Crónica: Taller de Formación: Las adolescencias y el lazo social. Carmen Campos Bernal. (Sevilla)

El Grupo de Investigación del Niño y el Adolescente en el Discurso Psicoanalítico en Sevilla de la Diagonal Hispanohablante de la Nueva Red Cereda, en colaboración con Adeamed (Asociación de Escucha a Menores en Dificultad), Dirección General de Bienestar Social y del Mayor del Ayuntamiento de Jerez y Asociación Hogar La Salle- Jerez , ha concluido la primera parte del proyecto de investigación que estaba formado por dos actividades interconectadas: Taller de Formación y Taller de expresión plástica con menores.

El Taller de Formación se realizó en tres fines de semana y contamos con los docentes:
Franscec Vilá Codina , Psicólogo clínico. Psicoanalista en Barcelona.AME. Director del Consejo Social de la Fundación Cassiá Just.
Eugenio Díaz Massó , Psicólogo. Psicoanalista en Barcelona. Responsable del Equipo Social de la Fundación Cassiá Just.
Rosa María Miró Rovira , Licenciada en Pedagogía Terapéutica. Centro de Educación Especializada Balmes. IES-Trueta-Fundació Cassiá Just.

De este taller hemos obtenido material abundante para ir profundizando en la problemática que nos plantean las adolescencias actuales y proponer herramientas de intervención a nivel local, que en este momento se materializan en el taller de expresión para menores que tenemos en la ciudad.

Vamos a extraer algunos de los puntos que trabajamos en esta actividad:

Las adolescencias actuales se sitúan entre la post-modernidad y la hiper-modernidad.
El traspaso de una época a otra nos deja sin argumentos pero tiene consecuencias en la afectividad con el sentimiento de desheredado de los adolescentes y en sus cuerpos. El cuerpo no espera, está sometido al más y más, está necesitado de prótesis y cirugías, lleno de angustia.

Los adolescentes cambian, la familia cambia, la escuela es una institución rígida.
Frente a la dialéctica de las normas se provocan más trastornos de conductas. Frente a la permisividad y el prohibido prohibir aparece la ferocidad de lo obligatorio, con la lógica del consumo y de la marca.

A la ética utilitaria de que las cosas funcionen, el psicoanálisis propone el bien decir de lo que anda mal oponiéndose a la segregación que empieza con el nombrar, clasificar, diagnosticar.

La observación, la objetividad sustituyen a la conversación y a la narración.
La conversación y la narración pueden conducir a la construcción del síntoma. El concepto trastorno de conducta, no es una entidad clínica, es una forma de nombrar fenómenos que tienen una lógica común: molestar al otro. El concepto comportamientos perturbadores, ayuda a entender de otra manera la dinámica escolar, se produce entre la convivencia y el aprendizaje a cualquier edad y en cualquier época.

El diagnóstico que le interesa al psicoanálisis es situar qué comportamiento perturbado obedece a una mala manera de pedir, y cuales aparecen cómo defensa a un trastorno mental.

Hay que buscar nuevas relaciones entre los servicios sociales, educación y salud mental.
Una experiencia en esta línea es la construcción de caso, que no se plantea desde el lado de la urgencia, es una conversación continuada entre varios sobre un sujeto particular.

Otra herramienta es el taller, ya sea con las características de espacio educativo con enseñanzas curriculares particularizadas, talleres profesionalizadores de orientación laboral o talleres de convivencia. Lo que se trabaja es el vínculo porque el menor irá al taller si se ha generado un vínculo con la persona que lo deriva.

Las entrevistas con los adolescentes cómo encuentros puntuales permiten ayudar al establecimiento de un síntoma. Esto implica salir de la duplicidad víctima o culpable, reconocer el sufrimiento del adolescente y trabajar sobre la responsabilidad de sus actos.

El trabajo en red, allí dónde el adolescente es atendido por al menos tres servicios es un recurso para ir contracorriente del adolescente a la deriva, ayuda a pactar acuerdos, orientaciones comunes y asumir la parte que a cada institución le corresponde.

Trabajar con el sujeto implica conocer que las personas no siempre eligen hacer lo mejor para ellas, hay que construir la determinación de esa elección. Se trata de identificar la repetición para encontrar lo diferencial.

El trabajo en red es ir contracorriente de la época de fragmentación, más allá de la coordinación de lo interdisciplinar, se trata de una intervención y elaboración colectiva.

Para construir lo colectivo hay que renunciar a algo de lo individual, partir de la destitución, de lo que no sabemos para llegar a la responsabilidad compartida.

El concepto de acompañamiento en la práctica educativa, modifica las posiciones tanto del que enseña cómo del alumno, implica el consentimiento del adulto a no ejercer de forma intrusiva el poder adosado a su función y encargo social. El alumno consiente cuando está dispuesto a adquirir contenidos culturales que le ayuden a integrarse en el mundo que nos rodea, es hacerse cargo del propio malestar.

El acompañamiento va asociado a la conversación y la escucha, es convocar a escoger y a hacerse responsable de sus elecciones.
Lo que hace que el adolescente escoja consentir tiene que ver con una experiencia de implicación diferente que hasta el momento no ha experimentado en otros adultos, por ello hay que generar espacios de convivencia que permitan compartir conocimientos sobre ellos mismos, sobre las relaciones con los otros y con los aprendizajes en los que el adulto hace de mediador.

El taller de convivencia permite crear un espacio dónde los menores puedan hablar, convivir, trabajar sobre la propia imagen, aprender a construirse, a mirarse y a mirar a los demás. El único objetivo es el vínculo, y el tallerista experto debe estar investido de saber, aunque sin desconocer que son los menores los que dan un papel diferente al espacio, el adulto usa el semblante y el tacto.

El taller de fotografía funciona muy bien en esta línea, y una experiencia parecida es lo que tratamos de formalizar en Jerez con el taller de expresión plástica “pinta tu historia” que hemos realizado durante cuatro meses, una tarde a la semana, y que tras el periodo de análisis de esta experiencia en que nos encontramos, se prorrogará tres meses más.

Esperamos poder transmitir nuestras conclusiones más adelante.