¿Maltrato o corrección?
El debate sobre los castigos físicos a los niños podría reactivarse, dado que el Consejo de Europa considera que Francia no prohíbe «explícita y efectivamente todos los castigos corporales a los niños».
Su alcance simbólico es un medio de presión, aunque sus decisiones no sean vinculantes. El 80 % de los franceses no está de acuerdo con esa prohibición, ya que podría amenazar la autoridad de los padres, ya de por sí cuestionada, planteando un «derecho a corregir» con objetivo educativo. Quién podría poner en duda, no solo que existe un derecho a corregir por parte de los padres, sino que es lo que se espera de alguien que se postula en ese lugar.
Hoy en día la familia tradicional ya no existe. Ese espacio íntimo regido en exclusiva por la autoridad paterna que ordenaba la ley del deseo está en declive, la familia se ha democratizado, se ha diversificado, las parejas actuales ya no se acompañan de los ideales de fidelidad, de eternidad. Aparecen también nuevas formas familiares planteándose nuevas problemáticas ¿Quién es el padre, el progenitor o el que cuida al niño? Ante este declive es el Estado el que viene a poner orden familiar.
Hay que apuntar que la violencia física no siempre es la más insoportable, a veces puede presentarse bajo la forma de un sobrentendido, de la repetición de una descalificación, un rencor, una decepción permanente, reproche o mofa que resulta ser más dañino para el niño. ¿Dónde poner entonces la línea que separa el maltrato de la corrección educativa? Sería en ese poder discrecional del receptor, si el niño recibe ese acto como una sanción proporcionada y justa es corrección educativa.
*María Eugenia Insua es psicóloga clínica y psicoanalista