Patologías de la identificación en una Trinidad moderna. Por Miquel Bassols (Barcelona)

Patologías de la identificación en una Trinidad moderna

Hace unos meses aparecía en la prensa la noticia de una mujer inglesa de 53 años que había dado a luz a su propia nieta. Se trata del caso Trinity. Más allá de la excepcionalidad, el caso planteaba cuestiones fundamentales sobre la nominación y la identificación, sobre la función del padre y de la madre, sobre la incidencia de la ciencia en lo real y, cabe indicarlo, sobre el estatuto moderno de la Trinidad. Annie Casserley, que ya tenía cuatro hijos propios, se convirtió en madre de alquiler después de que problemas médicos dejaran estéril a su hija de 35 años. La niña nacida fue llamada Annie Trinity Hattersley en honor a su madre-abuela. Escogieron el nombre de Trinity debido a que fueron tres las personas implicadas en el nacimiento. Leída así, la Trinidad en cuestión podría parecer compuesta por la abuela (Annie), la madre y la hija (Annie). La Sra. Hattersley tenía sus razones: “Esta hija ha sido un milagro desde el principio hasta el final y todo gracias a mi mamá (...) Cuando me sugirieron el alquiler no quería que una extraña trajera al bebé, quería alguien en quien confiara”. El Sr. Hattersley, a pesar de sus primeras reservas, estuvo finalmente de acuerdo ante esa extraña familiaridad de lo “Unheimlich”. El equipo médico había sopesado las circunstancias: el hecho de que la abuela Annie no hubiera sido fumadora y gozara de buena salud se adujo como un punto a favor. Hay otros casos de este orden. Es de subrayar que se trate siempre de la madre de la madre. ¿Sería de menos confianza alquilar la madre del padre?
En todo caso, aparece un uso del nombre que suelda las generaciones, superponiéndolas en una Trinidad que parece pasarse muy bien del padre. ¿Habrá, pues, Trinidad sin padre? No se trata de vaticinar ninguna patología en especial para el sujeto Trinidad que tendrá una coyuntura cuanto menos compleja para diferenciar las generaciones.
Recordemos, sin embargo, una observación del Lacan de 1953 que puede orientarnos. “Sabemos efectivamente qué devastación, que va hasta la disociación de la personalidad del sujeto, puede ejercer ya una filiación falsificada, cuando la constricción del medio se aplica a sostener la mentira.” (Escritos, p. 267) A continuación, Lacan evoca el caso del propio Freud que se encontró con un “decalage” generacional de este orden en el que la madre resultaba contemporánea de un hermano mayor del primer matrimonio del padre. La posible “devastación” no es un problema, pues, de la identidad “genética” de los elementos en la estructura, no es tampoco un problema en la sincronía de las relaciones, sino en la diacronía de las generaciones, por el salto que puede darse en esa “filiación falsificada”. Es ahí donde se jugará para el sujeto la apuesta de sus identificaciones.

Miquel Bassols (Barcelona)
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REDACCIÓN: Este artículo ha sido publicado en el Boletín II de las XV Jornadas Anuales de la EOL. Allí hemos podido leer: Las jornadas se llevarán a cabo los días 2 y 3 de diciembre próximo en el Hotel Marriot Plaza con la presencia de Éric Laurent. El tema que nos convoca “Patologías de la identificación en los lazos familiares y sociales”...En este número encontrarán una muy interesante contribución de Miquel Bassols inspirada en el título de las jornadas.