La Subjetividad en la era de la Crisis Globalizada. “La significación del dinero en la vida de los seres hablantes”. Darío Fariña (Madrid)

Sobre un tema tan espinoso como el dinero, hoy más acuciante que nunca, nos habló el pasado lunes 29 de abril Amanda Goya, una de las coordinadoras desde hace años de este ciclo de conferencias del Nucep en Madrid, siempre destinado a temas candentes del momento actual de la Civilización, y a cómo estos determinan muchos de los infortunios de los sujetos contemporáneos.

La conferencia fue coordinada esta vez por Dolores Castrillo, en ausencia del otro coordinador de estas conferencias Gustavo Dessal, quien realizó una breve presentación del tema, refiriéndolo en especial a la experiencia analítica, como lugar privilegiado donde verificar eso que el sujeto considera lo más valioso del mundo, eso a cuya posesión los seres humanos consagran tantos desvelos, eso que es causa de tantas satisfacciones y desvaríos, ese objeto que mueve el mundo, dotado de un brillo tan irresistible, pero que no deja de guardar una oscura y estrecha relación con lo más íntimo y lo más sucio de cada uno de nosotros.

En tres puntos dividió Amanda Goya su interesantísima conferencia, con los que abordó registros diferentes del tema, de más decir que de una enorme complejidad.

Llamó: Tiranía del dinero al primer punto, en el que presentó algunas coordenadas para entender la eclosión de la actual crisis económica. Y sirviéndose de un apólogo al que tituló La fábula de los Goldsmith, explicó el origen de la Banca alrededor de una operación por la cual la Banca crea dinero de la nada, ex-nhilo. Cuando el papel moneda se separa de su referente en oro, y los billetes, pagarés, bonos, o lo que sea, entran en una centrífuga espiral de multiplicación exponencial que no parece tener límite, los resultados son cifras tales como que cada año la economía real crea en todo el mundo una riqueza estimada en 45 billones de euros, mientras que en la esfera financiera, en el mismo lapso de tiempo, los mercados mueven capitales por un valor de 3.450 billones de euros, o sea setenta y cinco veces lo que produce la economía real.

¿Qué respaldo tienen estas cifras? Citando un artículo aparecido en El atlas financiero de Le Monde Diplomatique: La estafa del siglo, de Ignacio Ramonet, Amanda Goya tomó de este artículo la expresión mercados buitres, como una interpretación de Ramonet sobre el goce que comanda la llamada crisis económica, que según Ramonet, no es una crisis, es una estafa.

En el segundo punto que tituló: La ecuación: dinero-excrementos, recordó sucintamente la teoría freudiana que da cuenta del fundamento pulsional del dinero en los seres hablantes, su raíz erótico-anal, subrayando el carácter de hallazgo que supuso el descubrimiento freudiano del dinero como objeto erógeno, especialmente en la neurosis obsesiva, que ilustró con una pincelada del famoso historial que Freud titulara El hombre de las ratas.

Sobre La cuestión del dinero en Psicoanálisis, o mejor dicho, en la experiencia psicoanalítica, se centró la tercera y última parte que coronó la conferencia. Recordó que Freud hacía del pago por las sesiones analíticas un principio no técnico sino ético, porque involucra el compromiso del sujeto con su palabra. Opuesto a la gratuidad del tratamiento psicoanalítico contra la que aduce enjundiosos argumentos, Freud, no obstante, flexibiliza este principio en ocasión de la primera guerra y sus terribles secuelas psicológicas en las llamadas por entonces neurosis de guerra. La creación del Instituto Berlín en aquellos años veinte, donde se daban tratamientos gratuitos a una población sin recursos, y a su vez se impartían cursos de formación a sus practicantes, fue una experiencia muy importante para los analistas discípulos de Freud.

Algo similar se llevó a cabo hace unos años en el Campo Freudiano con el dispositivo del C.P.C.T (Centro Psicoanalítico de Consultas y Tratamientos), creado primero en Paris y luego extendido por muchas ciudades, aquí en España llegaron a haber cuatro Centros (Barcelona, Madrid, Bilbao, Málaga). El Centro ofrecía un tratamiento de dieciséis sesiones como máximo para pacientes de escasos recursos económicos. Los pacientes no pagaban honorarios por sus entrevistas y tampoco los practicantes cobraban. Esta experiencia de unos pocos años, incluido el cierre de muchos de los Centros, reabrió el debate sobre la gratuidad en la comunidad analítica, un debate que por supuesto no está zanjado y que como se ve, retorna cada cierto tiempo, dependiendo de ciertas circunstancias.

En este caso la creación de estos Centros obedeció a la encarnizada contienda que libran los psicoanalistas lacanianos contra los psicólogos congnitivo-conductuales y a un deseo de demostración de la eficacia cualitativa del psicoanálisis, contra la supuesta objetivación cuantitativa de las T.C.C.

Time is money, Tiempo es dinero, reza un conocido slogan muy representativo de nuestra época. Es justamente esta ecuación la que Lacan desarticula rompiendo el standar de la sesión de cincuenta minutos inventado por Freud y adoptado dogmáticamente por la I.P.A. Con su innovación de la sesión corta y del corte interpretativo de la sesión, lo que puede estrechar o alargar su duración según lo que el analista lee en lo que escucha en la palabra de su analizante, Lacan rompe la relación: Tanto dura, tanto vale. Es esta una manera de tomar el dinero de una forma diferente a como funciona en la economía política, es decir, como una mercancía que hace las veces de equivalente general de todas las mercancías, según lo definiera Marx en El Capital.

Una sesión no vale por lo que haya podido durar, vale por el corte que orienta el bien-decir del sujeto. (Con un interesantísimo debate se prolongó la sesión hasta una hora bien avanzada).