“El rapto del cuerpo de LOL V. Stein”. Por Araceli Fuentes (Madrid).

“El rapto del cuerpo de LOL V. Stein”

Hoy vamos a retomar el tema del cuerpo, sirviéndonos de una narración literaria, la novela de Marguerite Duras, El rapto del Lol V. Stein.

El psicoanalista Jacques Lacan rinde un homenaje en sus Escritos a Marguerite Duras a propósito de esta novela.
Lacan conocía a Margerite Duras y ésta le había confesado que el verdadero final de la novela, era que la protagonista, Lol, se volvía loca, así que vamos a contar con que ese es el verdadero final, aunque en el libro sólo esté insinuado.

Antes quiero introducir algunas consideraciones sobre el modo en que el psicoanálisis piensa el cuerpo, consideraciones indispensables para entender lo que le pasa a Lol con su cuerpo.

En primer lugar, el psicoanálisis rompe con la idea ingenua que consiste en creer que cada uno tiene un cuerpo desde que nace. La experiencia psicoanalítica nos enseña que hay sujetos que no tienen cuerpo y que para tener un cuerpo es necesaria una operación de anudamiento, de las tres dimensiones en las que la experiencia humana se realiza, un anudamiento entre lo real, lo simbólico y lo imaginario. Cuando esta operación fracasa, el sujeto puede muy bien no tener un cuerpo. Es el caso del escritor James Joyce, del que tuve la oportunidad de hablar aquí el año pasado.

Entonces tener un cuerpo no es algo inmediato, algo con lo que se nace sino que el cuerpo, se puede constituir como tal o no.

El estadio del espejo, introducido por Lacan en el psicoanálisis, tiene una función de nudo por el cual el sujeto puede llegar a tener un cuerpo cuando las condiciones necesarias se cumplen. El cuerpo así conseguido es un cuerpo reflejado como imagen en el espejo. A través de esta imagen con la que me identifico como yo, se alcanza por primera vez una unidad de la que el sujeto carecía. Una imagen que está separada de él, afuera fuera. Para que esto ocurra es necesario un elemento exterior al plano imaginario en el que se sitúa el infans frente al espejo, una mirada y una palabra de un tercero es necesaria, para que el niño que hace la experiencia del espejo, pueda apropiarse de su imagen, para que esa imagen se fije y para que en algún momento pueda reconocerse en ella, como siendo él mismo.

Bien, una vez dicho esto vamos a introducirnos en la novela, que es la historia de un rapto, producto del arte de la escritora, y este arte sugiere, es la opinión de Lacan, que la raptora es Duras y nosotros, los lectores, somos los raptados.

“El rapto de Lol V. Stein” tuvo un enorme eco entre las mujeres, en Francia sobre todo, pero creo que aquí también, hay algo en esta novela que “habla a las mujeres”, después me dirán su opinión al respecto.

Para presentar a la protagonista voy a recurrir a lo que Lacan dice de ella, voy a tratar de trasmitir el “ambiente”, “la atmósfera” del libro que es muy distinta a la atmósfera de una conferencia, por tratarse de un rapto. Un rapto que nos obliga a seguir a la protagonista y a quedar raptados con ella.

Lacan, refiriéndose a Lol dirá: “raptora es también la imagen que nos impondrá esa figura de la herida, la exiliada de las cosas, a quien no se atreve uno a tocar, pero que hace de uno su presa.

Lol es recodada por su amiga de la infancia Tatiana, por un rasgo muy particular, por transmitir la sensación a lo que estaban cerca, de no estar del todo ahí, donde estaba su cuerpo.
Se trata de algo más radical que lo que llamamos la ensoñación femenina, no es una mujer perdida en sus ensoñaciones y afectada por un aire de ausencia, Lol va mas lejos pues dice que no entiende quien está en su lugar.
Tatiana la recuerda así: “En el colegio, dice, y yo no era la única en pensarlo, a Lol le faltaba algo para estar ahí. Daba la impresión de soportar con un sosegado fastidio a una persona a quién debía parecerse pero de la que se olvidaba a la menor ocasión”.
Desde el primer momento vemos la dificultad de Lol con su cuerpo.

“El baile, la escena donde Lol es despojada, de su amante como de un vestido, propiamente” (Lacan)

“La escena-y la novela entera no es mas que su rememoración-es propiamente el rapto de dos en una danza que los suelda, y ante los ojos de Lol, tercera, junto con todos los del baile, Lol padece en él el rapto de su novio por aquella que solo tuvo súbita que aparecer.”(Lacan).

Todos saben que la extraña locura de Lol V. Stein tuvo su inicio en la sala de baile del casino municipal de T. Beach, dónde su prometido sucumbió al hechizo de otra mujer. Todos piensan que Lol, quién asistió impávida al prolongado abrazo de ambos, no pudo resistir el abandono, el desamor. Todos se equivocan.

Lol tiene 19 años y va por primera vez a un baile del brazo de su novio. Ella es el centro de todas las miradas.
Entonces hace su aparición Anne Marie Stretter, la mujer fatal, la mujer que no mira a nadie, pero que atrae las miradas. Michael Richardson, el novio, queda fascinado por esa mujer fatal, vestida de negro con la que se irá al terminar el baile, al alba. “La mujer estaba sola, un poco apartada del bufet, su hija se había reunido con un grupo de conocidos frente a la puerta del baile. Michael Richardson se dirigió hacia ella con una emoción tan intensa que asustaba pensar que pudiera ser rechazado. Lol, pendiente, también esperó. La mujer no rehusó”...” Lol instintivamente, había dado algunos pasos en dirección a Anne Marie Stretter al mismo tiempo que Michael Richardson.....

Lo que le pasó a Lol nos revela lo que sucede en el amor nos dice Lacan.

En el amor lo que sucede es que el otro nos viste con una imagen de sí mismo, y cuando nos deja nos desviste.

Tatiana, que conoce a Lol desde la infancia, cuando corre el rumor de que Lol tiene novio, se extraña y se pregunta ¿Quién será el hombre que ha sido capaz de atraer su atención por completo, quien habrá sido el hombre capaz de capturar la atención de Lol de ese modo?

En francés se utiliza la expresión “Ça vous regarde”, “eso os mira”, para decir que algo nos concierne, que acapara nuestra atención. Lacan se sirve de ello para explicar lo que es para él la función de la mirada, a la que distingue de la visión. La mirada está afuera, en el mundo, la mirada es aquello que captura nuestra atención. El ejemplo de lo que sería la mirada es la mancha, la mancha que nos mira y nos hace decirle a alguien: “tienes una mancha en el vestido”. La película de Antonioni, Blow Up, es un buen ejemplo, es una mancha negra entre unos árboles, la que captura la atención del fotógrafo, la que no puede dejar de mirar, la mancha negra, el objeto indescriptible que funciona como mirada.

Lacan describe así la entrada de Lol en el baile: “¿qué decir de ello cuando esa noche era para tí, Lol toda entregada a tu pasión de diecinueve años, tu puesta de largo y la desnudez que llevabas puesta daba a tu traje su esplendor?
Lo que te queda entonces, es lo que decían de ti cuando eras niña, que nunca estabas del todo ahí”.

Cuando su novio la desviste, lo que hay debajo no es el cuerpo desnudo de Lol como se podría esperar, sino un vacío, una vacuidad, pues el cuerpo de Lol ha sido raptado y sustituido por el cuerpo de otra en la escena del baile.

Hay en ese momento para Lol, una súbita desinvestidura libidinal del novio y un trasvasamiento de la libido hacia la pareja que forman su novio y la mujer fatal, Anne Marie Stretter, esta mujer destinada a concentrar toda la atención de Lol.

Esa experiencia para la que Lol no encuentra la palabra y en la que alegría y dolor se confunden, resulta de la sustitución, del reemplazo que como metáfora del amor se produce, cuando Anne Marie Stretter, concentra toda la atención que Lol antes había dirigido al novio. Pero bajo la metáfora del amor hay otra metáfora que es la metáfora del cuerpo

Frente a ese abismo que se abre Lol sitúa un fantasma, un fantasma cuyo soporte es un vestido: “Él la habría despojado de su traje negro lentamente y el cuerpo de la mujer habría aparecido poco a poco, en una progresión paralela e inversa Lol habría sido sustituida por ella cerca de él”. Pero este fantasma no llega a realizarse, Lol no es invitada a presenciar la escena en la que la mujer será desnudada por el novio.

“Para Lol resulta inconcebible estar ausente del lugar donde se realizó ese gesto. Ese gesto no hubiera tenido lugar sin ella: está con él, carne con carne, forma con forma, los ojos cerrados a su cadáver. Nació para verlo...”

Es un fantasma estático, en el que todo se detiene y recomienza otra vez, vuelve siempre a empezar en la operación que se trama. Desarropan a Lol de su amante hasta la indecible desnudez que se insinúa para remplazar su propio cuerpo, pasando por el gesto de quitar el vestido de otra mujer.

Después de un tiempo de postración, Lol vuelve a salir, en sus paseos sonríe a todo el mundo pero es la mirada de los hombres hacía las mujeres lo que busca, hasta que se tropieza con uno que se cree especialmente mirado por ella y termina por convertirse en su marido.

Durante diez años, Lol lleva una existencia convencional, burguesa, ordenada y en extremo ritmada por un orden glacial y riguroso. El cuidado que pone en la decoración de su casa, es la reproducción estricta de lo que ve en otros lugares.

Después de esos diez años la pareja vuelve a la ciudad natal de Lol. Este es el momento en que ella verá desde su jardín, detrás de un seto, un hombre, todavía desconocido, Jacques Hold, besar a una mujer a la que cree reconocer.

A partir de este momento empiezan sus deambulaciones. Lol ve a Jacques Hold a la salida de un cine, lo reconoce, era el que había pasado por delante de su casa hacía algunas semanas, lo sigue caminado alejada de él. Cuando el hombre sigue con la mirada a otra mujer, ella baja la cabeza o se vuelve un poco. Ella esperaba que Tatiana en algún momento apareciera con él. Efectivamente, Jacques Hold va al encuentro de su amante, Tatiana Karl con la que se dirige al Hotel des Bois, donde tienen sus encuentros, un hotel de mala reputación, pero el único al que las parejas de la ciudad pueden ir seguras. Detrás del hotel se extiende un gran campo de centeno.
Lol, agotada se deja caer en ese campo de centeno que es donde se sitúa la segunda escena de a tres. Esta segunda escena no es una repetición de la primera (la escena del baile), sino el lugar donde se realiza algo que quedó inconcluso en la primera.

Se trata de la realización de un fantasma, un fantasma del que participan tres personajes, Lol, Tatiana y Jacques Hold.
En ese fantasma Lol no ocupa el lugar de voyeur de los otros dos, como se podría creer, sino que lo que sucede ahí la realiza, le da un ser.

Lol, es esa mancha informe tirada en el campo de centeno, cuando es descubierta por Hold, que se angustia ante la presencia de Lol- mancha-mirada. Hold sólo se tranquilizará un poco pensando que Lol lo ve, es decir cuando puede situar ese objeto inquietante en una relación de reciprocidad, ella lo ve. En adelante Hold ejercerá sus buenos oficios respecto a su amante, Tatiana, bajo la ley del deseo de Lol, el único que importa en este caso. Jacques Hold queda al servicio de ese deseo, se convierte en su instrumento, un instrumento al servicio de hacer aparecer la desnudez del cuerpo de su amante para Lol.

Tatiana, la amante, es un residuo del acontecimiento del baile. Es la amiga del colegio que sostiene la mano de Lol mientras ésta ve a su novio seducido por la mujer fatal. Tatiana, por su parte, ignora la presencia de Lol en los encuentros que tiene con su amante, pero en esos encuentros en los que se hacía honrar por Jacques Hold, empieza a percibir que hay algo más que no sabe lo que es, que algo se ha deslizado entre ellos dos. Tatiana comprende que eso guarda una relación con Lol, pero sin entender.

Y Lol, ¿qué busca Lol en la realización de este fantasma, en el que pone tanto empeño? ¿Qué busca Lol en el trio que forma con Tatiana Karl y Jacques Hold?

Lol se presenta fuera de la angustia, fuera del sufrimiento, en definitiva fuera del cuerpo. Es como ha quedado después de la escena del baile en la que otra mujer le arrebató su cuerpo. A partir de ahí deambula buscando la mirada de los hombres hacia las mujeres que pasan.

Lol desde el principio nos es presentada como alguien que no está ahí, donde está su cuerpo. Como alguien en busca de un cuerpo. Un cuerpo que en cierto modo logra tener, vestida por el amor del novio, pero que no debemos olvidar, que cuando es desvestida debajo no hay nada Es decir que ese cuerpo que logró tener con el vestido del amor, que el secreto del esplendor de ese vestido-cuerpo que llevaba en el baile, era la desnudez que Lol llevaba puesta encima.

Arrebatado el vestido no es el cuerpo desnudo de Lol lo que encontramos, pues su desnudez está encima y no debajo del vestido, y cuando éste le es arrebatado, la mirada, la desnudez, se va con él.

“Desnuda bajo los cabellos negros”. Estas palabras dichas por Lol a Jacques Hold “engendran el paso que va de la belleza de Tatiana a la función de mancha intolerable que caracteriza a la mirada”. Esta desnudez, mancha negra, mirada, es el punto donde Lol está tomada, donde ella no ve nada, ese punto donde es vista.

No se trata aquí de un trio de tres exactamente, tampoco del conocido fantasma histérico en la que a través de un hombre de paja, de un testaferro, el sujeto histérico aborda su pregunta ¿qué es ser una mujer para el deseo de un hombre? Siendo aquí la mujer aquella que encarna para ella el enigma de la feminidad.

Lo que en este escenario de a tres está sucediendo a Lol la realiza. La realiza quiere decir que le da un ser de cuerpo que no tenía, que ahí algo se anuda, algo se cierne, que es para ella su felicidad. Porque Lol lo dice, lo dice en varios momentos, lo dice a propósito de lo que hubiera sido para ella asistir a la escena en la que el novio desnudaba a Anne Marie Sttreter, la mujer fatal. Y lo que dice Lol es que su felicidad está allí donde está su cuerpo.

Lol ha encontrado un modo precario de ser en este ser a tres, en el que Hold hace la función de instrumento para dar a ver el cuerpo desnudo de la otra, esa mirada desnudez que necesita “para ser”, porque su ser es un ser hecho de pura mirada.

Reducir esta alianza, este “ser a tres”, a una escena perversa, sería no entender lo que esta alianza tiene de sagrado para Lol, este “ser a tres” en el que Lol se suspende.

Ella ha encontrado una solución precaria para poder ser, para tener un cuerpo, solución que se rompe cuando Jacques Hold, que se presenta como sometido a lo que llama “la aplastante actualidad de Lol en su vida”, es decir, capturado por el enigma que representa para él el deseo de Lol, deja de hacer de instrumento para realizar ese deseo y se pone a interesarse por ella, quiere comprenderla.
Pero ser comprendida no le conviene a Lol, a quien esta comprensión no sólo no la salva del rapto sino que termina por volverla loca. Jacques Hold le hace tomar conciencia de que su ser está afuera de ella, que su ser es Tatiana. Hold se acerca demasiado al cuerpo de Lol y es en ese momento cuando la locura, el verdadero final de esta novela, se desencadena.

Araceli Fuentes (Madrid)