Dos mujeres: la Nora de Ibsen y Patti Smith | Entrevista a Gabriela Grinbaum

mujeres-de-papelEn Mujeres de papel, la psicoanalista Gabriela Grinbaum trabaja los casos de Nora, que el dramaturgo noruego Henrik Ibsen convierte en personaje de Casa de muñecas, y el de la compositora y poeta estadounidense Patti Smith, para diferenciar la madre, la mujer y la posición femenina en un libro compilado por su colega Daniela Fernández.

Publicado por la editorial Grama, con un prefacio de Graciela Brodsky y un posfacio de Esthela Solano-Suárez, también se suman trabajos de Cecilia Rubinetti, Manuel Zlotnik, Laura Petrosino, Paula Kalfus, Patricio Alvarez y Debora Rabinovich, entre otros.

Los autores son miembros de la Escuela de Orientación Lacaniana (EOL) y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

Este es el diálogo que Grinbaum sostuvo con Télam.

T : El ejemplo con el que abrís tu ponencia llama la atención. ¿Cómo lo entiende una psicoanalista mujer?
G : ¿Te referís a la nota que salió en Radar de Página 12, Amor en primera persona? La treintañera Nadine Schweigert, de Fargo, Dakota del Norte, se casó el mes pasado y, al parecer, el evento fue soñado: emperifollada en un coqueto vestido de satén azul, con un ramo de rosas blancas, un pastel de bodas acorde con la ocasión y 45 invitados, la norteamericana dio el “sí” y hubo festejo. El único que no asistió al lugar fue el novio; no porque faltara, escapase o hubiese pergeñado un plantón. Sencillamente porque Nadine se casó con ella misma. Los votos fueron memorables: “Yo, Nadine, prometo disfrutar, vivir mi propia vida y disfrutar esta historia de amor conmigo misma”, proclamó la muchacha de 32 años, previo a ponerse un anillo y lanzar besos al aire y a los presentes (a falta de una media naranja). Después de la ceremonia, se embarcó rumbo a su luna de miel en Nueva Orleans. Sola, por supuesto. Es genial esta historia. ¡El goce solitario de la posmodernidad! Lleva al extremo lo que veremos en las próximas Jornadas Anuales de la EOL, el desencuentro de los sujetos en la época.

T : ¿Qué lazo encontraste entre la Nora de Ibsen y Patti Smith? ¿Cómo se juega en ellas la posición femenina?
G : Se trata de dos mujeres. Una del siglo XIX, la otra contemporánea.
Una, un personaje de la pieza de Ibsen. La otra, de una novela, las memorias de la autora, devenida en una ficción. Casa de muñecas y Eramos unos niños. Nora y Patti Smith.
Casa de Muñecas es una obra que escribe Ibsen en 1879. En esa época, todos los protagonistas de las obras de teatro eran hombres y acá es una mujer. Tiempos en los que las sociedades eran totalmente machistas. Ibsen, que sabía bien de esto, dice: Nuestra sociedad es masculina y hasta que no entre en ella la mujer, no será humana. Nora empieza a ser un referente para las mujeres y para el movimiento feminista. El portazo final fue como el símbolo del feminismo. ¿Quién es Nora? Nora está casada hace ocho años con Torvaldo Helmer, con quien tiene tres hijos. Empieza la obra cuando él es nombrado director del banco. Él es abogado. Y se ve a lo largo de la obra cómo no hay una Nora. Hay muchas Nora, como en toda mujer, hay muchas mujeres. Porque en la primera parte de la obra, Nora se muestra como una mujer feliz. No parece ni angustiada ni padeciendo su neurosis. Tenemos una Nora espléndida que juguetea con el marido, quien la nombra mi ardillita, mi alondra. En la segunda escena aparece una Nora totalmente diferente, preocupadísima, llena de miedos, cuando se ve amenazada por Krogstad. Este personaje es el que le dice que va a contarle a Torvaldo la verdad. ¿Cuál es la verdad de Nora? Nora tuvo que falsificar una firma en su pasado para salvarle la vida al marido.

Helmer: ¿Con que es cierto esta carta? Nora: Es verdad. Te he amado más que a todo en el mundo. ¡Qué terrible despertar! Durante ocho años, ella, mi alegría, mi orgullo, una hipócrita, una embustera. Entra el ama de llaves con otra carta.
Helmer: Sí, es de él. ¡Estamos salvados! ¡Nora, estoy salvado! Nora: ¿Y yo?
Helmer: Y tú también, naturalmente. Nora: He vivido de las piruetas que hacía para divertirte, Torvaldo, por eso te satisfacía. No eres un hombre. Por esa razón voy a dejarte. Helmer: Abandonar tu hogar, a tu marido, a tus hijos. ¿No piensas en lo que se murmuraría? Nora: No puedo detenerme en eso. Helmer: ¡Ah, es odioso! ¿De esa manera vas a traicionar los deberes más sagrados? Nora: ¿Qué consideras tú mis deberes sagrados? Helmer: Son tus deberes para con un marido y tus hijos. Nora: Tengo otros no menos sagrados. Helmer: Ante todo eres esposa y madre. Nora: Ya no creo en eso. Ahí tienes el anillo, devuélveme el mío. Adiós Torvaldo.
Ha desaparecido para siempre.

Este es el final. No podemos decir de ninguna manera que Helmer no ame a Nora. En principio podemos decir que es una mujer amada y deseada por su partenaire. Nora sin embargo, le enseña que amar es dar lo que no se tiene a quien cree que amar es dar lo que se tiene. Insisto, él la ama, la desea, pero en tanto ella se acomode a su fantasma, y es bien cierto que el fantasma femenino es muy dúctil, muy flexible al fantasma del hombre. En este acto final, me parece que uno podría encontrar cierta posición del orden de una salida de análisis para una mujer. Lo que Lacan llama el hacerse un ser. En Freud, transformarse en madre es la solución al penisneid femenino, lo que podemos decir que es una solución del lado del tener. Miller, en De mujeres y semblantes pregunta, ¿Qué otra solución? Y es la solución del lado del ser. Consiste en no colmar el agujero, sino en ser el agujero. Es decir, fabricarse un ser con la nada. Y ahí es donde se abre toda una nueva clínica femenina. Lacan no dice solamente que la mujer no existe, sino que dice además que hay verdaderas mujeres. Así lo dice en La juventud de Gide, en el año 58, y Miller retoma esta cuestión en De mujeres y semblantes, ¿qué sería una verdadera mujer? Lo verdadero en el sentido de Lacan, en una mujer, se mide por su distancia subjetiva de su posición de madre. Porque ser una madre, ser la madre de sus hijos es para una mujer querer hacerse existir como LA. Hacerse existir como LA madre es hacerse existir como LA mujer en tanto que tiene. Y Miller dice que cuando a Lacan se le escapa ese grito ¡Esa es una verdadera mujer!, dice que es siempre de ese modo como debe usarse la expresión. Es algo, dice Miller, que sólo se puede decir como tyché. Y cuando se percibe que se toca que la madre no ha aplastado en ella el agujero. Esto finalmente se articula al sacrificio de los bienes. Se articula al sacrificio del tener. En fin, cuando una mujer ha consentido a su propia castración.

Para Lacan el acto de verdadera mujer, no es que sea el acto de Medea. Sí tiene la estructura del acto de Medea. Esto es lo que quiero subrayar. Es decir, el sacrificio de lo que tiene de más precioso. Miller dice una verdadera mujer explora una zona desconocida, pasa los límites. También cuando Lacan trae la verdadera mujer empieza con la Madeleine de Gide. Ella quema toda la correspondencia que habían tenido, durante toda la vida, hasta que se entera que Gide le fue infiel. Quema esas cartas y siempre se ha dicho que ese era el objeto más precioso que tenía ella, era el objeto más precioso que tenía él. Incluso Gide en un momento dice: es como el hijo que no he tenido con ella. Con el acto de Medea, lo que uno encuentra es que no hay negociación posible.

Eramos unos niños, de Patti Smith. La novela comienza con la muerte de Robert Mapplethorpe, su gran amor. Inmediatamente nos introduce en su historia. Voy a recortar solamente un párrafo: En 1966, a finales del verano me acosté con un chico incluso más inexperto que yo y concebimos de forma inmediata. Me eduqué en una época en que el sexo y el matrimonio eran sinónimos. No se podían conseguir anticonceptivos y a mis 19 años yo aún era ingenua con respecto al sexo. Era la mayor y el orgullo de la familia porque estaba en la universidad. A mi padre le preocupaba que no fuera lo suficientemente atractiva para encontrar marido y pensaba que la docencia me proporcionaría seguridad. Sería un golpe duro para él si no terminaba mis estudios. Ella dice que sabía que era incapaz de hacerse cargo de ese bebé. Entonces, una profesora la ayuda para encontrar un matrimonio que quería tener un hijo. Por un instante sentí que me podía morir, pero con la misma inmediatez supe que todo iría bien. Es imposible describir la inesperada calma que me invadió, la arrolladora sensación de que tenía un objetivo en la vida eclipsó mis temores. Jamás miraría atrás, no regresaría a la fábrica ni a la facultad de magisterio. Sería una artista. Es allí que se va a vivir a Nueva York.
A lo largo de estas novelas tenemos dos mujeres. Dos verdaderas mujeres en el sentido de Lacan, en el sentido de que hay dos verdaderos actos. En Patti Smith, además, me parece que a pesar de este aspecto andrógino, esta pura mascarada andrógina, hay algo muy cercano a una posición femenina. Así como Lacan en El deseo y su interpretación toma a Hamlet y a Edipo, ubicando en Edipo el acto al comienzo, en Hamlet al final, en Patti Smith el acto está al comienzo, en Nora, al final. Pero en este caso, el acto al que me refiero es el de verdadera mujer. Y aclaro que no es lo mismo posición femenina que verdadera mujer.

En Ideas directivas para un congreso de sexualidad femenina, Lacan retoma la pregunta de Freud ¿qué quiere una mujer? Y su respuesta la podríamos resumir en quiere gozar. Eso no lo podríamos decir del sujeto histérico. El sujeto histérico busca insatisfacer al otro, apunta a un plus de ser. Una mujer quiere gozar, la histérica quiere ser. Exige ser algo para el Otro. No un objeto de goce, sino un objeto precioso, un objeto deseable, un objeto a ser amado. Entonces siguiendo el cuadro de las fórmulas de la sexuación, del lado mujer, está la referencia al goce, al plus. Del otro lado, la histérica, un querer ser. Aclaremos que en el querer gozar hay que agregar también un querer hacer gozar. Querer ser el falo, con lo que Lacan un tiempo estigmatizó el deseo femenino implica no querer ser el síntoma. Esto lo explica Lacan en la segunda conferencia sobre Joyce, en el 79, donde diferencia la posición histérica de la posición femenina. Dice que la mujer se especifica por ser un síntoma. No es el caso de la histérica que se caracteriza por interesarse en el síntoma del otro, pero no en ser el síntoma. Para la histérica interesarse en el síntoma del otro implica no consentir a ser el síntoma. Es decir, Dora se interesa en la Sra. K. en tanto ella es un síntoma, pero no quiere ser la Sra. K. Cuando Miller en el 94 escribe Buenos días sabiduría retoma el consejo de Lacan, Detrás de la madre, buscar la mujer. Nora en el acto final es un ejemplo de verdadera mujer porque es lo contrario de una madre. Nora es una verdadera mujer pero verdadera para oponerla a madre. No es lo mismo que posición femenina. Insisto, verdadera mujer en ese instante, en ese acto. Cuando Patti Smith deja al bebé y la invade la sensación de que tiene una causa, no miraría atrás y se va. Acto de verdadera mujer. No es una posición, es un momento. Porque no se puede decir de alguien que todo el tiempo pueda sostenerse como verdadera mujer. Además, Nora, con sus tres hijos, parece tan maternal… incluso enamorada de su marido. Cuando él la hiere en ese punto como mujer, ella reacciona como verdadera mujer y en la venganza es como Medea, es allí el detrás de la madre, buscar la mujer.
Decía que a pesar de la mascarada andrógina de Patti Smith, hay algo de posición femenina respecto al estar totalmente despojada de sus bienes y de cierta manera consentir a la castración, me parece que su posición de no tener le da una libertad total. Como esa audacia que una encuentra en las niñas a diferencia de los niños, porque no tienen nada que cuidar…
Creo que Marie-Hélène Brouse se refiere a que el feminismo tiene que ver con el discurso amo. Y que el discurso analítico no le da el lugar de poder a un significante, llámese hombre, llámese mujer o como se llame. El discurso analítico no controla los grupos sociales. Toma en cuenta los Unos solos. Ell psicoanálisis, en su definición de lo femenino, intenta subvertir lo universal y esa sería la manera de hacer fracasar la segregación. Por supuesto debemos reconocerle al movimiento feminista casi todo lo que se ha logrado como derechos en el mundo a nivel de las mujeres, desde el voto femenino hasta los lugares de poder que hoy ocupan.

T : ¿Por qué Patti Smith?
G : Patti Smith es un ícono de la audacia femenina y por eso la elijo. Y fue una adelantada total. Una mujer sin postizos, una mujer que no fue tras los semblantes universales de lo femenino de su época. Supo hacerse un ser con la nada. Capa total.

T : El feminismo de Nora, ¿es opuesto a la mascarada de Patti Smith? ¿Se deduce eso de sus escritos?
G : No sé si Nora es feminista, pero entiendo que sea un ejemplo para el movimiento feminista. Patti Smith es una mujer sin prejuicios, libre, despojada de sus bienes, pero no creo que sea feminista, no luchó por la igualdad de derechos... En fin fueron mis elegidas para las Mujeres de papel.

Fuente: Telam