Nota breve sobre el rasgo unario

En un espacio de elaboración con colegas, nos detuvimos en la siguiente afirmación de Jacques Lacan en Radiofonía: "Es Freud quien nos descubre la incidencia de un saber tal que, al sustraerse de la conciencia, no se denota menos por estar estructurado, digo yo, como un lenguaje, ¿pero desde dónde articulado? quizás en ninguna parte donde sea articulable, puesto que el hecho de que solo lo hace a partir de un punto de falta, impensable de otro modo sino por los efectos con los que se inscribe, y que vuelve precario que el hecho de que alguien conozca bien el paño"1. La cita abre con precisión a la distinción entre saber inconsciente y saber del analista, formalizada por parte de Lacan en la escritura del discurso del Amo y del discurso del analista, operación que constituye en sí misma “una crítica de algo que en Freud quedó inacabado: la escisión entre inconsciente y psicoanálisis2. Uno puede formarse en psicoanálisis, pero ciertamente “el inconsciente no puede aprenderse3.

Una colega, Magdalena Bonvallet, intervino con una consideración: ¿Objetaría, y si es así de qué modo, la noción de rasgo unario a la idea del inconsciente arraigado en una falta fundamental? En efecto, el rasgo unario parece apuntar al ‘hay’, el cual no parece sin tensión con el ‘punto de falta’. Cabe decir que es a la vez una falta que, según indica Lacan, se hace presente “por los efectos con los que se inscribe”: si bien el rasgo unario parece más bien situarse del lado de la causa que el del efecto, remite sin duda a la inscripción. Resta saber si una inscripción remite al ‘hay’ o al ‘no hay’, y de qué modo.

Orienta, pienso, ver cómo plantea Lacan el rasgo unario en los seminarios 11 y 17 (el seminario contemporáneo de Radiofonía). En el seminario 11, el rasgo unario es "el primer significante"4. Lacan da como ejemplo esa muesca inaugural que marca, para el cazador, la primera presa cobrada, pudiendo a partir de ahí contar las siguientes. Hay en ese gesto el sujeto que puede representarse como uno, y como pudiendo contar -el sujeto dividido, $-; y el "un uno"5 que permite el arranque de la contabilidad -el objeto a-.

Lacan desplazará en consecuencia luego la cuestión del rasgo unario al significante unario6, S1 que aparece primero en el campo del Otro, y por representar al sujeto (para otro significante) produce su fading. Hay una tensión así entre el S1, "fundamento, núcleo del ideal del yo"7, y el S2 (aquí el Vorstellungsrepräsentanz, representante de la representación). Si el rasgo unario es punto de arranque de la represión originaria, habilita en un segundo tiempo lógico la significación, que precisa la Vorstellung8. El rasgo unario no es lo que da marco a la identificación narcisista9; sino a la dialéctica del deseo: la primera muesca traza el camino de las siguientes; pero si hay serie de muescas es porque hay sujeto... y Otro. Esa dialéctica se pone en marcha por la posibilidad del mecanismo de alienación y separación, que habilitan el ideal del yo y el objeto. El significante unario es así la variación del rasgo unario que, vía alienación, unifica el cuerpo. Así, me parece que en el seminario 11 el rasgo unario es el nudo que, apresado en el inconsciente en tanto pulsátil, articula deseo e identificación.

En el seminario 17, Lacan recuerda, en coherencia con lo anterior, que el rasgo unario es "forma más simple de la marca, origen del significante...": "el saber que interesa al psicoanalista se origina ahí"10. Desde ese "vuelco" el psicoanálisis es imposible de confundir con un saber natural -como puede constatarse en Radiofonía-, o una teoría del conocimiento representativo. Es decir: el inconsciente socava la representación del mundo que haría falta ya sea para preservar la brújula del instinto, o la de la realidad socialmente compartida. El accidente gobierna al desarrollo imponiendo la repetición inadecuada, siendo que en este momento de la enseñanza de Lacan la repetición concierne más al goce que a la cadena significante. Así, el rasgo unario es "medio del goce en tanto supera los límites impuestos por el principio del placer"11. Y Lacan añade: conmemora una "irrupción de un goce"12. El rasgo unario es así lo que permite "reconocer", “ratificar” el goce13: el ejemplo que da Lacan justo antes es el del latigazo, la marca en el cuerpo. Así, no se trata ya de contar cuerpos muertos, marca del deseo y el reconocimiento; sino unos del goce del propio cuerpo vivo. El rasgo unario es lo que hace contable el goce en el propio cuerpo; se cuenta porque se capta "en la dimensión de la pérdida"14. Es porque también hay, en la irrupción de goce, pérdida de goce, que se introduce la repetición.

Creo que esta distinción entre el Lacan del seminario 11 y el del 17 permite situar lo novedoso de que, en Radiofonía, Lacan llame "discurso real"15 al inconsciente: es imposible reconocer realmente el goce que el inconsciente cincela. El rasgo unario es el semblante que el psicoanálisis encuentra para hacer pasar este saber imposible al campo de la contabilidad, primero; al de la verdad, después, pues "el rasgo unario no está nunca solo"16.

Por otra parte, el cuerpo que implica el rasgo unario en el seminario 11 es el del narcisismo, vía el significante; el cuerpo marcado por el rasgo unario del 17 es el cuerpo en tanto gozado por la materia significante. El significante azota el cuerpo; contar los latigazos es ya una operación de segundo orden que implica "la separación del goce y el cuerpo desde entonces mortificado''17. El rasgo unario será así, en este momento de la enseñanza de Jacques Lacan, nudo entre goce e inconsciente. Abre, por esa vía, al ‘hay’ de una inercia que no es más la de la cadena significante, o la del fantasma.

 

Notas:

  1. Lacan, J. "Radiofonía", Otros Escritos. Buenos Aires, Paidós, p. 447.
  2. Voruz, V. (2019). "Radiofonía, preguntas III y IV". El Psicoanálisis 34, p. 249.
  3. Bonnaud, H. (2019). "Radiofonía, preguntas V y VI". El Psicoanálisis 34, p. 259.
  4. Lacan, J. (1987). El Seminario de Jacques Lacan, libro 11, ‘Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis’. Buenos Aires, Paidós, p. 147.
  5. Ibíd.
  6. Ibíd., p. 226.
  7. Ibíd., p. 264.
  8. Ibíd., p. 229
  9. Ibíd.
  10. Lacan, J. (1992). El Seminario de Jacques Lacan, libro 17, ‘El reverso del psicoanálisis’. Buenos Aires, Paidós, p. 25.
  11. Ibíd., p. 51.
  12. Ibíd., p. 82.
  13. Ibíd., p. 52.
  14. Ibíd., p. 53.
  15. Lacan, J. "Radiofonía", p. 448.
  16. Lacan, J. (1992). El Seminario de Jacques Lacan, libro 17, ‘El reverso del psicoanálisis’, p. 166.
  17. Ibíd., p. 191.