El psicoanalista de barrio. Por Fernando Martín Aduriz (Palencia).

RESUMEN DE LA PONENCIA "El psicoanalista de barrio" expuesta por Fernando Martín Aduriz (Palencia) en el transcurso de las XI Jornadas castellano-leonesas de Psicoanálisis celebradas en Valladolid el pasado día 26 de octubre. Fotos realizadas por Luis Martínez en la Facultad de Medicina de Valladolid.

El psicoanalista de barrio
"Alguien me dijo: no sé que pasa, pero en mi barrio ¡aún no hay un psicoanalista!".
...Propongo profundizar en la creación de una nueva figura institucional. O si se quiere, siguiendo a Bentham que tanto interesó a Lacan, una nueva ficción institucional. Una institución singular con leyes internas y externas de relación, con sentido y campo de despliegue. Una institución que asegure la presencia del psicoanalista en la ciudad como figura nítida diferenciada de la del psicólogo, del terapeuta, del agente cultural...
...Que pueda llegar a demandarse a las autoridades que se ocupen de dotar a los barrios con más psicoanalistas...
...El psicoanalista de barrio podría llegar a ser, así, una de las respuestas del psicoanálisis al malestar de nuestra época, título de nuestra Jornada de hoy...
...Si en cada barrio de nuestras ciudades van apareciendo en los próximos años nuevos psicoanalistas, tendremos asegurado el futuro del psicoanálisis, por más que otros discursos se empeñen en lo contrario. La fuerza de una red de psicoanalistas de barrio, bien implantada, activa, viva, en constante ebullición, heredera firme de la prisa lacaniana, enemiga acérrima del tedio y la rutina, de la nostalgia y del confort, la fuerza de una Institución así puede ser determinante en las batallas que se avecinan...
...Una institución singular, pues, más bien será una metáfora. La que vincula al psicoanalista con su acto y considera la acción del psicoanalista como acción social...

Red de psicoanalistas de barrio
...esta institución singular, esta Red de Psicoanalistas de barrio, no podrá ser sin Escuela, no podrá sostenerse sin formar parte de la Escuela tal y como Lacan la ideó, como concepto y como depósito donde confluye la transferencia con el psicoanálisis...
...no se encierre todo el rato en su gabinete, sino que pueda contribuir a estar en contacto con lo vivo de su barrio, sus plataformas cívicas, las asociaciones de pensamiento, culturales o científicas, es decir, allí donde late la búsqueda de preguntas...
...En resumen, ni un ápice de la etiqueta de marginal para el psicoanalista de barrio. Ni perdido en la gran ciudad, ni escondido en su pequeño pueblo...
...La disposición y cercanía del psicoanalista de barrio para hacer frente al malestar ya se pone hoy de manifiesto en muchos lugares de nuestra comunidad. Seríamos ciegos si no viéramos que muchas de nuestras consultas, sirven para recibir a tantos y tantos usuarios de las instituciones educativas o de salud mental que han recibido tratamiento y apoyo insuficiente o en otros casos muy bien desorientado respecto a lo real, al servicio de la repetición sintomática. Unas veces escuchamos la queja del poco tiempo que les escuchan, debido a la saturación de los dispositivos, por no mencionar otras disfunciones como un diagnóstico del revés o una dirección de la cura francamente mejorable...

Requisitos del psicoanalista de barrio
...la creación, no ex -nihilo, la invención de una Red más o menos visible, más o menos reglamentada por el derecho consuetudinario, de la figura institucional del psicoanalista de barrio.
Quienes ya laboramos como tal podríamos acoger a los nuevos psicoanalistas, promover que se hicieran invitar, que se movieran, para formar parte de la Red bajo la bandera de unos requisitos. Requisitos que habría de exigírsele a este psicoanalista para que sin desear ser psicoanalista ideal, pueda enrolarse sencillamente como psicoanalista de barrio. Propongo algunos:
1.- Que fuera formado en el psicoanálisis que sigue la enseñanza de Lacan...La formación en psicoanálisis...la tenemos que hacer asequible, atractiva, deseable, para que también en nuestra tierra se pueda mirar con extrañeza a quien no la emprende.
2.-Que esta formación fuera no sólo producto de su análisis sino sometida a permanente control, y en constante renovación mediante el ICF por un lado y por otro lado por la institución que es la Escuela... Una formación sin duda muy exigente, muy rigurosa. El ICF como institución encargada de la formación sistemática y la Escuela como agente de la elaboración de saber...
3.-Que contribuyera al despliegue de los Centros de psicoanálisis, los CPCT, de quien hoy tanto esperamos aprender en las ciudades en que aún no disponemos con la vista puesta en una futura creación.
4.-Que pudiera insertarse en otras instituciones, públicas o privadas, de Salud Mental, educativas, sociales donde pudiera aplicar el psicoanálisis. Pero que este esfuerzo de inserción no fuera a costa de difuminar hasta borrar la causa freudiana, ahogando la causa del inconsciente en el mar del pragmatismo institucional y el absurdo del protocolo y la evaluación. Que nunca contribuya en tanto psicoanalista a la política de las cosas frente a la política de los hombres.
5.-Pero que básicamente se volcara en su práctica de psicoanalista en su consultorio y que lo entendiera como esencial. De hecho es el espacio en el que puede dar respuesta al aserto lacaniano cuando se pregunta qué es un psicoanálisis: lo que se espera de un psicoanalista.
6.-Que a su vez no se encierre todo el rato en su gabinete, sino que pueda contribuir a estar en contacto con lo vivo de su barrio, sus plataformas cívicas, las asociaciones de pensamiento, culturales o científicas, es decir, allí donde late la búsqueda de preguntas, allí donde el ser humano lucha por no caer en la trampas del mercado, de la alienación a los objetos de consumo, allí donde se observa el desvanecimiento del mundo simbólico para tratar el malestar con lo imaginativo de cada momento... Es decir, penetrar en las instituciones más despiertas de su barrio para alentar a no ceder frente al deseo, y poner barreras al goce mortífero, santo y seña de los desvíos del momento. En una palabra, que vincule su práctica como psicoanalista a la subjetividad de su época.

Barrio vienés, barrio latino
El psicoanalista de barrio, en fin, no adaptaría a la realidad, pues ha de saber de antemano que la realidad no existe, no daría respuestas precocinadas, sino que ayudaría también a hacer preguntas de por qué lo que hay no se puede cambiar, como ha formulado magistralmente Gustavo Martín Garzo en un artículo publicado en la prensa titulado “Nuestra pequeña mano” y como espero pueda desarrollar próximamente en una actividad de nuestra Escuela y del ICF junto a Manuel F. Blanco en la ciudad de Palencia en junio próximo. Especialmente en ese artículo expresa: “La psicología ya no trata de responder a la pregunta eterna de quién somos, sino de encontrar fórmulas que nos permitan lograr mejor nuestros objetivos de acomodación a lo que hay. Pero ¿el mundo tiene que ser necesariamente como es? Aun más ¿no radica en esa necesidad de preguntarnos si podría ser de otra forma una parte esencial de nuestra humanidad?”.


Cuando celebramos en Castilla y León la primera reunión al fundarse la Sede de la ELP en Castilla y León, nuestra colega Vilma Coccoz manifestó algo sorprendente y enteramente cierto: nunca el psicoanálisis estuvo mejor que ahora. Cuando empezó, en la Viena de finales del XIX, sólo había un psicoanalista, que laboraba en un barrio vienés, en el segundo piso del número 19 de la calle Bergasse, en pleno barrio judío. A lo largo de la historia del movimiento psicoanalítico no siempre ha habido medios, pero algo ha sido clave, el deseo. Aquel deseo de Sigmund Freud, alentado por Jacques Lacan décadas después, desde su práctica de la calle Lille en el barrio latino, en la orilla izquierda parisina, es el que hoy debemos mantener vivo y concluir que si en España vivimos una etapa de éxito del psicoanálisis, en el que no sólo hay un psicoanalista, sino centenares formándose, es debido a tantos y tantos psicoanalistas que han laborado en silencio en sus calles y barrios, y que esa Institución invisible de la red de psicoanalistas de barrio, merece ser reivindicada, puesta al día, nombrada. Porque ya existe, simplemente falta que ayudemos a los más jóvenes a insertarse en ella sin dilaciones.

Fernando Martín Aduriz (Palencia)