Moderato Cantabile : Un amor loco de mujer

Introducción al texto de Marga Auré

El cuarto texto de la serie trata de otra figura del amor, la del amor loco.

Marga Auré en su texto sobre la obra Moderato Cantabile de Margarite Duras estudia cómo el goce femenino, conceptualizado por Lacan como tal, se conjuga con el amor loco.

La protagonista de Moderato Cantabile testifica de un verdadero goce de la ebriedad del vacío, sin rumbo, de la locura no-toda1 que conduce con determinación hasta la muerte del sujeto.

Otra cara de la suplencia, a través de este tipo de amor, a la relación sexual y a la Discordia entre los sexos, tema de las próximas jornadas de la ELP2.

Notas:

  1. Chiriaco Sonia, Le vide et le rien, Blog de las 49 Jornadas de la Escuela de la Causa Freudiana Mujeres en psicoanálisis, 30 de abril del 2019.
  2. XVIII Jornadas de la ELP, La Discordia entre los sexos, que tendrán lugar el 23 y 24 de noviembre del 2019 en Valencia.

 

Adela Bande-Alcantud, psicoanalista, miembro de la Escuela de la Causa Freudiana, París.

 

Moderato Cantabile : Un amor loco de mujer

 

“En el fondo del café, en la penumbra del cuarto trasero, una mujer yacía en el suelo, inerte. Un hombre, acostado sobre ella, aferrándose a sus hombros, la llamaba calmamente.

Amor mío. Amor mío.”1

 

En 1956 Marguerite Duras entró en relación con Gérard Jarlot, seductor incontrolable, a quien muy pronto dedicaría su novela Moderato Cantabile­ −a G.J. –.

Moderato Cantabile relata una historia de amor violenta y “suicida”2 entre una mujer y el que ella llamará “el amante de mujeres”3. Perdida en el infinito de su búsqueda del amor absoluto, esta mujer quiere morir de amor. Ella ilustra el más allá del goce femenino, ese goce no-todo fálico que una mujer puede sentir como estrago en el vacío y con la nada.

Anne Desbaresdes acompaña como cada viernes a su hijo adorado a su lección de piano cuando un grito de mujer resuena en el puerto. Una mujer acaba de ser asesinada por su amante. Enganchado a su cara ensangrentada, el hombre besa con amor y desasosiego a la mujer que yace en el suelo y, con una mirada indeleble, proclama su deseo loco al mundo. Anne Desbaresdes asiste a esta escena de amor y de muerte que irrumpirá en su vida marcándola definitivamente. La escena la engancha, la hipnotiza, le encanta; la vuelve literalmente loca.

El asesinato no es lo que interesa a Anne Desbaresdes. Lo que le interesa es el amor, la pasión amorosa absoluta supuesta entre los dos amantes, la pasión que les empuja a la muerte y al crimen. A partir de ese momento, durante cada lección de piano de su hijo, Anne Desbaresdes volverá inevitablemente al lugar del crimen, un viejo café en el puerto. En el vagar de su búsqueda encuentra a Chauvin. Él, que observaba a Anne Desbaresdes desde hacía tiempo, también asistió a la escena y también quedó cautivado. El hombre, apoyado cada viernes en el mostrador del café, bebe sus vasos de vino tinto y, en cada encuentro, sirve a la mujer para que beba hasta la embriaguez sosteniendo su mirada perdida y su oscura conversación. Cuando los dos están borrachos, sentados en el bar, construyen cada viernes de lección de piano “algo fuerte y esquivo”4 ante los ojos del mundo. Es algo que no puede decirse entre la pasión amorosa abisal y la muerte.

Sin embargo, esta mujer es madre. Y trata a su hijo único, que la devora, como el falo en el que Freud veía el sustituto que acordaba a las mujeres la solución a su falta. Ella ama a este hijo con un amor que la saca del tedio. Pero esta maternidad que le da una cierta plenitud, no llega a colmarla, la colma pero no-toda. El niño, que juega solitario por las calles del puerto, también quiere a su madre con un amor cómplice y la acompaña en su vagar y su embriaguez. Este pacto entre madre e hijo tranquiliza a Anne Desbaresdes sin que ello pueda saturar el vacío en el que permanece encantada, transportada. Las mujeres parten de una falta, «es un menos que hace daño, un menos que empuja a gozar, un menos del que surgió el deseo y no solamente el deseo de hijo que no la satura», nos recuerda Sonia Chiriaco para abrir la rúbrica El vacío y la nada del blog de las 49 Jornadas de l’ECF: Femmes en psychanalyse- Mujeres en psicoanálisis.

Como en Lol V. Stein, el corazón de la novela aquí está en el rapto, en el encantamiento de una mujer “tomado como objeto en su nudo mismo”5. El nudo que embelesa a Anne Desbaresdes en Moderato Cantabile, es precisamente el que ella misma teje con cuatro hilos. Es un nudo de deseo, amor y goce que ella aprieta con Chauvin, devastándola cuando consiente a perderse más allá de la locura asesina de los dos amantes del puerto. El hilo del deseo enciende en ambos la melancolía, dejando a la mujer suspendida en el abismo de su embriaguez, loca y extraviada en su pura pérdida.

Lacan matematiza una correlación entre la falta femenina y el falo. Si las mujeres acceden al falo por su relación directa con la falta, están por ello capturadas pero no-todas en esta función. Hay un goce femenino que escapa al goce fálico, un goce Otro, un goce suplementario que comporta, según Lacan, un aspecto que es más ilimitado que incompleto.

“Marguerite Duras revela saber sin mí lo que yo enseño”6 dice Lacan. En Moderato Cantabile ella describe magníficamente ese goce femenino percibido por Anne Desbaresdes como la desposesión de ella-misma que crece al ritmo que absorbe las copas de vino tinto que la transportan hacia una cierta idea del amor absoluto que ella asocia con la muerte.

Una noche, Anne Desbaresdes llega a casa tarde, “mucho después que sus invitados”7, a la cena burguesa que ella misma ha organizado. Entra con una sonrisa fija, totalmente ausente y fascinada, forzando los límites de lo racional hasta el escándalo. Cuando le preguntan qué le ocurre, no responde nada y luego que no le ocurre nada. Pero lo que le ocurre es más bien que no tiene ya nada más que perder. Asiste a su proprio rapto por esta idea de un amor imposible. Chauvin merodea alrededor de la casa, ella lo sabe, eso no cambia nada su idea; sabe que se presta a él como una presa. Irá hasta el final de esta búsqueda infinita del amor que la enloquece.

Si el delirio es para Freud un “tentativa de curación”8 a la falla estructural engendrada en la psicosis, el amor es para Lacan un intento de curación al fracaso de acomodación entre los sexos, a la ausencia de relación sexual a la que suple. El amor no puede existir sin la castración y Edipo nos muestra bien como la castración es indisociable del asesinato. El “no hay relación sexual salvo incestuosa o asesina”9 que Lacan enuncia en el seminario XXIV puede interpretarse como la imposibilidad de abolir la huella de la fractura entre los sexos salvo en la relación cruda a la muerte en el amor. Si del lado del hombre el deseo pasa por el goce fálico, en las mujeres el deseo pasa por el amor que en ellas puede encontrarse con acentos erotómanos, pero también con acentos de un “amor loco”10.

El ultimo dialogo de Moderato Cantabile es decisivo. Lo que da a ver es el misterio del goce femenino donde se conjuga el vacío en sus conexiones con el amor y la muerte:

− Desearía que estuviera muerta, dice Chauvin.

− Está hecho, dice Anne Desbaresdes11.

 

Traducido del francés por Adela Bande Alcantud y revisado por el autor.

 

Notas:

  1. Duras, M. Moderato Cantabile. Minuit doble, 1958/1980, p.19.
  2. Blot-Labarrère, CH. Album Marguerite Duras. Bibliothèque de la Pléiade, nrf, Gallimard, 2014, p.103.
  3. Ibid., p. 96.
  4. Ibid., p.103.
  5. Lacan, J. « Homenaje a Marguerite Duras». Otros Escritos. Paidós, Buenos Aires, 2012, p. 210.
  6. Ibid., p. 211.
  7. Duras, M. Moderato Cantabile. op. cit., p.103.
  8. Freud, S. «Neurosis y psicosis». Obras completas, tomo VII. Madrid, Biblioteca Nueva, p.2743.
  9. Lacan, J. El Seminario, libro XXIV, L'insu que sait de l' une-bévue s 'aile a mourre. Lección del 15 de marzo del 1977.
  10. Miller, J.-A. “Los seis paradigmas del goce”. Curso del 25/3/98. El lenguaje, aparato del goce. Colección Diva, Buenos Aires, 2000, p.171-180.
  11. Duras M. Moderato Cantabile, op. cit., p.126.