Hacia la XI CONVERSACIÓN CLÍNICA DEL ICF. Terminaciones de análisis. TRES PREGUNTAS a Shula Eldar, Gabriela Galárraga, Marta Serra, Vilma Coccoz

Barcelona, 5 y 6 de Marzo de 2011

Tres preguntas a Shula Eldar

1) Si Freud planteaba que en el final de análisis de una mujer quedaba como obstáculo la "envidia de pene" ¿cuál es la aportación de J. Lacan a este impasse en los sujetos situados en posición femenina?

La envidia de pene es el hilo conductor de la sexualidad femenina tomada en la lógica del complejo de castración. Freud aborda el problema de lo que llamó "el destino de la feminidad" desde una perspectiva que da todo su peso a la significación fálica y argumenta desde este sentido el desarrollo libidinal y las salidas posibles para la mujer. Muchas analistas post-freudianas se dedicaron a elaborar sobre el tema dando lugar a lo que se conoce como: la querella sobre la fase fálica. Las respuestas que, siguiendo a Freud "se modularon en la lira del desarrollo", tuvieron como resultado una "atonía de la experiencia" y "una parálisis del debate". (Escritos, p. 706). La dialéctica del ser y del tener que se traducía en términos de obstáculo imaginario por su dependencia del soporte anatómico del cuerpo se encontraba allí con un impasse, con un enigma. Más que aportar al debate desde esa misma concepción, Lacan dio un golpe de timón asentando la posición femenina sobre otra lógica: la lógica del no-todo.

El Otro sexo, lo femenino, es no-todo recubierto por la función fálica. O sea que en lo que respecta al ser femenino no todo es simbolizable. Por eso Lacan pone una barra sobre el La y dice que "La" mujer no existe. Este punto no simbolizable introduce, por el lado femenino, la dimensión de lo ilimitado que no es un punto de falta, es real.

¿Qué implica esto? Pues, una relación particular con el cuerpo sexuado, con el decir poético en el amor y con la invención.

2) Retomo una pregunta planteada por Jorge alemán y Marta Serra en la presentación de la Conversación: cuando un analizante considera que ha llegado al final del análisis ¿cómo asume el propio analista el límite a su deseo?

El deseo del analista no es un deseo puro, decía Lacan, después de haber pensado en un momento que podía serlo. Como todo deseo es limitado.

Pero podemos preguntarnos: ¿el deseo del analista implica querer algo para el paciente? ¿Hay una demanda del analista que se pone en juego en las curas que dirige?

Si así fuera la acción del analista en la dirección de la cura se inclinaría del lado de la sugestión y, eventualmente, hacia un final de análisis por identificación con el analista. Nos encontraríamos, también, con que existiría El analista (ideal) o, lo que es lo mismo, daríamos consistencia a su figura para hacer de ella un significante Amo, un S1.

La crítica a la jerarquía y el guiño que Lacan hace, cuando habla del AME en la Proposición..., señalando esa nominación como cifra irónica apunta a la necesidad de estar atentos a deslizamientos hacia la infatuación o el mando, siempre posibles. De aquí también que Lacan no proclame al analista como alguien consagrado, sino que lo sitúe como analizante de una experiencia que no se cierra nunca sobre sí misma.

La emergencia del deseo del analista implica que el semblante de saber pueda encarnarse pero sin desconocer la diferencia que existe entre el pequeño a como soporte de la transferencia, motor del trabajo del inconsciente y el a causa del deseo.

Es a esta doble faz del objeto a lo que Lacan se refiere cuando habla de deseo de obtener la diferencia absoluta. De la emergencia de ese deseo depende, en definitiva, la autorización para el acto analítico ya que éste ha de conducir a la explicitación del deseo y a hacer que el objeto a se haga presente. El deseo del analista requiere no sólo la suspensión de toda demanda sino también una renuncia a la voluntad de semblante. (JAM. Choses de finesse. Clase del 19 de noviembre de 2008).

3) La formación analítica no es una conformación, no ofrece el perfil profesional ni las competencias necesarias que el discurso generalizado actual promueve para otras formaciones. Los testimonios de los AE sin embargo, uno a uno, nos enseñan lo que la Escuela nomina como un Analista ¿Cómo podríamos definir ese saber? ¿como múltiple, singular, particular... sobre el final de análisis?

Precisamente, eso es lo interesante en los testimonios de los AE: el hecho que aportan un saber sobre lo singular. El estándar no es la vara de medir de un recorrido analítico. Cada uno encuentra de manera incomparable su solución propia ante lo que se presenta como real. Es eso lo que tiene de invención un final de análisis y la enseñanza de los AE es un trabajo de transmisión, de construcción de un saber sobre lo que apareció como una sorpresa en su propia experiencia y sobre las mutaciones que sobrevinieron a causa de ella en su relación con el inconsciente y con el goce. Una tarea, por otra parte, siempre incompleta. El pase incluye el punto de fallido que mantiene la esperanza en relación a un saber por venir. Así se puede leer la afirmación de Lacan en Televisión: "Felices los casos en que pase ficticio por formación inacabada: autorizan la esperanza". (Televisión. Ed. Anagrama. P. 85).

Preguntas realizadas por: Elisa Escolano

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Tres preguntas a Marta Serra

1) Jacques Alain Miller en su curso: Cosas de finura en psicoanálisis nos dice retomando a Lacan que "en el final de análisis hay satisfacción" ¿De qué satisfacción se trata para el analizante al final de análisis?

Como mínimo, de la satisfacción de lograr acabar. Acabar, por un lado, con la consistencia del libreto que comandaba la vida y también, acabar con una parte de la transferencia, esa a la vez tan útil y tan exigente.

Es darse por satisfecho con la construcción alcanzada y no requerir del analista regularmente para seguir como analizante del real que nos habita.

2) ¿En qué términos plantearía usted la diferencia entre el final de análisis planteado como "atravesamiento del fantasma" y el final de análisis como "identificación al sinthome"?

Ambas propuestas de fin de análisis tocan a la articulación de lenguaje y goce, dando cuenta del recorrido de Lacan desde un simbólico omnipotente hasta un real irreductible.

El atravesamiento del fantasma quizás subraya más la elaboración simbólica, mientras que la salida por el sinthome pone el acento en el goce con el que hay que arreglárselas sin solución de continuidad.

3) ¿Hay razones que justifiquen que haya análisis interminables?

Cuando se trata de buscar razones y de justificar, es seguro, no se trata de fin de análisis.

Al fin y al cabo, para que el análisis prosiga más allá de las ganancias de saber, de los beneficios terapéuticos y de las mutaciones subjetivas, basta con la transferencia siga activa. Lo que no lo justifica, pero si lo explica.

Preguntas realizadas por: Antonio Mugica

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Tres preguntas a Gabriela Galarraga

1) Si el pase se entiende como una forma de evaluar el fin de análisis, ¿Puede esto tener efectos sobre la demanda de pase produciendo un aplazamiento de la decisión?

El pase es el après-coup de un análisis, sin embargo, lo atraviesa. Es un acontecimiento que se produce en el curso de un análisis y también un procedimiento que la Escuela ofrece a quien considere que ha pasado por ese acontecimiento. Si bien no hay ninguna obligación en hacerlo.

La demanda de pase implica la formalización de la salida, del fin del análisis, y por lo tanto tiene que ver con someter a la prueba del decir el final del análisis.

Quizás para algunos esto provoque un aplazamiento, pero también se pueden dar apresuramientos.

En Cosas de Finura, el pase para J.-A. Miller es lo que responde a la urgencia, es el antónimo de la urgencia, en tanto se da cuando no hay más urgencia. Es decir, cuando se ha llegado a extraer del modo de gozar, invariable y que no se atraviesa, una satisfacción que apacigua la urgencia.

2) A la luz de la teoría de Lacan sobre el pase-sínthoma, Miller subraya que el pase apunta a la satisfacción, tanto en el AE, como en el efecto que logra producir en los otros, es el AE artista. ¿Qué elementos cree que debe tener el testimonio del AE para que pueda transmitir esa satisfacción más allá de la puesta en escena?

Autenticidad fundamentalmente. El pase no se juega en los enunciados, sino en la enunciación.

Lacan en 1967 ponía el énfasis en la elaboración de saber, pero más tarde lo pondrá en la verdad, “la verdad mentirosa”, la ficción del pase y define el testimonio como la hystorización del análisis.

Se testimonia no de un saber que se toma por verdadero, el saber es siempre supuesto en el pase, sino de la satisfacción que se ha logrado extraer del modo de gozar, en la reducción del síntoma al sinthome, confrontándose con un real absolutamente singular. El AE artista remite a la invención algo nuevo frente al goce opaco del sinthome.

Miller dice que el pase tiene algo del deseo del actor, que es una performance. Entiendo que eso haría referencia a poner el cuerpo, y a testimoniar de cómo ha cambiado la relación entre pulsión, deseo y goce, más allá de la mera puesta en escena.

3) ¿Podríamos establecer un paralelismo entre el testimonio del A.E. artista y la construcción del niño en análisis, que le permite pasar del síntoma social o del síntoma del Otro a un síntoma que lo nombre?

No sé si entiendo bien la pregunta, pero me parece muy difícil establecer paralelismos entre el psicoanálisis con niños y el pase.

Ud. hace referencia a la construcción del niño en psicoanálisis, al síntoma. El AE testimonia a través de su sinthome de su incurable, de su modo de gozar singular. Se trata no del síntoma, sino de su reducción, a lo largo de la experiencia analítica, del sinthome en tanto acontecimiento de cuerpo, condicionado por lalengua, no por el lenguaje y por lo tanto fuera de sentido.

Preguntas realizadas por: Carmen Campos

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Tres preguntas a Vilma Coccoz

1) En su momento E. Laurent planteaba el fin de análisis con niños en estos términos: "Se trata entonces de asegurarnos que el niño haya localizado este goce en una construcción fantasmática. Asegurarse de alguna cosa de este tipo, de una ficción que permita al niño responder a la pregunta sobre el goce de la madre, sobre el goce de una mujer, sin considerar por ello que todo deba apuntar a la identificación edípica". ¿Cómo se podría plantear esto en la actualidad a la luz de la última enseñanza de Lacan?

Considero que esta apreciación de Eric Laurent sigue siendo válida. Sólo cabría agregar que responde al fin del análisis de niños neuróticos. Debemos contemplar la evidencia pragmática de que muchos análisis de niños peligran cuando desaparece el síntoma, es decir, muchos análisis terminan con una mejoría terapéutica. Pero tenemos que intentar ir más allá, lo que no siempre se consigue, debido a que esta mejoría elimina el factor de angustia o preocupación de los padres.

En ocasiones es necesario realizar un largo trabajo de subjetivación del análisis del niño o la niña con los padres, destinado a sostener el trabajo de su hijo o hija con el inconsciente. Muchas veces la decisión de los padres de interrumpir las sesiones coincide con una fase de cierre del inconsciente por parte del joven analizante. Es un momento muy delicado, que se debe tratar con cuidado a fin de que la transferencia con el psicoanálisis no resulte perjudicada y la demanda pueda diferirse al futuro.

Pienso que en la clínica de las neurosis se apunta a concluir sobre una ficción que permita alojar la función de un imposible lógico sobre el goce, es decir, con la construcción de una versión sobre la castración del Otro en el plano del goce y del saber. Ello implica una versión sobre la relación del padre con la madre en tanto objeto causa del deseo, es decir, con la madre en tanto mujer, lo cual supone haber localizado el deseo del Otro en su particularidad. Recordemos que Lacan ha señalado que es preciso localizar el nacimiento como ser hablante en un deseo no anónimo. Tiene una enorme importancia en la clínica.

Y esto me lleva al segundo punto que quería señalar, que concierne a la clínica de las psicosis. La perspectiva analítica orientada sobre el sinthoma (1) demuestra que estos análisis concluyen con un anudamiento eficaz por el cual el sujeto consigue hacer valer su excepción en el modo de una identidad propia, una identificación con el nombre propio, por fuera de la filiación paterna (que anuda el deseo y la ley).

Gracias a la admisión, por parte del Otro, del “fuera de la norma” del sujeto, éste acaba por consentir a las normas, a la socialización, lo cual le permite la proyección de un camino propio que puede coincidir con un alojamiento nuevo en el seno de su familia, con la conquista de una nueva identificación allí donde antes sólo ocupaba, por estructura, el lugar de objeto.

La necesidad del trabajo de subjetivación del análisis del niño o niña, en estos casos alcanza, muchas veces, no sólo a los padres sino a otros adultos de referencia, llegando incluso a dar lugar a la formación de una institución invisible (según lo formula Alfredo Zenoni), destinada a sostener el trabajo analítico del sujeto.

2) Aún en su diferencia con el Psicoanálisis puro, ¿se podría pensar un final de análisis para el Psicoanálisis aplicado?

Respecto a los finales de análisis aplicado a la terapéutica creo que la teoría de los ciclos que propusiera hace unos años Jacques-Alain Miller, resuelve el problema. La perspectiva continuista de la clínica modifica la idea del tiempo, como bien señalas, y permite despejar problemas derivados del tiempo lineal: aquí empieza, así termina. Muchos análisis terminan luego de un ciclo de elaboración sobre aquello que del síntoma, en tanto inconsciente real, se transforma en transferencial y llama, por lo tanto, al desciframiento. Algunos recorren varios ciclos a través del tiempo, sujetos a la emergencia de puntos no elaborados en el ciclo precedente.

3) Sin poner en cuestión que haya un final, el "pase sinthome", ¿la nueva función temporal que introduce Lacan a partir del ‘73 y su nueva topología, permitirían pensar una pluralidad de momentos de pase? ¿Qué determinaría entonces el final de un análisis?

Hay que partir de que estamos en el tiempo de estudio, de exploración, a veces a tientas, de lo que se denomina la última enseñanza de Lacan.

La noción de pase-sinthoma es uno de los resultados de este recorrido en el que nos guía Jacques-Alain Miller. Precisamente encontramos una respuesta a tu pregunta en Cosas de finura… Una vez reconocida, en esta UEL (2), la dimensión del goce como lo esencial de la experiencia analítica, se verifica que el análisis no avanza por franqueamientos irruptivos de la verdad sino por lentos desplazamientos del goce. ¿Se puede denominar “pluralización de momentos de pase” al conjunto de momentos cruciales que, en el curso de los análisis que duran se presentan en la forma de caídas de ciertas identificaciones, de abandono de ciertas inercias de goce, o la construcción del fantasma?

Este término, construcción del fantasma, que en la época del pase-fantasma designaba el final, pasaría a ser uno de los desplazamientos en la UEL. En tanto que el final, según la perspectiva del pase-sinthoma, se establece sobre una conclusión acerca de la satisfacción sobre la que ya no se formulan más preguntas. Con la salvedad de que hay muchos momentos de satisfacción que se corresponden, en realidad, con cierres del inconsciente.

En tanto que lo que se denomina satisfacción del pase-sínthoma, según lo entiendo siguiendo Cosas de finura, radica en haber podido extraer un nombre propio, una enunciación propia, de la relación natal con el goce, una vez atravesado el fantasma, una vez alcanzado lo real, como lo más singular de nosotros mismos. Ahí están nuestros AE para mostrarnos que no es nada fácil llegar allí.

Notas:
(1) Sínthoma: traducción al castellano de Sinthome
(2) UEL: abreviatura de Última Enseñanza de Lacan

Preguntas realizadas por: Isabel Montes