Cuaderno de notas del IX Congreso de la AMP. Margarita Alvarez y Ricard Arranz (Barcelona). Crónica: Jacques Alain Miller. SOBRE LA PRESENTACIÓN DEL TEMA DEL PRÓXIMO CONGRESO EN BRASIL 2016. Betina Ganim (Palma de Mallorca)

CUADERNO DE NOTAS DEL IX CONGRESO DE LA AMP

Margarita Alvarez

LUNES 14 DE ABRIL
Apertura

Leonardo Gorostiza: propone hablar de "defensas", en plural, mejor que de "defensa" ante lo real: la defensa primordial es el sujeto como defensa ante lo real. El síntoma es una defensa con la que el sujeto inventa una respuesta ante su encuentro con el real sin ley del trou-matisme .

Judith Miller: Ser responsable implica saber que una no es indispensable y hacer con ello. Preparar el relevo. Encontrar un analista.

Guy Briole: Lo real de Lacan no tiene sentido. No se orienta más que de este absoluto. Desmontar la defensa quiere decir que otro anudamiento viene a ocupar el lugar dejado vacío. Algo nuevo contingente, imprevisible.

Primeras puntuaciones

Miquel Bassols (ELP): Seguir durmiendo era para Freud el mayor deseo del sueño. Lacan hizo de este deseo una posición fundamental del sujeto ante lo real. En esta época, el deseo del analista es el deseo de despertar al sujeto de los sueños de la razón de la ciencia, empeñada en reducir lo Real a lo Simbólico, con su empeño cuantificador. Cuanto más se ignora lo que hay de real en lo simbólico, más se enmudece al sujeto en relación a este real. Cuanto más intentamos agarrar las bridas de lo real (referencia a La tercera), más se desboca. El psicoanálisis plantea otra alternativa.

Clotilde Leguil (ECF): La mujer hace objeción al discurso filosófico que no se ocupa de la mujer ni de lo real.

Gerardo Arenas (EOL): distintos reales. Hay el real del punto de partida y el del punto de llegada de un análisis. El primero es el que nos desbarata, marcado por el sufrimiento; el segundo tiene que ver con la invención y la satisfacción. Al final de un análisis no recuperamos el trauma, nos la vemos con algo que está siempre al lado.

Marco Focchi (SLP): para las psicoterapias, la solución está ya inscrita en el punto de partida. Es una solución que quiere anular el enredo, la diferencia. Nosotros convertimos lo peculiar del sujeto en su punto fuerte. No se trata de homogeneizar sino de buscar un nuevo tipo de ordenamiento.

Jorge Chamorro (EOL): Lo inequívoco del equívoco significante se llama letra.

Mónica Torres (EOL): ¿Cómo influye el desorden de lo real en las fórmulas de la sexuación? ¿Podemos continuar valiéndonos de ellas? Ningún goce puede ser regulado por la ley. En el "Homenaje a Marguerite Duras", real y ficción aún se entrecruzaban. Pero desde Joyce, real y ficción se excluyen. Hay una nueva relación entre el decir y el cuerpo que no puede llamarse ficción. La ley de identidad de género argentina plantea que lo simbólico define lo real, y esto abre la puerta a los pasajes al acto.

Marcus André Vieira (EBP): Estilo como repetición de un imposible de decir.

MARTES 15 DE ABRIL

Anna Aromí (ELP): al final una se da cuenta de que no se trata del miedo a la muerte sino del miedo a vivir.

Rómulo Ferreira da Silva (EBP): a los AE se les invita a hablar de su real y no tanto del real de la Escuela.

Pierre-Gilles Guéguen (ECF), presidente de mesa (en relación a encontrar un nombre de goce al final del análisis): haciendo referencia a un comentario que hizo ayer Bernard-Henry Lévi sobre que no hay que tratar de calificar lo real, Pierre-Gilles añadió que no hay que poner un saber en lo real. Se trata de poner distancia con el fantasma y de arreglárselas con los restos sintomáticos, que constituyen el real de cada cual. Para cada uno, se trata siempre del mismo real. Lo que más daño hace no es lo real sino lo imaginario, que es una manera de abordar lo real y lo que siempre nos hace sufrir.

La práctica analítica para nuestro siglo

Paola Francesconi (SLP): El juego con la falta habitual en la clínica del siglo XX se presentaba como el hacerse el muerto del obsesivo o el excavar la falta del Otro de la histeria, pero en el siglo XXI el juego con el deseo del Otro es más duro. El desorden de lo simbólico pone al desnudo el real sin ley del Otro que no existe. El juego no puede calcularse, apuesta a lo indeducible. Existencia de un Uno sin el Otro, un Uno animado por la pulsión y no por los equívocos significantes.

Anaëlle Lebovits-Quenehen (ECF): Contingencia como lo que no se define más que por lo incalculable. Estar pendiente de la verdad de lo que decían sus analizantes le hacía sorda a la disyunción entre sonido y sentido. Vicente Palomera hizo una buena precisión al respecto al decir que en nuestra práctica no siempre es conveniente jugar con el equívoco entre sonido y sentido, a veces es peligroso.

Vicente Palomera (ELP): En el Seminario XX, Lacan se refiere a la experiencia del final de análisis como la conquista de un saber que está ahí antes de que lo sepamos. El sujeto puede aprender cómo se produjo, pero en realidad se trata de una revelación que es otra dimensión del saber. El análisis apunta a la transformación por la que lo imposible se vuelve acontecimiento y cesa de no escribirse. Lo propio del acontecimiento es que se sale de lo imposible, de lo que no podría ocurrir. Lo contingente hace mella en el deseo. El sujeto del deseo persigue el objeto, vive en el futuro (anterior). Deseo como defensa contra el presente. La interpretación no puede ser proferida en cualquier momento y contexto. Solo podemos sentirnos en el presente en el tiempo del acto, tiempo en que el decir se hace escritura, por la que se ciñe el objeto. El corte remite a lo incalculable, permite que se diga algo. La interpretación tiene que permitir no solo que se diga algo sino también que se lea.

MIÉRCOLES 16 DE ABRIL, JORNADA CLÍNICA

Vera Gorali (EOL): En RSI, Lacan plantea que el analista es al menos dos, el que practica y el que reflexiona sobre la práctica. La construcción de un caso, o su presentación, pone en juego ambos aspectos. Hay distintos modos de intervención del analista pero siempre hay consecuencias. Freud decía que lo peor que podía pasar era que no pasara nada. Pero Lacan no está de acuerdo: la intervención del analista nunca es trivial; si opera por su acto, siempre pasa algo. La intervención del analista puede apuntar a desbaratar las formas de goce del analizante, enunciando las consecuencias de lo que dice o lo que hace. O puede interpretar descompletando el sentido, produciendo un efecto de sentido real donde se produce algo del orden del sentido y algo del efecto de agujero.

JUEVES 17 DE ABRIL
El deseo del analista. Lo real del acto

Graciela Brodsky (EOL): El deseo del analista como deseo impuro. ¿Qué es esta impureza? ¿Quiere esto decir que la contratransferencia es ineliminable? Tal vez la vacilación calculada de la neutralidad analítica no es siempre calculada. Una vez atravesado el fantasma, la pulsión se libera de sus usos fijos y se anuda de otra manera. La mejor brújula que tiene el analista, para no extraviarse en la dirección de la cura es su sinthome, con el tratamiento que le dio en el análisis. El deseo del analista es uno de sus destinos posibles. El analista no analiza sin su sinthome. Este último sustituiría al deseo del analista.

Santiago Castellanos (ELP): Hay que curarse para dejarse engañar por la verdad mentirosa. Uno tiene que engañarse para escribir un guión que no se puede escribir. Ésta es una paradoja de la función del AE. El analista tiene un toque de locura: tiene que arriesgar para que la verdad mentirosa muestre su lado de locura. Lo que tiene que hacer no está escrito en ninguna parte.

Éric Laurent (ECF): El deseo del analista introduce un toque de locura. Hay que poner esto en correspondencia con la libertad. Libertad y locura son un par lacaniano, que varía a lo largo de la enseñanza de Lacan, desde "Acerca de la causalidad psíquica" hasta su última enseñanza. En esta última, la libertad es la posibilidad de anudamiento y, la locura, de desanudamiento, con lo cual todos tenemos un toque de locura. Cuanto más el análisis lleva a la elección forzada, más necesario es conversar con los otros.

Graciela Brodsky (EOL): No hay manera de medir el deseo del analista sin ese lazo con otro, donde se trata de medir el propio acto respecto al propio síntoma. Freud tuvo la intuición de llamar al control, análisis: análisis de control. Hay dos análisis: el personal y el de control, estando articulado este último con el analista y no con el diagnóstico, lo que pone el acento en la vertiente del acto. Cuanto más se sitúa la brújula en el sinthome, más necesario es el control.

Topes de real en la dirección de la cura: el control

Félix Rueda (ELP): En el “Discurso en la EFP”, Lacan habla de la entrada en control como una corrección del deseo del analista.

Philippe La Sagna (ECF): La cura produce el deseo del analista, pero este deseo tiene que ser madurado, corregido. El deseo del analista es algo que avanza, que se mueve, no es algo fijo, cadaverizado.

Romildo Do Rego Barros (EBP): Trípode formado por el análisis personal, la formación epistémica y el control. Este trípode funciona bajo transferencia. En la presentación de PIPOL 5, Miller hizo referencia al control y señaló que se trata de producir, a través del control, el deseo del analista. El control sirve para lavar las escorias que afectan al tratamiento. En su presentación del tema del IX Congreso, Miller señaló que el deseo del analista es el deseo de reducir al otro a su real y liberarlo del sentido. Se ha producido un cambio en la garantía en relación al saber. Se trata de conjugar dos dimensiones que, en principio, parecen separadas: garantía e invención. Esto exigirá renovar el papel del AME. En el análisis, si se produce una reducción del SsS, hay también una reducción de la demanda de control. Habría que pensar en un control que no se basara en el querer saber, sino que acentuara más el deseo del analista. La corrección del deseo del analista como condición del ejercicio del acto analítico. La invención se apoya en una temporalidad que no tiene que ver con el saber acumulado sino con la contingencia. Esto cambia las relaciones internas entre los tres elementos del trípode. El control no pertenece a una época de la formación del analista. Se puede recurrir a él siempre que uno trabaje como analista.

Antoni Di Ciaccia (SLP): Control como formación del analista y deber de Escuela, deseo de la Escuela Una. En el control, el analista afina su estilo. Ha de saber ocupar el lugar de objeto causa del analizante pero también mantenerse en falta, como sujeto deseante en relación a un tercero que representa la Escuela Una.

Presentación X Congreso AMP, por Jacques-Alain Miller

Desde hace más de 30 años, Miller dice encontrarse al final de cada congreso ante el muro que es anunciar el tema del siguiente. Cada vez hay que perforar el muro para aproximar lo real en lo que nos orientamos en la experiencia analítica. Nos hemos comprometido a seguir caminos no marcados, tomar esos caminos que se han ido volviendo más oscuros en la medida que avanza la enseñanza de Lacan. Esos caminos nos enseñan lo que es el psicoanálisis, a veces algo distinto de lo que pensábamos.

El psicoanálisis cambia, es un hecho.

Cambia en nuestros consultorios. Por eso, los dos últimos congresos se referían en su título mismo al siglo XXI. Hay algo nuevo y debemos actualizarnos.

Freud inventó el psicoanálisis en la época victoriana, es decir, en la época de la represión sexual. En el siglo XXI, tenemos la pornografía, la incitación continua, el forzamiento a satisfacer los apetitos perversos. Este "darse" y "tomarse" de los cuerpos es algo nuevo.

El sexo débil respecto a la pornografía es el masculino. Las esposas o amantes varían en la consideración de esta cuestión: unas la viven como una traición, otras como una diversión sin consecuencias.

Esta práctica de la pornografía contemporánea merece ser detallada porque existe e insiste desde hace 15 años. Es distinta de los efectos que tuvo el cristianismo en el arte durante el barroco, donde los cuerpos se exhibían evocando el goce. El barroco, al igual que la realidad humana, deja de lado la cópula. Pero en la era de la técnica, la cópula ya no queda en lo privado sino que se integra en la representación, que alcanza una escala masiva.
La adoración del falo formaba parte fundamental del secreto de los Misterios antiguos. Sin embargo, ahora es central -a excepción de en la sexualidad lesbiana.

El espectáculo de la pornografía solo representa que no hay relación sexual. Solo esta ausencia da cuenta de esa atracción cuyas consecuencias vemos en las nuevas generaciones.

Los oráculos de la antigüedad ya no existen. Pero nosotros tenemos nuestro propio oráculo en el "no hay relación sexual". Lacan lo formuló antes de que llegara la pornografía electrónica, y él nos permite poner a esta última en su lugar.

No se trata de rendirse frente a estos síntomas, que exigen una interpretación del psicoanálisis.

Lacan dice que lo imaginario es el cuerpo y da varios motivos para decirlo. Esto le hizo estar a punto de elegir como tema del próximo congreso el tema del cuerpo y sus variaciones, pero cuando iba a hacerlo, pensó en el misterio del cuerpo del parlêtre, en la unión del alma y el cuerpo, tal como lo aborda Descartes en la "Sexta meditación", como tercera sustancia. Distinción entre carne y cuerpo. La carne como unión del alma con el cuerpo.

Misterio de la unión de la palabra y el cuerpo, que pertenece al registro de lo real.

La última enseñanza de Lacan propone un nuevo nombre para el inconsciente, el de parlêtre (“Joyce el síntoma”). Esta palabra constituye la brújula para el próximo Congreso. Es un índice de lo que cambia en el psicoanálisis lacaniano. El parlêtre, en tanto sustituye al inconsciente, es lo que nos permite atravesar el muro.

En nuestra época analizamos ya al parlêtre. Por ejemplo, cuando hablamos del sinthome, que es un término de la época del parlêtre. El sinthome es un acontecimiento de cuerpo.

Al lado del sinthome, Miller coloca el término escabel (escabeau), también de la misma época.

El escabel psicoanalítico es adonde sube el parlêtre para hacerse bello, para elevarse a la dignidad de la Cosa. Este término traduce la sublimación freudiana en su cruzamiento con el narcisismo, lo que es propio de la época del parlêtre, del "no pienso" del parlêtre, que se cree un amo bello.

El sinthome es el parlêtre bajo su aspecto del goce de la palabra. Depende del cuerpo del parlêtre, nace de la palabra que marca el cuerpo.

Lacan se apasionó por Joyce, y por su última obra: Finnegans Wake.

Joyce hizo de su síntoma, el sentido ininteligible, su escabel. Es un fabricante de escabel, como Schömberg o Duchamp, los tres decididos a hacer arte con su síntoma, con el goce opaco del síntoma.

¿No se trata en el pase de hacer del síntoma un escabel? Transformamos el síntoma en un escabel que luego ofrecemos a los aplausos del grupo analítico. El momento en que el público está satisfecho con el testimonio forma parte del pase. En la época de Lacan esto no existía: el testimonio era solo para unos pocos.

Hay dos goces del parlêtre: el de la palabra, que lleva al sinthome; y el del cuerpo, que lleva al escabel.

La teoría de las pulsiones es una mitología, el goce, no. El cuerpo hablante no es una ficción.

La debilidad mental es la estupidez de lo posible, la única posibilidad que le queda al parlêtre para orientarse.

En la época del parlêtre se analiza a cualquiera.

Ha habido un desplazamiento de la verdad al goce. Cuando se analiza al parlêtre, el sentido es el goce.

El tema del propio congreso será: El inconsciente y el cuerpo que habla o hablante (le corps parlant), hay que precisar la traducción.

El X Congreso se celebrará del 25 al 28 de abril de 2016 en Río de Janeiro, en el Hotel Sofitel situado en la playa de Copacabana.
El director será Marcus André Vieira.

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CUADERNO DE NOTAS DEL IX CONGRESO DE LA AMP

Ricard Arranz

Real y pase
¿Qué es aquello que vivifica (da vida al parlêtre)? Una pasión, el partenaire, una contraidentificación a una madre devoradora pero vital, siempre estará en la hystoria de cada uno este elemento necesario para que el sinthome pueda tras el análisis operar como energía viva, que mueva, que empuje.

A cada uno su real
A cada uno le corresponde lidiar con su propio real. Real ante el que no se trata de nombrarlo (intentar pasarlo todo al significante, cuya imposibilidad genera angustia), sino de que el parlêtre (sujeto del lenguaje más el goce en el cuerpo) se deje atrapar, llevar por este real. Pero para ello es necesario poder desprenderse de la cárcel del fantasma. Sólo entonces lo real aparece como un acceso a lo nuevo y a la creación; todo un mundo por descubrir, porque que lo que angustia es la interpretación fantasmática, de lo real, no lo real en sí. El real está matizado de un color propio para cada uno ya que no es un real puro.

El deseo del analista. Lo real del acto
Varias cuestiones sobre el deseo del analista y lo real del acto analítico. El acto es sin garantía, sin previsión, con un toque de locura; sólo el propio síntoma o sinthome (según el caso) sirven como brújula en que orientarse, ya que esté estará implicado en la realización o inhibición del acto.

Topes, paradas de lo real en la dirección de la cura. El control
El control está en relación con en análisis, puede ser una forma de continuarlo por otros medios. El control no es sobre el caso, sino sobre la posición del practicante respecto a su síntoma y como este repercute en la dirección de la cura. Así un practicante duda sobre si aceptar un caso, y descubre en el control que se iba a repetir dejarse abandonar como el había ocurrido con su novia, lo que le permite aceptar el caso. Otro siente que la cura no avanza, el practicante tras el control tiene un sueño que le dice que se mueva, ¡Rueda!, lo que permite reavivar el tratamiento.

El acto frente a lo real (sin ley), deseo del analista y control están anudados.

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Crónica: Jacques Alain Miller. SOBRE LA PRESENTACIÓN DEL TEMA DEL PRÓXIMO CONGRESO EN BRASIL 2016. Betina Ganim (Palma de Mallorca)

Comparto con ustedes mis apuntes sobre la conferencia de Jacques-Alain Miller, el pasado jueves 17 de abril en París. Se trata de lo que pude recoger sobre el tema del próximo Congreso, notas que pueden aportar un primer “pantallazo” del tema que nos ocupará estos dos años venideros.

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¿Por qué nos comprometimos a seguir el camino de la última enseñanza de Lacan? Porque como analistas, nos sometemos al desciframiento, y hay un relámpago en esa oscuridad que tiñe este último tramo de su enseñanza, que nos lleva a seguirlo.

Lo que está claro es que el psicoanálisis cambia. Y no es un deseo, es un hecho. En el siglo XXI, el psicoanálisis ya no es el mismo.

Se percibe entonces la urgencia, la prisa, la necesidad de actualizarse. ¿Qué tenemos?

En principio, a la vista de todos, está el tema de la sexualidad por todas partes. La sexualidad convertida en pornografía, en show, pensada para la satisfacción de apetitos perversos, y accesible para todos en un solo un click.

En el siglo XXI se trata de la clínica de la pornografía. Y es algo que merece ser detallado, porque no cesa; persiste y es algo que está cada vez más presente en los análisis.

Esta práctica contemporánea nos lleva a evocar los efectos del cristianismo y el barroco. En las iglesias tenemos toda una exhibición de cuerpos que evocan el goce, pero dejan por fuera el campo de la cópula misma.

Una segunda diferencia es que en el barroco tenemos una regulación. En la pornografía no existe tal regulación, hay una provocación de goce, en el modo de “más de goce”. La difusión de la pornografía por los medios electrónicos tiene efectos de los que el analista escucha testimonios.

La pornografía existe porque la relación sexual no existe. Esto es lo que dice ese espectáculo siempre disponible: ¡La relación sexual no existe! Un oráculo que anuncia que los oráculos han desaparecido. Nosotros solemos ser sensibles a ese destino de los oráculos… Durante un tiempo la interpretación funcionó como un oráculo, pero nuestro propio oráculo es que la relación sexual no existe.

Es un síntoma, lo que no quiere decir que tengamos que rendirnos, sino que esto exige una interpretación.

Tenemos también el tema del cuerpo.

El cuerpo se arma con la imagen especular. Hay un juego de imágenes con el cual Lacan articula Ideal del yo y Yo ideal, pero lo formaliza en algo inédito. La enseñanza borromea acentúa que es través de su imagen que el cuerpo participa en la economía del goce. Es en el cuerpo imaginario que las palabras de lalengua introducen en el modelo de la unidad corporal.

Todo esto nos lleva al tema del próximo Congreso: el cuerpo y sus variaciones en su condición imaginaria.

Pero el cuerpo cambia de registro cuando se trata del cuerpo hablante: un misterio –dijo Lacan. Lo opuesto a un matema.

Miller se refiere a la duda hiperbólica de la sexta meditación de Descartes, que habla también del cogito y nos da la certeza como un resto, que resiste a la duda más amplia que pueda existir. A pre coup sabemos que la duda también iba con el yo pienso-cuerpo.

Lo que se distingue es el cuerpo del yo-pienso.

La distinción del cuerpo físico de los otros, y mi cuerpo, mi carne. La carne no es un simple cuerpo. La carne es el único cuerpo de la capa extensa.

La palabra valiosa es “carne”: es lo que para Descartes es la unión del alma con el cuerpo. Lacan dirá que esa carne es la que lleva el rasgo del signo la desvitaliza, y el cuerpo se separa de ella.

La diferencia entre “cuerpo” y “carne”, es que el cuerpo se muestra apto a aparecer como superficie de inscripción del Otro del significado. El misterio es lo que resulta de la marca de lo simbólico en el cuerpo. El misterio de la unión entre palabra y cuerpo: El registro de los real.

En la última enseñanza de Lacan tenemos un nombre nuevo para el inconsciente. En el texto Televisión, Miller se refiere al uso que Lacan le da a la palabra inconsciente, y tenemos allí que Miller le dice: “El inconsciente, ¡qué palabra más rara! Es un término que no se adecúa bien.” Y Lacan no le responde nada.

Lacan dice allí que el término “inconsciente” es una palabra que Freud encontró y que no había por qué cambiarla. Pero dos años después cambió de idea, y en el seminario Joyce, el sinthoma, lo reemplaza por el “parlêtre”.

Esa es la palabra brújula para el próximo Congreso. El parlêtre .

Se produce una sustitución del inconsciente freudiano por el “parlêtre” lacaniano. Esta sustitución es índice de lo que cambia el siglo XXI, donde tenemos otro orden simbólico, y otro real.

Analizar el parlêtre no es lo mismo que analizar al inconsciente como lenguaje. Analizar el parlêtre es lo que hacemos; solo que nos queda saber decirlo. Por ejemplo, cuando hablamos de síntoma como un sinthoma, esta última viene del parlêtre.

El sinthoma del parlêtre es un acontecimiento del cuerpo, del goce. Ahora bien, el sinthoma del parlêtre debe quedar aclarado en cada tipo clínico. Y no vamos a lograrlo si olvidamos al primer Lacan. Lacan no viene a borrar a Freud, sino a prolongarlo, a garantizar la continuidad.

De Freud a Lacan, el mecanismo de represión nos es explicitado por la metáfora. La represión explicitada por la metáfora es un desciframiento, y esa operación afecta el goce del cuerpo.

Otro vocablo al que apuntaremos, al lado del parlêtre: Escabeau (escabel, taburete) Podríamos decir que le faltan algunos peldaños… Un taburete, un pedestal que permite elevarse a la dignidad de la cosa. Se trata de la sublimación en tanto se funda en el “no pienso” primero del parlêtre.

El sinthoma depende del cuerpo del parlêtre, sale de la marca de la palabra cuando hace goce.

La escalera pensada del lado del goce que excluye al sentido. Joyce hace una escalera de su arte; se trata de un goce tan opaco como la escalera. Joyce como un fabricante de escalera decidido a hacer arte con el goce opaco del síntoma.

¿Qué pasa con eso en la clínica? Hacer de su síntoma una escalera ¿no se trata de eso en el pase? Donde un juega con ese goce. Jugar con el síntoma para crear esa escalera, es un hecho de sublimación. Esas escaleras están ahí para hacer la belleza, como defensa última contra lo real. Pero después el parlêtre tiene que saber hacer con eso. Su saber decir, que invita a dar la palabra. No es hacer acontecimiento. No se trata de la consciencia, sino de la palabra.

En cuanto al parlêtre, la palabra es lo que determina a ese animal, por lo que el cuerpo se separa de “ser el cuerpo” a “tener un cuerpo”. El parlêtre se las tiene que ver con lo imaginario, lo simbólico y lo real. En él hay a la vez goce del cuerpo y lo que sale del cuerpo.

El parlêtre se goza. El cuerpo hablante habla en términos de pulsión.

Freud consideraba que la teoría de las pulsiones era una mitología. Y lo que no es mito, es goce. Lacan lo llamó ficción. Lo que no es una ficción es el cuerpo gozante.

El inconsciente es una elucubración de saber en el parlêtre; elucidación de semblantes que sale de lo real y a la vez lo ciñe.

Teníamos el siglo XX, en tanto articulación de semblantes, en tanto categoría que organizaba la existencia de ciertos semblantes, que pasan a ser construcciones sociales que están destinadas a la destrucción.

Los semblantes arrinconan un real diferente al sentido. La debilidad mental es el contrario: la estupidez de lo posible, el delirio. Antes teníamos ciertos indicadores del análisis: si era tal estructura era analizable, etc. En la época del parlêtre, se analiza a cualquiera.

La propuesta para el próximo Congreso es entonces hablar del inconsciente y el cuerpo hablante (o cuerpo que habla, ya se precisará su traducción en los diferentes idiomas).