Pacientes. Vicente Verdú (Madrid)

No todo sufrimiento es una enfermedad, pero el enorme almacén de fármacos y psicofármacos dispuestos para cualquier dolor ha convertido a la población en un cerrado conjunto de pacientes.

El pesar amoroso o el dolor de un luto pueden aliviarse con medicamentos pero ¿no es restar importancia al sufrimiento no permitirle darse a conocer?, ¿no es denigrar al individuo procurarle drogas que le niegan el derecho a contemplar nítidamente su adversidad y a afrontarla sin alienarse?

La extrema medicalización de la vida va camino de empalidecer la vida y progresivamente a decolorar su panorama. La consecuencia simultánea es el allanamiento del sujeto y su creciente privación de valor.

Parecía que la medicina sólo acudía para devolvernos los colores y olores a la salud. Ahora, además, acude para aportarnos una materia que sólo debe oler y saber de un modo más dulce. ¿Felicidad? El concepto de la felicidad preparada tiende a su descaracterización y su fuerza declina hasta el mundo, cada vez más común, de la fibromialgia.

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Con la amable autorización del autor.