“L’Atelier”: las marcas de nuestra entrada* | Iván Ruiz

Nos ocupamos de la institución, más concretamente de aquello que instituye, de lo que produce lo nuevo, lo que da la entrada. Los seres humanos nos pasamos la vida entrando, una y otra vez. La salida, ésa es otra cuestión, y, muchas veces, un ideal.

Conocemos esta dificultad para poder entrar, de los sujetos autistas y psicóticos. ¿Cómo entrar en alguno de los discursos que regulan el goce entre los seres humanos cuando, en realidad, el psicótico es un efecto de la segregación que esos mismos discursos producen? La inclusión escolar es hoy un claro ejemplo: los síntomas en las psicosis y el autismo hacen en ocasiones inviable la inclusión del sujeto en la organización colectiva. La agresividad, cuando aparece, sirve de consenso a los adultos para actuar, sin vacilación, un rechazo, que justifican legitimado, de ese chico. En definitiva, ese sujeto no entró, como tal, en la institución y su salida es por la vía del desecho. Reconocemos ahí la posición sacrificial del desecho en la psicosis: ocupa el lugar de objeto a, del objeto inmundo del Otro, a la vez que interpreta al sistema que le ofreció un día acogerlo.

El lenguaje, en tanto que estructura, está en el origen de toda formación institucional, sea del tipo que sea. Pero en su Alocución sobre las psicosis del niño, Jacques Lacan advertía de “la segregación puesta a la orden del día por una subversión sin precedentes”1. Sostenía que cualquier formación social tiene como esencia refrenar el goce, es decir adaptar el real del sujeto al orden simbólico con el que se rige una institución. Encontraremos en ese punto la segregación por el hecho de que ese real que empuja en el sujeto se excluye de la palabra; ese es su imposible de decir. Es lo que Freud llamó “pulsión de muerte” y, el propio Lacan, “goce”.

De la misma manera que la institución, por el hecho de ser un efecto del lenguaje en el ser humano, comporta como límite y como horizonte ese imposible de decir, para las psicosis, el borramiento del imposible de decir se produce de manera redoblada: por un lado, el sujeto pasa al acto lo que no es simbolizado por la cadena significante y, por el otro, la institución responde a su pasaje al acto no considerándose concernida por ello. La entrada del psicótico en la institución se encuentra entonces con el hecho de que “en el interior de lo colectivo, el psicótico esencialmente se presenta como el signo, signo en impasse, de lo que legitima la referencia a la libertad”2. En efecto, es su libertad al precio de la no inclusión en el discurso social.

Nuestro deseo de crear una institución que pudiera dar lugar al imposible de decir del sujeto psicótico o autista nos llevó en 2005 a la creación del Grupo de investigación sobre el psicoanálisis aplicado a la institución. Gracias al impulso determinado de Vicente Palomera, algunos colegas nos pusimos a trabajar en torno a una pregunta: ¿Cuáles son las condiciones posibles en las psicosis y el autismo para hacerse partenaire de un sujeto? Ensayamos respuestas, algunas de las cuales son hoy una orientación para nosotros: acompañar al sujeto psicótico y autista implica acoger su imposible de decir. Una institución que se oriente por el psicoanálisis lacaniano deberá localizar, de entrada, de qué imposible de decir el sujeto es la respuesta y hasta qué limite es él un “signo en impasse” en el que se juega su libertad. En efecto, nuestra apuesta institucional parte de esta hipótesis e implica indefectiblemente un sí al imposible de decir del psicótico o del autista.

De este modo, en 2010 elevamos nuestra investigación a la puesta en marcha de diversos dispositivos con los que dar forma a la modalidad tan particular de trabajo con las psicosis y el autismo que Jacques-Alain Miller nombró Práctica entre varios. Bajo el paraguas de la Associació TEAdir, sostenemos una práctica orientada por el psicoanálisis de Freud y de Lacan, y que otros psicoanalistas desarrollan en instituciones europeas y del resto del mundo.

L’Atelier es la publicación de lo que son hoy el Grupo de investigación sobre psicosis y autismo y el Taller de estudios sobre práctica entre varios, en la Sección Clínica de Barcelona del Instituto del Campo Freudiano. Se trata de las marcas de nuestra entrada, renovada cada vez, en la lectura y estudio rigurosos de los textos de referencia para el esclarecimiento de la enseñanza de Lacan, a la vez que en la formalización de la Práctica entre varios que llevamos a cabo en Barcelona en el campo de experiencia que hemos instituido con niños, adolescentes y adultos. Si hemos llamado a esta publicación L’Atelier3 es quizás porque trabajamos con las astillas de goce que deja el lenguaje en el cuerpo del ser hablante. Y lo hacemos de manera artesana, inventando un artificio de semblante para cada sujeto que acogemos.

Los textos que integran este primer número son una excelente muestra de ello. Y las IV Jornadas de estudio, que celebraremos el siguiente 30 de marzo de 2019, son la ocasión para poner a prueba la formalización de lo que hacemos, a la vez que para ensayar una nueva entrada: ¿Cómo hacerse con la institución? ¿Cuáles son los tiempos de entrada? ¿Qué invenciones a producir? Éstas son también las preguntas que han orientado nuestro trabajo para este primer número y son las que expresan nuestro deseo de hacernos con una institución.