I JORNADA DEL CPCT-BILBAO - La clínica del CPCT: lugar de confluencia del síntoma social y el síntoma particular de un sujeto. Xavier Esqué (Barcelona)

Intervención de Xavier Esqué (Presidente de la Escuela Lacaniana de Psicoanálisis) en la Mesa de presentación de la Jornada, con Mónica Marín (Directora CPCT Bilbao), Pedro Fernández de Larrinoa (Director General de Inserción Social de la Diputación Foral de Bizkaia), Jose Antonio De la Rica (Jefe de Asistencia Psiquiátrica y Salud Mental de Osakidetza-Servicio Vasco de Salud), Javier Orduna (Director del Área de Salud y Consumo del Ayuntamiento de Bilbao), Delfín Montero (Director del Departamento Psicopedagogía y Codirector del Programa de Doctorado en Educación de la Facultad de Filosofía y Ciencias de la Educación de la Universidad de Deusto).

Los CPCT son un efecto del discurso psicoanalítico y de la acción lacaniana.

En un tiempo en el que algunos pretenden arrinconar al psicoanálisis y eliminar la clínica nos encontramos en la paradoja de que los CPCT nos permiten, ahora más que nunca, el encuentro con políticos, con técnicos de la administración, con profesionales de la educación y de la salud mental, con asociaciones, con empresarios, etc. Y tenemos que explicarles lo que es este objeto tan particular que es el CPCT aún sin terminarlo de saber nosotros mismos. De todas formas, no desaprovechamos la ocasión para transmitirles porqué el psicoanálisis hoy es tan necesario.

En efecto, seguimos pensando los CPCT como una nueva institución de psicoanálisis aplicado a la terapéutica y hace ya más de cuatro años que el primero de ellos fue creado en París. Creo que una de las claves de la extraña fuerza y potencia de este proyecto institucional es que sigue siendo una experiencia nueva para todos nosotros, y esto lo decimos después de haber atendido ya a miles de pacientes en Europa y también al otro lado del atlántico.

Es una demostración en acto de que el psicoanálisis de orientación lacaniana responde a los problemas que la época plantea. Y esto es así aquí en el CPCT de Bilbao, como lo es en el de Barcelona, o en el de Madrid, o en el de Málaga. Como lo es en los 12 CPCT que están funcionando en Francia, y lo es en Bélgica y en Italia, y en Argentina, y en Brasil, y en tantos otro países que conforman la geografía del Campo Freudiano. En efecto, es una especie de mancha que se extiende cuyo alcance y efectos son aún incalculables tanto a nivel interno para el psicoanálisis mismo, como a nivel externo, es decir, a nivel social.

En España, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales por medio de la Secretaría de Estado de Asuntos Sociales, Familias y Discapacidad está reconociendo nuestro proyecto y está subvencionando parte de nuestra acción. También lo han empezado a hacer algunas administraciones autonómicas y locales. Y esto es así, como decía, por todas partes, en Europa, y también en Latinoamérica.

Los CPCT, como ustedes saben, han establecido en su punto de partida los parámetros de gratuidad y de un límite en la duración temporal de sus tratamientos. Lo primero que habría que señalar es que ello no es completamente nuevo en psicoanálisis. Freud mismo estableció un límite temporal en algunas de sus curas. También han existido a lo largo de la historia del movimiento psicoanalítico clínicas de atención gratuita.

Tampoco es nueva la práctica de las terapias breves. No obstante, los CPCT son una experiencia inédita que nada tiene que ver con el planteamiento de otras orientaciones psicoanalíticas, que han promovido terapias breves o focales en las que el tiempo anticipado queda al servicio de una solución terapéutica estándar adaptada a la realidad colectiva, sino que la clínica del CPCT es una clínica que se sostiene del encuentro con el analista y de su acto, es decir, que es una clínica a medida del sujeto y ligada a la contingencia.

En los CPCT, por tanto, no se parte de lo ya sabido sino que se trata en cada momento de preservar la dimensión de experiencia. Por otra parte, la renovación del marco en el que se van a desarrollar los tratamientos psicoanalíticos y, en especial, la cuestión del manejo del tiempo y la gratuidad del tratamiento ponen en primer plano en cada caso, de manera inédita, el deseo del analista.

La clínica del CPCT privilegia el lugar de confluencia del síntoma social y el síntoma particular de un sujeto. El interés del psicoanálisis por lo social se encuentra desde un inicio en Freud quien siempre pensó que las dinámicas sociales tenían efectos sobre la subjetividad de las personas, como ilustra su obra El malestar en la cultura. También Lacan señaló que el psicoanalista por su función de intérprete en la discordia de los lenguajes tenía que estar a la altura de la subjetividad de su época. Es decir, que Lacan también tuvo en cuenta lo social hasta el punto de que al final de su enseñanza incluso llegó a plantear que lo social puede venir al lugar de la función del Nombre del Padre. Por eso Jacques-Alain Miller en su trabajo de elucidación de la última enseñanza de Lacan plantea que “la realidad psíquica es la realidad social”. Para Lacan la concepción del inconsciente como algo interior es un error, señala Miller. El inconsciente está afuera, hay que pensarlo exterior. Por esto Lacan pudo decir que “el inconsciente, es la politica”.

Por tanto, el psicoanálisis lacaniano no está afuera del mundo como algunos a veces han pretendido hacer creer, sino que funciona con el mundo y con los cambios que en cada época presenta la sociedad. El psicoanálisis explora como ninguna otra disciplina el lazo entre lo individual y lo social. Y la existencia de los CPCT y la clínica que ahí se desarrolla son una magnífica prueba de ello.

Nuestra época presenta una nueva problemática del lazo social, se habla de la precariedad del lazo social como una de las características de nuestros días. Ahora bien, la clínica del CPCT, la clínica psicoanalítica, siempre tiene en cuenta la función del síntoma, se orienta por lo real y se distingue de las otras terapéuticas. Para el psicoanálisis un síntoma es lo que el sujeto nos presenta como aquello de lo que sufre. Es en nombre de este sufrimiento que el sujeto viene a vernos, porque de alguna manera le resulta ya imposible de soportar su síntoma y busca una respuesta que le permita encontrar una salida. Nuestra tarea es proporcionarle al sujeto los medios necesarios para que pueda salir de este impasse en el que se encuentra. No seleccionamos los pacientes en función del diagnóstico, aunque en cada caso se trata de trabajar la demanda, encontrar el punto del síntoma a tratar teniendo en cuenta, eso sí, el tiempo del que disponemos, es decir, que tomamos un punto del síntoma que sea posible de desplazar en 16 sesiones como máximo.

Teniendo en cuenta la temporalidad limitada de atención que ofrecemos tratamos de obtener efectos terapéuticos rápidos, de ahí que la clínica del CPCT está más del lado del bricolaje que del desciframiento del síntoma. Se trata de producir un desenredo, encontrar una salida.

Las invenciones encontradas son diversas: un cambio en las coordenadas del problema, una nueva lectura del mismo, una rectificación de la posición subjetiva, etc. La pregunta abierta al inicio encuentra una respuesta, un ciclo se cierra. Otras veces la respuesta encontrada puede llevar al sujeto a abrir una nueva pregunta y continuar el trabajo psicoanalítico en otro lugar.

Por lo que respecta a la transferencia, es indispensable distinguir la transferencia al CPCT de la transferencia al analista. Asimismo tratamos de dejar de costado la vertiente de repetición de la transferencia para mejor acentuar la vertiente de creación de la transferencia, lo que ésta tiene siempre de nuevo, de invención.

La clínica del CPCT, como pueden ver, no rebaja el psicoanálisis, ni tampoco la formación del analista. Nosotros no tenemos dos clases de analistas: los de los CPCT y aquellos que sólo recibirían la demanda estrictamente analítica. En los CPCT trabajamos los analistas más formados con los analistas más jóvenes y con los practicantes en formación, juntos, unos al lado de los otros. Trabajamos tratando de extraer las incidencias clínicas de la última enseñanza de Lacan, porque la práctica que se desarrolla en el CPCT se fundamenta en la nueva concepción del síntoma de la última enseñanza de Lacan. Una concepción del síntoma contraria al sentido común. La esencia del síntoma no está en que es una formación del inconsciente, la clave del síntoma no está en lo que éste tiene de verdad, sino que la clave está en que el sinthome es nuestro partenaire. En efecto, es un mal del que el sujeto sufre, sin duda, pero del que también goza, es decir, que lo satisface.

La práctica analítica consiste en conseguir que el sujeto llegue a captar de alguna manera este punto paradojal. De hecho, el síntoma es el aparato que el sujeto ha podido fabricar para vivir mejor y lo ha construido con los recursos que ha tenido a su alcance, con lo que el sujeto tiene de más singular, con lo más íntimo.

Es algo a tener muy en cuenta cuando la medicalización de la vida psíquica toma una dimensión tan abusiva, cuando las corrientes neo-higienistas autoritarias y las evaluaciones homogeneizadoras pretenden imponerse por doquier, cuando la genetización de la vida pone en peligro la dimensión del sujeto responsable, el sujeto de la palabra y el lenguaje. Es el estado de la civilización que está en juego. Éste es nuestro combate, y en él los CPCT son una de nuestras armas más valiosas.