La autoridad en cuestión. Por Eugenio Díaz y Francesc Vilá (Barcelona).


(Artículo aparecido en LA VANGUARDIA escrito por los psicoanalistas lacanianos Eugenio Díaz y Francesc Vilá)


Sociedad | miércoles, 06 de diciembre de 2006 | Página 24

EL DEBATE DE LA EDUCACIÓN Las actividades extraescolares
La autoridad en cuestión
EUGENIO DÍAZ / FRANCESC VILÀ - Hay que recuperar la autoridad en las aulas! es el grito que resuena en un momento en el que proliferan los hechos y las informaciones sobre la violencia entre alumnos y hacia los profesores. Grito vociferado por parte de una sociedad que se siente cuestionada y, en particular, por un profesorado que encuentra serias dificultades, cuando no la imposibilidad, para ejercer su profesión. Sin entrar en un debate estéril acerca de la novedad del fenómeno, creemos interesante reflexionar sobre el imperativo "hay que recuperar la autoridad" como parte de una búsqueda, más imprescindible que nunca, de nuevas respuestas. Si decimos "hay que recuperar…" se introduce en el discurso un supuesto, la idea de un tiempo anterior en el que la autoridad se ejercía de manera adecuada, dando rienda suelta al dicho de que "cualquier tiempo pasado fue mejor". Olvidando que no es la autoridad por sí sola la que garantiza la acción educativa, sino en nombre de qué se ejerce.
En este sentido, creemos que buscar soluciones simples e inmediatas a un asunto de tanta complejidad puede arrastrarnos a callejones sin salida.
Por un lado puede empujar a estigmatizar toda una etapa de la vida, que está en construcción y que, por lo tanto, se nos ofrece frágil y vulnerable. Y por otro, a la nada deseable - a nuestro parecer- pendiente hacia la judicialización de la vida juvenil.
Estigmatizar y judicializar son maneras de poner sordina a lo que los adolescentes y jóvenes piden, también a gritos: que los adultos estemos a la altura del complejo tiempo que nos toca vivir. Oigámosles como dicen, incluso cuando lo hacen de mala manera o de un modo distinto a como esperamos, ¡no nos dejéis solos!
A menudo el comportamiento molesto cuando no agresivo, la gamberrada, la palabra soez o el trastorno de la conducta, son la expresión entrecortada de un padecimiento que no encuentra otro lenguaje que el de la agresividad y que bordea peligrosamente un más allá, no pocas veces sin retorno, marcado por la violencia y la destrucción de las figuras de humanidad.
Es por eso que creemos imprescindible dar otro sentido a poner en cuestión la autoridad, y preguntarnos: ¿Cómo erigir una autoridad a la altura de los tiempos? O ¿qué es y cómo se puede ejercer una autoridad que colabore en la función de educar a las nuevas generaciones?
Nos hace falta una autoridad que sepa que la sociedad posmoderna es sin duda más libre, abierta y democrática, pero que idealiza los funcionamientos técnicos y los procedimientos automatizados. Nos hace falta una autoridad que sepa dialogar con una sociedad que muestra sorpresa, pereza o indignación ante los conflictos y los desequilibrios humanos. Una autoridad que se ocupe de renovar el ánima de una sociedad que parece querer inculcar, a cada paso, que el conflicto es una reliquia ideológica del pasado y que la vida es una magnífica plataforma para la gestión infinita de oportunidades. Digámoslo con firmeza: el conflicto es inherente a la historia de la humanidad y el buenismo evita interrogar los laberintos de la naturaleza humana.
La nueva autoridad que anhelamos debe saber y hacer en el diálogo entre generaciones. Debe saber qué hacer con los padecimientos y los entusiasmos que la vida depara. ¡Quizá es lo que cada generación tiene el deber de transmitir, no sin autoridad!
Para construir una autoridad nueva hace falta que los adultos sepamos reconocer que los jóvenes, si bien nadan entre objetos, adolecen de la falta de juicios para enfrentar el futuro. Unos y otros compartimos interrogantes ante la lluvia fina de objetos que inunda la vida cotidiana con una extraordinaria promesa de felicidad, anestesia y libertad. ¿Cómo harán las nuevas generaciones para levantar la voz y denunciar que cada vez se hace menos extraño vivir en la prisa por olvidar el dolor y en la banalización del mal en el mundo? ¡Quizá su rebelión no es ajena a esto!
La etimología de auctor - autor- viene aquí en nuestra ayuda. Se trata de cómo hacer para garantizar a los jóvenes que velamos por un diálogo fértil entre sus adolesceres y las fuentes de la historia. Y que apostamos por la creación de narraciones que hagan, en los tiempos futuros, compatible el flujo de la vida con la dignidad humana.

Eugenio Díaz y Francesc Vilá (Barcelona)