her. Baltimore 5 h de la mañana, la crónica de Pierre-Gilles Guéguen (París)

La película de Spike Jonze, her, tiene en este momento en Nueva York un gran éxito, a tal punto que la revista Time Out, que sugiere los espectáculos y las salidas, señalaba que su edición interesaría solo a aquellos que no están o que ya no están yendo a «verla» al cine.

¿Por qué un tal éxito (merecido) para esta película? Los cinéfilos encontraran todas las razones que quieran desde el punto de vista de la estética, de la poética, de la actuación (cf. la crítica del New York Times(1)) y tendrían razón. Pero la verdadera ficción de la película, es que un hombre se enamora de un software, es decir, de una mujer que no existe, reducida a un objeto a: la voz. Y el New York Times no se equivoca al titular al artículo: «Sin cuerpo, ciertamente, pero, oh, qué voz».

Her, ¿será necesario volverlo a decir?, aquí, no es She. Her designa el complemento de objeto. Muy masculino, dirá usted, muy Lacaniano también: El hombre, primero busca en la mujer el objeto que le hace falta, y lo vuelve un fetiche. Aquí, la voz. Que aquellos psicoanalistas que practican el análisis por teléfono, comiencen a preocuparse…

Desde luego, esto se complica, una vez que el Señor, un poco cansado de la buena escucha por audífono, pide que su fetiche tome cuerpo. A partir de ese momento todo se complica. El enamorado desamparado, descubre que la voz, no es la mujer, y que hay un «no sé qué» mas allá del objeto que se impone para que «funcione» entre un hombre y una mujer.

«Te amo,
Pero,
porque inexplicablemente,
Amo en ti algo
más que ti
–el objeto a,
Yo te mutilo»
(2)

En resumidas cuentas, el amor se sostiene, solamente si hace un puente sobre el vacío de la no relación entre los sexos y así mantiene el deseo. El verdadero amor como el verdadero objeto impone esta dimensión de vacío que Lacan intentaba hacernos entender, hablando del objeto a como vaciador, de su «color de vacío», o también de «substancia episódica», tantas maneras de hacernos saber que la pulsión, finalmente no es, sin objeto, pero también no tiene objeto en el sentido de un objeto pulsional único: oral, anal, escópico, invocante, etc…. De ahí las paginas esenciales del Seminario XI sobre la tarea en la mirada y la radical critica de Sartre y también de Merleau-Ponty.

La deliciosa voz y tan «sexy» de la coprotagonista de Joaquin Phoenix, seductor geek un poco bobo (del francés, burgués-bohemio), intenta hacernos creer lo contrario. En todo caso, él, la cree antes de darse cuenta que él cree, lo que es bueno, en resumen. En ese momento su fantasma comienza a ceder. Y no se deja engañar por su propio fantasma: creer que una mujer es un «objeto» en su mano. Lo que venía por su fantasma a tapar la nostalgia donde él se encontraba con respecto a su ex-mujer con quien él estaba en proceso de divorcio, encuentra, finalmente donde tomar cuerpo, y esto es en una compañera, y ella también, se muestra en falta: a su vecina la acaba de dejar su pareja.

Los dos fracasados del amor se encuentran, en falta, tanto el uno como el otro, para nuevas peripecias amorosas menos ficticias, haciendo la apuesta de ese desplazamiento del goce solitario hacia el compañero síntoma.

Un nuevo amor.

--------

Notas:

1. Manohola Dargis, «Disembodied, but, Oh, what a voice», NY Times, 18/12/2013

2. Lacan J., El Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paris, Seuil, 1973, p. 237, frase preliminar del capítulo XX "En ti más que ti"
---------------

Leer también, sobre her, el dialogo de Laura Petrosino y Leonora Troianovski en la pagina del Congreso de l’AMP.