de manera más o menos discreta y, ahora, en internet. Ella no está excluida de la "parroquia", incluso si se encuentra en sus "bordes" porque obedece al principio planteado por Freud según el cual las historias judías están a la altura de la agudeza en cuanto están hechas por los mismos judíos mientras que "las historias sobre ellos de otro origen casi nunca superan el nivel del chascarrillo la irrisión brutal" (5). Y Freud añade que la agudeza sirve como mediación en relación a la pulsión: "La persona halla estorbadas la crítica o agresión directas, que solo mediante rodeos le resultan posibles" (6). Podemos deducir de ello que la agudeza y la risa son un medio para protegerse de lo real, abordándolo.

Así, este reírse de lo sagrado, estas agudezas escandalosas en relación a la Shoá se presentan como una alternativa a los ritos practicados según el modo del automaton desde la fundación del Estado de Israel. Una vez por año, en el momento del día de la Shóa (Yon Ha-Shoah), las ceremonias, las imágenes, los testimonios desfilan y son ampliamente difundidos, pero en un momento dado la dimensión repetitiva deja de percutir. Al contrario, la risa de lo sagrado va al encuentro de este real bajo la modalidad de la tyché, es decir, jamás dos veces del mismo modo, porque una agudeza se produce bajo el signo de la primera vez. Ella es ineficaz en la repetición de lo mismo. Como resultado, y a distinción del rito, la risa no da impresión de una rutina repetitiva que desliza sobre lo real.

Si el principio de la novela de Grossman da a pensar que pone en escena a Dovalé Gi para denunciar un modo de discurso social un poco obsceno, a medida que el espectáculo avanza una ternura se desliza en el lector hacia el drama personal del personaje, que se lee a través de esta fiesta de fórmulas terribles  pero bien dichas. Este monólogo conduce a los oyentes, paso a paso, a una representación de lo real apenas soportable. Son numerosos los que abandonan la sala. Dovalé Gi  fuerza sus declaraciones hasta los límites de lo que puede ser soportado por esta comunidad que comparte las mismas referencias y, de este modo, nos permite tocar con el dedo estas fronteras.

Pero Dovalé está lejos de ser una persona obscena. Más bien está inmerso en una realidad dura que hay que soportar. Desde su nacimiento su vida es golpeada por eso que los enemigos del género humano dejaron detrás suyo, en un lugar donde lo real está siempre próximo. Una vez que se entiende esto, la novela de D. Grossman deviene una mirada benévola relativa a estos herederos de la cultura de las historias judías, la cultura del Witz por excelencia que, en un país "que devora a sus habitantes" (7), practica la risa de lo sagrado para tratar un real, su real y no el de ningún otro. Reír de lo sagrado es una manera  de ponerse al abrigo de la tendencia al sacrificio a los Dioses oscuros. Los ritos no absorben esta tendencia. Por el contrario, no hacen más que alimentarla.

El psicoanálisis, escribe J.-A. Miller, es la única experiencia donde es lícito decirlo todo. es lo que la vuelve, según sus propias palabras, explosiva (8). En la sesión analítica, el sujeto avanza hacia su real sin ninguna otra mediación que la palabra y sin la amenaza de un juicio a partir de un ideal universal. Esta puesta en evidencia del goce es una experiencia explosiva, un poco como la risa de lo sagrado, pero se hace en un marco íntimo.

Notas

1. "La ilusión lírica", publicada en este mismo número de Lacan Quotidien 354.

2. Lacan, Jacques: El Seminario, libro V: Las formaciones del inconsciente. Buenos Aires: Paidós, 1999, p. 12.

3. Miller, Jacques-Alain. Las formaciones del inconsciente. El seminario de lectura del libro V de Jacques Lacan. Barcelona: ECFB, 1998, pp. 21-22.

4. Grossman, D: Un cheval entre dans un bar (hebreo).  Ha-Siffrya Ha-Hadasha, 2014, p. 77.

5. Freud, Sigmund: "El chiste y su relación con lo inconciente". En: Obras Completas, vol. VIII. Buenos Aires: Amorrortu Editores, 1986, p. 136.

6. Ibidem.

7. Antiguo Testamento, "Libro de los Números", capítulo 13, versículo 32

8. Miller, J.-A. "El retorno de lo blasfemo". En: Lacan Quotidien 352, 11.1.1915.

 

Fuente: Lacan Quotidien 354.

Traducción: Margarita Álvarez.