DEMONSTRATION de Victor Kossakovsky y 32 más. Irene Domínguez (Barcelona)

Ayer, que ya va hacer 3 meses, tuve el privilegio de asistir a un pase privado de ese tipo de cine que todavía merece llamarse arte. Un privilegio por muchos motivos, pero eso es otra historia.

Esta película me evocó una mostración sobre el nudo borromeo lacaniano, la podréis ver, probablemente, en el marco del festival Docs Barcelona, a finales de mayo. Demonstration, un documental realizado por estudiantes del máster en Documental de Creación del IDEC de la Universidad Pompeu Fabra a la cabeza de Victor Kossakovsky. Dice su presentación: “Demonstration parte de las grabaciones que los estudiantes del programa realizaron con motivo de la huelga general contra el plan de austeridad del Gobierno del 29 de marzo y el 14 de noviembre de 2012, en Barcelona”.

Demonstration pone en escena el ruido del mundo, que es el silencio eterno de las esferas celestes. Al pase del 19 de diciembre en el Raval vine acompañada de un 12 de agosto en Guatemala, bailando en los escenarios del horror, para evocar un 29 de marzo en Barcelona, día de Huelga general, un día x de 1950 en una cárcel española donde el “protagonista” conoció a los 7 años a su padre entre rejas, uno de 1605 que vio la luz la publicación del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, otro de mediados del XIX con una composición para ballet de Ludwig Minkus difícil de olvidar y una fecha futura que no existe. La cinta se mueve en el tiempo para mostrar que la cronología es una ficción de progreso, que los ciclos se repiten incesantemente como las órbitas de los planetas, pero que, sin embargo, algo siempre escapa, vuela, suelta trozos, quizás sea la vida.

Me preguntaba en qué sentido es borromea, en qué sentido este documental dinamita el concepto de la narrativa, por ejemplo. Hay algunas palabras, hay imágenes que hablan, hay evocación, pero ese lenguaje o esa lalengua conforman un discurso no soportado por ningún parlêtre en particular, lo más parecido en el documental a un sujeto es el pueblo. Pueblo a lo García-Calvo o a lo izquierda lacaniana, como anti-identidad, como descompletamiento, pueblo distinto a masa, que no es soporte de ninguna imagen narcisista. Cientos de miles de cuerpos reunidos en uno de los máximos exponentes del vínculo social contemporáneo: la huelga, la manifestación. El derecho a decir no. Es quizás por eso que ser espectador, en su caso, requiere necesariamente hacerse soporte del discurso. Ninguna exterioridad te permite la comodidad de verlo desde lejos, desde fuera, de ver la historia de los otros. Primero porque no hay historia, y seguramente porque este modo de hacer con el discurso necesariamente implica que eso que mira está dentro. Es exactamente la misma mutación a la que se somete el creador o los creadores, porque desde el momento que renuncian a retratar el mundo, ellos mismos van a poner su cuerpo en juego para que la obra vea la luz. Se palpa literalmente: en la huelga general los estallidos de humo, de fuego, los signos de la lucha, son inmediatamente rodeados por millones de cámaras. Soportes de grabación por todos lados. Todos con una cámara en las manos. ¿Qué Otro mirará la escena? Todos graban un mundo ardiendo. Arde la imagen del mundo. La bestia convocada al banquete despliega batallones de policía: cuerpos obedeciendo órdenes.

Por eso la temporalidad es tan fascinante, puesto que el audiovisual es suficientemente poderoso para evocarme la quema de brujas en la Edad Media, los desahucios del gobierno, la batalla del Ebro que me contaba mi abuelo, las redadas policiales de la ley seca, la toma de Esparta, la lucha de las madres de la Plaza de Mayo. Si se quiere es la mostración de lo que es político, la reunión de seres humanos nacidos en democracia.

El nudo borromeo de Lacan nos habla de la equivalencia de los registros, real-simbólico-imaginario, en donde si el anudamiento de nuestra más profunda singularidad no goza de ningún privilegio especial es porque ésta se construye con el soporte de los tres. Y su inevitable entrelazamiento -que es la mostración de su heterogeneidad imposible de armonizar- hace surgir el vínculo social. El lazo social ya no está regido por la comunicación, por las identificaciones, es más bien la materialización del núcleo autista de cada uno. La figura del héroe trágico se desvanece porque ya no hay uno frente a los otros, ya no se trata de encarnar una excepcionalidad en un mundo que dejó de regirse por las leyes del Todo. Se trata más bien de la figura de Don Quijote, luchador incansable contra las injusticias y el mal circundante, visionario avanzado que se hace soporte de lo imposible. Pero si bien su lucha podría parecer inerte, si bien el combate ofrecido a los molinos dispara la burla y el descrédito de los sensatos hombres de bien convencidos de que nada puede cambiar, muy por el contrario, esa lucha refleja la potencia que ganan los que al traspasar el miedo, se introducen en el misterio.

Es precisamente Don Quijote el que nos muestra que la posición ética, prima hermana del deseo, eso aparentemente intangible, es aquello que orquestra los anudamientos de los tres registros y se corporiza en el parlêtre, para dar cuenta que lo más singular de cada uno, finalmente, es lo que quedará disuelto en el discurso social. Y como bien muestra el documental, lo sacrificial no aporta, ni crea, ni transmite nada. La pulsión de muerte trataba de la vida.

Lograr captar lo que no se puede decir, como en el amor, es la obsesión de algunos, y hay soportes y registros distintos para intentarlo. El psicoanálisis y el cine, en mi caso, son dos de ellos. Cuando algo o alguien se abisma sobre la barra del Otro, sobre lo que no hay, cuando estar es dejarse estar dejando al máximo las propias defensas, es cuando surgen estallidos fugaces, que seguro volverán a cerrarse, pero que sus estelas dejaran algunos retazos, algunos meteoros que quizás nos sirvan algún día para empezar a pensar, o mejor aún, para volver a pensar de nuevo.

El pase estuvo lleno de problemas técnicos, la gente decía que era como un coitus interruptus… Quizás el coitus siempre sea interruptus -es coito por la interrupción-, y es pues signo de la relación sexual que no existe, pero… ¡vaya gustazo!