LA MASCARADA FEMENINA. Por Conchi Martín (Burgos).


(Foto de izda a dcha: Ángela González, Amanda Goya, Isabel Rodríguez)
El psicoanálisis en la ciudad

Dentro de los actos que el Ayuntamiento de Palencia organizaba para conmemorar el día de la mujer, se ubicó una conferencia de la psicoanalista Amanda Goya.
Este tipo de conferencias abiertas a la ciudad siempre proponen un reto difícil, la transmisión clara y llana del psicoanálisis, y también un reto agradable, el llevar el discurso psicoanalítico a un espacio público.
Haciendo los honores y presentaciones estuvieron Isabel Rodríguez González, concejala de Igualdad de Oportunidades, Familia y Mujer del Ayuntamiento de Palencia y Ángela González Delgado, psicóloga y socia de la sede de Castilla y León de la ELP.
La conferencia fue convocada bajo el epígrafe "La mascarada femenina", que Amanda Goya modificó por el título completo de "El buen uso de la mascarada femenina".
Hablar de las mujeres siempre resulta un tema de interés y la gran asistencia de público lo puede corroborar. Por mi parte, transmito un pequeño resumen de esta conferencia, que seguramente será publicada en la revista Análisis. Revista de Psicoanálisis y Cultura de Castilla y León.

El juego de los semblantes

La mascarada femenina es una noción creada en los años treinta por Joan Riviere, discípula y paciente de Freud. Señala un rasgo propio de la sexualidad femenina: su afinidad con la máscara, con el juego de los semblantes, con la ambigüedad propia entre lo que se muestra y lo que se oculta. Señala fundamentalmente la afinidad de la sexualidad femenina con la función del velo, “ese ídolo de la ausencia” en palabras de Lacan, fundamental en el juego de la seducción amorosa.
Un ejemplo precioso del funcionamiento del velo es el maravilloso vestido de la cenicienta que subyuga al príncipe. Pero también se nos presenta como un semblante con carácter fugaz en el enamoramiento o en la imposibilidad de habitar esos semblantes como en la novela de Galdós: Marianela. La asistencia de infinidad de mujeres a los tratamientos de belleza bajo este imperativo que ofrece el mercado de la ciencia, que también se hace extensivo a los hombres bajo la categoría recientemente acuñada de metrosexual.
La mascarada femenina constituye una dimensión esencial de la sexualidad en la mujer, porque la asunción de una mascarada es lo que le permite encarnar un objeto de deseo para el hombre. Por ello la mascarada posee un carácter fetichista, un aspecto de señuelo para atrapar al deseo masculino.

(Foto: Público de la conferencia en el Centro de Día de la Puebla en Palencia)

Ser y tener

También desarrolló Amanda Goya conceptos como la elección del sexo en el ser hablante, el recorrido sobre la “subjetivación del sexo”. Una ascesis personal que anuda tres dimensiones: lo real del cuerpo, lo simbólico de las palabras y lo imaginario de los semblantes.
Dilucidando que la anatomía no es el destino y la asunción subjetiva del sexo no siempre coincide con el sexo biológico.
Ejemplos como el transexualismo o una breve reseña de una mujer con dificultades para tener pareja, según sus propio decir, como rechazo inconsciente a las palabras que su madre le trasmitió sobre los hombres, ilustraron estas ideas.
También se trató del símbolo fálico, como símbolo universal que encontramos en el campo del lenguaje, como semblante que sostiene el deseo, que Lacan asimila al fánero, de uso en biología. Y que distribuye a los sexos, como: el hombre lo tiene y las mujeres lo son. Ser y tener, dos dimensiones imprescindibles para el encuentro entre los dos sexos y las satisfacción que ello comporta.

Esencia de la feminidad y mascarada

Amanda Goya fue rotunda al afirmar que el psicoanálisis ha podido dilucidar, después de mas de cien años de práctica y de elaboración de los conceptos, que para el Logos que nos habita, en el lenguaje que nos da el ser, no es posible situar una esencia de la feminidad, por eso lo femenino como tal, está condenado a permanecer bajo el velo del misterio o a lo sumo ser evocado en el perfil poético.
Pero desconocer la esencia de la feminidad, no impide a la mujer asumir los atributos fálicos de lo que llamamos mascarada.

Uso posible de la mascarada

Precisamente el buen uso de la mascarada significa decir si y no, hacer uso de ella, pero sin creérsela demasiado, estando advertidos de que detrás del velo no hay nada, que el velo no es sino una máscara de la nada. Y a su vez lugar imprescindible para colocarse en una posición femenina frente al deseo del hombre, consentir al fantasma masculino.
Usar serenamente la mascarada femenina. La fórmula que Amanda Goya propuso es: usar la mascarada, pero a condición de servirse de ella. Un psicoanálisis debería conducir a un saber hacer con eso, savoir y faire.

Conchi Martín (Burgos)